Sintió una gota en la mano, luego sonaron más y la lluvia empezó; le gustaba la lluvia, pensó en ella, el divorcio es muy duro cuando sigues amando, la lluvia trajo el olor de tierra húmeda, lo amaba, ella odiaba ese olor.

Se peca de ingenuo al creer que por evitar que ese vidrio rompa mis venas y que mi cuerpo permanezca con mi corazón aún latiendo, yo no perdí la vida. ¿A salvo de qué? Si la muerte se me presentó igual y me habita. Yo ya perdí la vida aunque aún respire. Perdí la vida que quería, la que me daban ganas vivir. En la que encontraba motivación, en la que ser feliz era una posibilidad. La que estaba llena de anhelos y batallas que podía dar aunque costara. Yo ya perdí la vida aunque aún esté acá.