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CARTA A DIOS

CARTA A DIOS:

Papá, te comento que hoy me encuentro en montería, hace bastante tiempo ya dejé de escribirte, quise hacerlo porque me han pasado innumerables cosas desde la última vez que te redacté mi escrito.

No se puede resumir lo que viví en las semanas recientes, me vine por motivos del ICFES, a todos casualmente les da la curiosidad de saber cómo me fue y sinceramente… ¡no tengo ni la menor idea! Respondo tan casual como su pregunta: no sé, esperemos a los resultados, anhelo enorgullecer a mi madre con los frutos de examen, espero me ayudes a ponerla feliz.

Me quedé durante unos días en una casa con mi mamá, tuve suficiente tiempo para reflexionar en cómo estaba mi vida hasta ese momento y quiero decirte que no estoy para nada satisfecha en mi aspecto espiritual, cada día me siento más lejos de ti, intento acercarme, pero se siente como un anhelo frustrante que no logro llenar, simplemente lo deseo al tiempo que me reprimo en seguir como lo vengo haciendo, sólo me pregunto una y otra vez: ¿por qué será tan difícil? ¿por qué tu gracia y tu presencia no es simplemente algo que está y que alcanzas con sólo quererlo? Tu unción, tu compañía, tu presencia y la paz sobrenatural que das sólo se obtienen cuándo aparte de querer tomas la decisión de subyugar tu carne y los placeres terrenales, prácticamente tu parte “mala”, alguna vez leí en un libro: “¡si tan solo fuera tan simple! Si tan sólo hubiera gente mala por ahí, cometiendo insidiosamente acciones malignas, y solo fuera necesario separarlas del resto de nosotros y destruirlas. Pero la línea que divide el bien y el mal corta el corazón de todo ser humano. ¿y quién está dispuesto a destruir su propio corazón?” y creo que tiene toda la razón, es difícil someter nuestra malignidad cuando eso implícitamente implica dividirnos de una manera sutil, simplemente somos seres tripartitos que andamos buscando ser llenados por algo indescriptible, es una necesidad que vehemente nos ruega por amor, pero no cualquier amor, nos ruega por ágape, el problema está en que básicamente nadie sabe que es lo que ese “ser inenarrable” nos dice al subrayar lo vano y desierto que experimentamos en cierto punto de nuestras vidas, algunos intentan colmar esa necesidad con cosas tristemente superficiales, sin darse cuenta que ese vacío sólo lo llenas tú. Tal vez sea porque ninguno de ellos está gallardo para atenerse a separarse de su propia naturaleza y de su instintivo animal. Es sumamente difícil, simplemente se siente como si algo exterior a ti te arrastrara, más que arrastrar, es algo que indudablemente te consume e impide que hagas lo que realmente aspiras o que seas lo que ansias ser.

Como decía pedro en su carta Romanos 7:15 “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.” Sabes que quieres ser de una manera y a pesar de que lo quieres con todas tus fuerzas no lo intentas con todas tus fuerzas, pasa a ser un hecho realmente frustrante que aceptamos como realidad con poca probabilidad de ser cambiante, es algo que eres y aceptas, es el único problema de la aceptación, como todo lo que existe en el mundo es bipartita, cuando no es bueno es malo, como la democracia que se convierte en demagogia así mismo la aceptación se convierte en mediocridad.

Volviendo a lo anterior somos seres tripartitos de cierta forma… ya que nacemos con tres partes (cuerpo, alma y espíritu) sin embargo, nuestro espíritu está dormido, ¡esa es justamente la causa de nuestra soledad! Estamos desconectados de tu presencia desde nuestra extracción al mundo, nacemos propensos al desánimo, a la depresión, simplemente nacemos con un gran vacío, ese es la ausencia de una comunicación constante con quien nos creó, es paradójicamente triste que el ser humano sea un interdicto hacia nuestras raíces más profundas.