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La Caja de Pandora

Aún recuerdo aquellos días en que no tenía conocimiento alguno acerca de ella, por cuestiones de la privacidad de su nombre le llamaremos Lena.

Fue un día de septiembre, yo estaba en un instituto precioso rodeado de plantas, allí hacía mi servicio social y disfrutaba bastante los días ahí, al grado de que me llegó a gustar incluso más que la Universidad. Había llegado la hora de la comida y mi estómago me pedía a gritos material para quemar. El edificio en el que me encontraba tenía 5 pisos, yo estaba en el segundo y la cafetería en el tercero.

Iba subiendo lentamente al tercer piso cuando fue entonces que la vi, sentada en una mesa, usando lentes naranjas que combinaban con su cabello el cual era del mismo color. La luz que entraba por la ventana le pegaba desde atrás, y vi cómo ella se iluminaba lentamente bajo ese rayo de sol que le daba un cierto toque de divinidad. Quedé completamente flechado.

Ella ni siquiera volteó a verme, no se había percatado de mi existencia pero yo estaba completa y totalmente perdido en ella. Me era imposible apartar la mirada. Pedí mi comida, sin dejar de admirarla, y cuando bajé a la oficina le pregunté a mi subjefe "¿Quién es la chica del cabello naranja?".

Esa fue la pregunta, esas fueron las palabras que marcarían un antes y un después en mi vida sentimental, fueron puertas creadores de un universo nuevo, de un sueño, de una pesadilla. Para cada acción hay una reacción de la misma magnitud en el sentido opuesto. Acababa de abrir la caja de Pandora.