El roce de sus labios fue más de lo que podía aguantar, estallé en mil llamadas, ya no era ni de día ni de noche, ya solo estábamos él y yo. No existía el ayer, ni el mañana, solo el ahora. Era tan real que me fundí en él, sin querer nada más que desaparecer en sus labios. Suaves, tiernos, húmedos y tan ligeros... Me fue enseñando el camino de cada curva , de cada recoveco de su boca en mi boca...
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