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¿Vivimos un verdadero cristianismo? A veces, el concepto de cristianismo en el cual vivimos parece más un juego que un estilo de vida.


No-ficción Todo público. © Daniel Alejandro Mendoza Chablé
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Prefacio

De acuerdo con Bonhoueffer “La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia” (2004). La llamada a seguir a Cristo, no es algo tan sencillo como se aparenta, como se dice ni cómo se estima ser. Sigue a Cristo y te irá mal, es lo más certero que puedo decir; el Cristianismo de hoy en día ha olvidado tres grandes verdades; El costo del pecado, el seguimiento a Cristo y la vida de los primeros Cristianos.

A través de un largo proceso de estudio, observación y minuciosa atención al Cristianismo de hoy en día, contrastando con un estudio personal de la vida, muerte y resurrección de Cristo, la vida de los apóstoles y la Iglesia primitiva, es que sostengo el olvido de las tres grandes verdades olvidadas por los Cristianos contemporáneos. La pérdida de una convicción verdadera, es lo que podemos notar entre un Cristiano de hoy en día, en contraste con uno de los primeros Cristianos de la Iglesia primitiva. El seguimiento a Cristo es una de las más grandes hazañas que el ser humano puede realizar, en principio entendemos que no somos nosotros quienes decidimos seguirle, sino que es Él quien nos llama a su seguimiento.[1]

En términos griegos, “Cristiano” se traduce como “cristos pequeños”. Un Cristiano verdadero busca el amor, padecimiento y martirio de Cristo mismo, pues el camino al seguimiento a Cristo está lleno de adversidades, mártires y pesares, decir que el seguimiento a Cristo es una vida llena de alegría y prosperidad no es más que la portada de un falso evangelio. Entender el significado del seguimiento a Cristo nos prepara para las batallas venideras. Considero las tres grandes verdades olvidadas por el Cristiano contemporáneo por lo siguiente:


Primero, El costo del pecado fue tan alto que Dios mismo fue humillado, golpeado, torturado y crucificado para hoy en día poder ser Salvos por medio de la fe,[2] dicho precio fue precio de sangre, un precio alto, un precio que nos perseguirá hasta el día del juicio final. Cristo acepto este precio, debido a que el costo del pecado era tan alto que ningún ser creado era capaz de cargarlo ni de soportarlo “por amor a nosotros se hizo pobre…”.[3] Este sacrificio va más allá de nuestro entendimiento. Es un sacrificio que ningún otro podía hacer. Solo Cristo era capaz y no titubeo al hacerlo.


Segundo, el seguimiento a Cristo, por otra parte, implica una vida devastada y atacada constantemente por el tentador del mundo, implica una vida de constantes pruebas y tribulaciones[1], las cuales nos ayudaran a llegar a la altura del varón perfecto.[2] El llamamiento al seguimiento de Cristo más bien es un llamado al martirio mismo, un llamado al padecimiento y la persecución humana, esta misma condición podemos observarla con sus primeros discípulos, en sus doce apóstoles para ser más preciso, tal y como nos lo expone MacArthur[3]; dicho padecimiento no es por castigo o impiedad por parte de Cristo hacia sus seguidores, sino es por causa de la cruz, por causa del precio de sangre, por causa de su amor mismo el cual nos perfecciona a través de múltiples pruebas, no probándonos más allá de nuestra capacidad.[4]


Tercero, la vida de los primeros Cristianos no es en nada parecida a la vida de los Cristianos contemporáneos. Es verdad que los tiempos y condiciones sociales así como las necesidades culturales y humas han cambiado, sin embargo, esto no es argumento convincente para justificar nuestro descuido hacia la adoración, seguimiento y entrega completa a Dios; los principios del seguimiento y entrega a Cristo siguen vigentes tal y cual Cristo mismo los enseñó, tales como el camino que debemos tomar,[5] el amor que debemos mostrar[6] y la convicción con la cual debemos de vivir[7]. Los primeros discípulos de Cristo hicieron y practicaban todo lo que su maestro les enseñó sin excepción alguna; si estudiamos el libro de hechos podemos apreciar cómo era la vida de los primeros creyentes y por cuantas tribulaciones y persecuciones pasaron los apóstoles de Cristo; y durante muchos años, si estudiamos la historio del cristianismo del primer siglo, la historia de la reforma y la santa inquisición, podremos darnos cuenta de una entrega completa, de un seguimiento al martirio y un amor inmenso hacia Cristo Jesús por parte de todos sus seguidores, lo cual, se ha perdido en la vida de los Cristianos contemporáneos.

Por qué llamarlo cristianismo contemporáneo. Propiamente contemporáneo es un modo de estar en el propio tiempo, que implica una relación de distancia y diferencia entre lo pasado. Un cristianismo contemporáneo puede considerarse aquella parte de los creyentes que vive ignorante hacia los principios bíblicos y enseñanzas de nuestros antepasados, viviendo de acuerdo al hoy y no a las enseñanzas del pasado.

[1] Hechos 12:22


[2] Efesios 4:13


[3] Doce hombres comunes y corrientes – John MacArthur, 2004.


[4] 1 Corintios 10:13


[5] Mateo 7:14


[6] 1 Juan 3


[7] Mateo 6:33, Filipenses 4:8, Mateo 26:41, Efesios 6.18

[1] Juan 15:16


[2] Efesios 5:8


[3] 2 Corintios 8:9

31 de Marzo de 2020 a las 01:39 0 Reporte Insertar Seguir historia
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