Estaba en cuclillas en aquel rincón tratando de impedir que mi vómito saliera. Estaba asqueado, asustado y completamente despierto. Nunca me había sentido tan vivo como en ese momento; por desgracia no era una sensación placentera. Sabía que mi cuerpo estaba alerta para poder huir en cualquier momento. Mi visión mejoró considerablemente, mi oído se agudizó y mi olfato se había acostumbrado al fuerte olor ferroso. Mis músculos palpitaban con fuerza y mi corazón bombeaba con tanto ímpetu que claramente podía escuchar sus latidos en esa silenciosa habitación y sentir mi propia sangre queriendo salir de mi cuerpo.
Me puse de pie con dificultad dejando escapar un par de eructos amargos que anunciaban náuseas y mareos. Necesitaba vomitar, pero no lo haría, no en la escena del crimen. Había visto tantas series en las que el criminal era atrapado gracias al ADN que se encontraba en la sangre, semen, sudor y cabello… No estaba seguro si el vómito entraba en la lista, pero no correría el riesgo. No podía ser atrapado ahora que había asesinado al primero de muchos más.
No DEBÍA ser atrapado.
Miré a Randal Goodweather a los ojos. No podía creer que lo había hecho. Me había colado a su casa por una ventana, lo había esperado toda la noche en la oscuridad y le había acuchillado varias veces hasta que se dejó de arrastrar y sus débiles gritos lanzados al vacío dejaron de existir.
No DEBÍA ser atrapado.
Había dado el primer paso. El primer GRAN paso. Después de esperar afuera de su casa por varios días, dándome fuerzas para hacerlo, lo hice. Aproveché el momento.
DEBÍA matarlo y no era una opción.
Tengo que admitir que esa fue la parte sencilla. La cocaína había servido para permitirme estar despierto y el alcohol me ayudó con el valor, pero ambos me abandonaron debido a tanta adrenalina que mi cuerpo liberaba.
―¿Y ahora? ― me dijo una voz en mi cabeza.
Me quité la mochila y busqué el cierre para abrirla. En ese instante pude notar mi enguantada mano temblando como nunca lo había hecho. Puse mis dedos sobre el cierre y lo jalé con dificultad.
¿Qué estaba haciendo?
La sierra esperaba pacientemente dentro de la mochila; la tomé y la extraje sin dejar de temblar. Tenía que desaparecer el cuerpo de Goodweather y sabía que tenía tres distintas maneras posibles de hacerlo: quemar el cuerpo, destazarlo o arrojarlo al mar, el cual estaba a cientos de kilómetros de distancia de mi ciudad, así que, a pesar de ser mi opción preferida, tuve que dejarla de lado.
Me tomé un momento para respirar y relajarme, cosa que resultó ser muy difícil con ese cadáver que de alguna manera me seguía con sus ojos en blanco.
―Lo siento ―le susurré a Randal mientras me acercaba lentamente sosteniendo la sierra, con los ojos llenos de lágrimas y sintiendo el estómago en la garganta.
Si le prendía fuego, el olor podría llamar la atención de algún buen samaritano con sueño ligero que alertara a los demás, por lo que tampoco era una buena opción.
Destazar el cadáver me parecía algo extremadamente grotesco, pero era la opción viable porque podía transportar con más facilidad las partes en bolsas y arrojarlas en algún basurero o en alguna bodega abandonada, dárselas de comer a puercos e incluso sepultarlas.
En realidad no tenía idea de qué estaba haciendo y eso me aterrorizaba.
Comencé a serrar una de las piernas. Necesité de una voluntad sobrehumana para mover la sierra de arriba a abajo, pero lo logré, el problema fue el hueso. Nunca pensé que fuera tan duro de cortar. Pasaron fácilmente cinco minutos y no tuve ningún progreso con la sierra, cosa que me llevó a intentar con otra extremidad. Esta vez elegí el brazo izquierdo, el cual me resultó igual de imposible de separar del torso.
Mi mente comenzó a proyectar en mi cabeza escenarios en los que era incapaz de deshacerme del cuerpo y eso me volvía más torpe.
¿Qué haría con el cadáver? No podía simplemente dejarlo. ¿Y si la policía lo encontraba? ¿Y si había dejado huellas o sudor?
Sudor. Debía evitarlo, pero el pensar en todo eso me hacía sudar en grandes cantidades y no podía limpiarme, pues mis brazos estaban llenos de sangre. Sentí cómo una gota enorme de sudor corría por mi mejilla hasta mi barbilla mientras otra corría por el tabique hasta la punta de la nariz.
Pude ver mis gotas de sudor cayendo en la cara y ropas de Randal.
Estaba jodido.
Me puse de pie y fui al baño. Las ganas de vomitar se volvieron insoportables.
Los guantes estaban empapados de sangre y sentí la necesidad de quitármelos. Abrí la llave, me quité los guantes, los dejé en el lavabo, me mojé las manos y después el rostro. Nunca en mi vida había sudado tanto. Una vez calmado, regresé a mi mochila, saqué un par de guantes de látex más y me los puse, después saqué una bolsa de plástico y la llevé al baño. Dentro de ella guardé los guantes viejos, y, una vez guardados, cerré la llave.
Randal seguía esperando en la sala, viendo hacia el baño.
Estaba claro que no podría cortarlo en partes pequeñas para llevarlo en bolsas y el tiempo se me acababa. El reloj ya marcaba casi las cuatro de la mañana. Tenía que pensar en una solución rápida que me permitiera estar camino a mi casa antes de las cuatro de la mañana o la gente que madrugaba podría convertirse en testigo.
No DEBÍA ser atrapado.
Miré a mi derecha y vi la solución: una bañera.
Estaba seguro de que en algún lado había leído que las dos cosas que destruían evidencias por excelencia eran el fuego y el agua. ¿Qué pasa si metía a Goodweather en la bañera llena de agua? No tenía nada por perder y mucho por ganar.
Me apresuré a la sala, metí mis manos en las axilas del cadáver y lo arrastré hasta el baño. Una alfombra roja de sangre fue dejada por donde pasaba Randal, a quien metí a la bañera con mucha dificultad debido a su corpulencia.
Busqué el tapón de la bañera y lo coloqué en su lugar para abrir la llave del agua, la cual se tiñó de rojo en cuanto tuvo contacto con el cadáver.
Me cercioré de que ninguna parte del cuerpo de Goodweather quedara fuera del nivel del agua y para rematar vacié una botella de cuatro litros de cloro en la bañera. No tenía idea de si serviría o no, pero tenía la esperanza de que podría ayudar en algo.
Miré el reloj. Marcaba las 4:10 de la madrugada. Tenía que salir de ahí cuanto antes.
Me aseguré de guardar mis guantes en la bolsa de plástico antes de salir, me coloqué unos viejos guantes de tela y me encaminé a la puerta de entrada mientras guardaba la bolsa en mi mochila negra. Tenía que cambiarme de ropa antes de entrar en la camioneta para no dejar manchas de sangre en mi propiedad.
No podía creer lo que había hecho.
Quería llorar, gritar y pedir perdón a Dios, pero lo último no podría hacerlo nunca más.
Gracias por leer!
No quiero hacer spoiler en esta reseña, pero es agradable cuando un escritor te sorprende en la última frase. ¡Me encantó mucho!
Este capítulo en especial me pareció emocionante. Cada vez más dentro de la mente de un protagonista bastante astuto. ♡
Me encantó este capítulo. Cuando uno lee libros de policiaca/crimen, normalmente ya son criminales expertos, pero aquí se ve cómo Nicky va perfeccionándose después del cagadero que hizo primero. Me encanta.
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.