Desperté de manera violenta sin motivo aparente. Por alguna razón, lo primero que miré fue la ventana que se encontraba frente a mi cama. Estaba abierta, yo nunca la dejo así. Las cortinas jugaban a salir y a entrar por culpa del aire. Era frío y aterrador. Aquella noche estaba solo en casa. Me levanté desesperado y corrí a encender la luz. Aterrado, miré sangre en mi cama y en mis manos. Lo peor, junto a mi puerta el cadáver de mi vecina. Creí que el asesinato había sido solo un sueño, no real.
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