Es duro vivir en una sociedad en la que, en medio de una crisis, se busca politizar la situacion; buscando medidas para un problema que tenemos que solucionar entre todos.
Los datos estaban ahí y no supimos verlos. Empezó en Asia y ahora se fue a Europa, y quien sabe si en Latinoamérica (donde se encuentra un servidor) podamos solucionarlo. Para ser honestos, la historia dice que probablemente no.
¿Por qué somos así? cuesta pensar que entre tantos avances que hemos hecho estos últimos años caigamos en una trampa tan fácil, para la cual estamos diseñados genéticamente. La que era, en un principio, nuestra principal motivación para sobrevivir; aunque, haciendo un paréntesis, quiero ser sincero y ser optimista. Quiero decir, si caemos en trampas tan fáciles y aún así estamos tan avanzados, es casi imposible que este mundo no vaya a ir a buen puerto. Una lástima que nuestros mayores no vayan a saber lo que sería vivir en ese mundo, a posteriori hermoso. Empezaron viviendo en una época de guerras y tensiones, y al parecer morirán así, justo como empezaron.
Algunos ya se fueron (como mi abuela, en paz descanse), y escribir párrafos como este último me shockea un poco, pero es la verdad: no está diseñada para que nos guste, simplemente es la verdad. Y nosotros decidimos si aceptarla o no.
Cuando termine de escribir esto y lo publique, me abstraeré más temprano que tarde, y las cuatro paredes de mi habitación me mirarán frías, haciendome sentir miserable. No lo vi venir. Pude haber hecho mil cosas diferentes: Publicar la novela, salir más con mis musas, limpiar mi casa, escribir el triple, estudiar menos y decidir más; en fin, mil cosas más. Y ahora tengo ganas de hacer todo esto, pero qué horrible que la única manera de ayudar sea, precisamente, quedarme en casa.
Y te preguntarás después de todo esto ¿por qué, si te sientes tan mal por el coronavirus, te sientas a escribir sobre ello? y eso es lo peor de toda esta situación. Me sentiría mucho mejor si le escribiera a la pandemia (o mejor dicho, a esta pandemia), pero no. Le escribo a la soledad que sufren las personas mayores. Ese sufrimiento duele más que cualquier neumonía. Y lo peor de todo es que, lo que escribí arriba aplica perfectamente a esas pobres personas.
Le escribo a mi abuela, con la que no pude conversar nunca porque se fue demasiado temprano. Y pude haberle mostrado mi novela, pero ahora ya no puedo. Ahora la única manera de defender su legado es confinándome en estas barreras.
Si tengo que darte un mensaje, sería que cuidaras de esas personas. Durante miles y miles de años, unirnos nos ha hecho felices, y tu compañía tal vez sea el mejor regalo que le puedas dar a tus seres queridos, sobre todo los de más edad que tú. Vuelve a leer el texto y aprende de mis errores. Aprende de nuestros errores.
Gracias por leer!
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.