alicialeben Alicia Lebén

Relatos contados mientras se atraviesa la tormenta.


Cuento Todo público.
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Hipocondríacos

En definitiva no sé lo que me pasa –grita Paula por la ventana mientras se toma el café de la mañana con las últimas galletas que quedan en la alacena. Hace un par de meses estaba recorriendo el mundo con una mochila al hombro y su Smartphone vomitaba instantes de miles de lugares extraordinarios, momentos inolvidables.


Las observo una a una, recuerdo el viaje a Cancún, Barbádos, Honduras y a la India, ese extraordinario olor a gente en el metro de las grandes ciudades, que ahora no se siente en el aire, me quede detenida en el tiempo.


– ¿Pero era genial no? Nos divertíamos demasiado, los días y las noches se sujetaban a la atmósfera mientras nosotros dábamos tumbos, mientras hacíamos ruidos por doquier y nos creíamos dueños del mundo. –claro lo éramos. Los viajes se han reducido ahora solo a mi mente maníaca, ahora sueño todos los días escalando montañas imposibles, sabiendo que ahora ellas reposan tranquilas sin avistamientos, escucho los hermosos ríos sonar en mi cabeza cuando abro la llave y lavo alguno que otro traste de la noche anterior, me lavo la cara con fuerza para ver si tal vez sigo soñando y despierto en el desierto de algún lugar muy lejano observando las arenas infinitas y viendo acercarse como agua algún vecino amable que me salude a lo lejos con un idioma incomprensible.


No observo noticias hace años, pero ahora es imposible no toparse con algo, como esa piedrita en el zapato que no te puedes sacar mientras caminas y sonríes como si nada pasara, tan tranquila.

Mi mochila ha sido puesta en cuarentena, no encuentra su lugar entre tanta quietud y está deprimida, yo la consuelo en las noches mientras fumamos un cigarrillo y observando el humo, me imagino que así se va la vida, extraño a las personas, con las que poco hablaba y los momentos que ahora solo quedan en la instantánea, en el artefacto.


Lo mismo le pasa a Jorge, el tan puesto, con ese traje, con la laptop y su café sin azúcar. Es difícil vernos a diario, se supone que estamos enamorados y decidimos compartir la vida, pero no sé si hasta ahora lo habías hecho realmente.


Tú en tus cosas y yo en las mías –decía, mientras se cepillaba los dientes y se despedía con un tierno beso en la frente a sabiendas de que volveríamos a vernos un no sé cuándo. Claro yo tampoco era diferente, trataba de besarle los labios lo menos posible para no extrañarlo de vuelta en otro lugar, eso no me era útil. Me encantaba escucharlo hablar en inglés fluido con sus clientes de cabecéra, esas líneas de corrido en otro idioma que yo había aprendido hace mucho tiempo y que solo usaba para comunicarme en todos los lugares donde no se conocía mi lugar de origen, ese desconocido paraje para muchos que también era mi hogar.


Jorge reniega un poco de las decisiones del gobierno, le parecen innecesarias y a veces insuficientes, yo entiendo que se sienta como un prisionero de guerra, sin armadura y su fuerza mermada a una cama cálida y la compañía de nuestro gato Euclides.

!Ese gato sí que disfruta la vida!, creo que eso es lo que más enferma a Jorge, no sabe cómo sentirse cómodo con él o conmigo o con Euclides. El perro del vecino ladra mucho, yo me asomo a la ventana porque esa quietud me enferma un poco también, el bullicio de Oreo, el perro me tranquiliza.


–Claro ahora no solo el inglés se entiende sino que miro las noticias en francés e italiano y aunque solo he tomado algunas de sus palabras para elevar mi coeficiente social o enamorar alguna chica que desprevenida deje caer sus murallas y entrar mi intelecto –Porque indiscutiblemente soy más que eso, esa foto que todos miran, ¡Que elegancia, que garbo, que hombre! No por nada tengo muchos siguiendo mis pasos – dice orgulloso, sacando pecho y observando que los días de encierro les están dañando la panza.


Las noticias en francés se escuchan delicadas y no por nada es el idioma del amor, aunque poco de eso se habla estos días – le digo, riendo un poco mientras lo observo por el espejito pequeño y me maquillo un poco los ojos.


Esta mañana mientras intentábamos ponernos de acuerdo con la película del día –Jorge hecho un suspiro al aire y musitó algo suavecito –Paula el despertar de hoy nos ha vuelto hipocondriacos, ahora me siento enfermo a toda hora, un estornudo para que mi cuerpo depure lo que le molesta –Como es natural claro, ahora es todo un problema, me tomo la temperatura cada dos horas esperando que la maldita raya no supere los 36 – claro tampoco es la primera vez que no deseo pasar ese número.


En mi cumpleaños 35 pedí suplicante no envejecer porque que sería de mí cuando los mejores años se disiparan y solo quedara yo, sin fotografías insinuantes y con esa belleza que solo da la juventud, que sería de mí solo ante el espejo observando mi humanidad, esa que consideraba tan ordinaria.


Estamos enloqueciendo, no se tal vez. Miro las noticias para tratar de entender que sucede, me siento enferma de mí y de él, de nuestra incapacidad de adaptarnos al mundo, de compartir con los otros, de ser familia. La enfermedad se agrava porque siento que no solo nos pasa a nosotros, la gran mayoría de mis vecinos parecen intentarlo, pero con una amplia probabilidad de fallar en el curso, unos con sus hijos y las incómodas conversaciones, el aprendizaje natural que se pasa entre generaciones y que parece se había olvidado por el transcurrir normal de la vida.


Sofi, mi hermana esta curada, es de las pocas que se asombra y sonríe cuando la naturaleza canta en las mañanas y adora el silencio de las calles, la vida esta tomando su curso natural , esta retomando su espacio –dice sonriendo de oreja a oreja y los hoyuelitos que se le forman en las mejillas parecen reflejar algo de la luz matutina. Me abraza fuerte y me dice que me tranquilice, que la enfermedad solo esta pasando en mi mente, que no solo es el visitante de los cuerpos humanos que amilana nuestras fuerzas, es esa necesidad nuestra de controlarlo todo, suéltate– dice mientras baila una salsita de Willie Colon y se fuma un porro, Jorge la reprende, le dice que no está bien que se tranquilice de esa forma, que debe sentirse enferma, hipocondriaca como todos, que esa es la norma.


Sofi se ríe un poco tratando de no faltarle al respeto, me mira con las pupilas agrandadas y me besa las mejillas, se alegra por verme después de años, palmea en la espalda a Jorge y lo llama“ muñeco” le dice que se relaje, que distensione el músculo, que ya tiene más de 36 y aún así no está enfermo, que los estornudos esporádicos y las tosecillas en las noches solo son espasmos del cuerpo, que se asome a la ventana y aspire ese aire que se cuela más puro que nunca, que escuche el cantar de las aves que remplazan el clapson de su auto último modelo y el ruido de los transeúntes, que aspire la vida como si se fumara un porro, que deje salir la luz de los hoyuelos de su mente, que recuerde que a eso hemos venido, que el aprendizaje no es fácil y duele un poco, presiona el pecho, pero no es el visitante, es la vida misma, que te presiona para que despiertes, te hagas uno con el mundo, dejes de separarte del cosmos y de la creación misma.


Paula y Jorge miran a Sofí con cierta serenidad, esperando que arroje el virus que la corroe, las incansables quejas y sufrimientos que aquejan a sus amigos y vecinos hipocondriacos, en vez de eso , Sofí vuelve una sonrisa y mirando el firmamento despejado de la metrópolis mientras la lluvia empieza a caer y hace ese sonidillo que suelta las enredaderas del alma, arroja la cura, se deja llevar por el silencio y con la serenidad fuera de la hipocóndria, une su cantar con las aves del jardín vecino.


Alicia Lebén. Derechos reservados 2020

13 de Abril de 2020 a las 11:07 2 Reporte Insertar Seguir historia
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Proséf Chetai Proséf Chetai
Hola, Alicia. Saludos. Me agrada tu prosa. Es fluida, con ideas interesante. Atrayente perspectiva. Quizás sugerirte revises el uso de algunos signos de puntuación. No sé si, desde mi distancia, le restan algo de brillo a tu sugerente narrativa.
April 14, 2020, 12:09

  • Alicia Lebén Alicia Lebén
    Muchas gracias por tu comentario. Ya realice las revisiones y si se me habian varios sin la tilde y algunos signos de puntuación. Muchas gracias por tu ayuda en el aspecto gramatical, que a veces se le pasa a uno por publicar y no hacer una revisión posterior del texto. Me alegra mucho que te haya gustado y gracias por leerme. April 17, 2020, 11:35
~

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