Se sentía como si se pudiera volar. Todo era liviano, tan liviano que parecía estar sobre una nube. ¿Así era la muerte? Un beso frío en su mejilla y la soga en su cuello tiraría de ella.
Se relamió los labios y sabían tan salados que sintió como si la lengua se le agrietara, su boca estaba reseca. Lento, tan lento abrió los ojos como si recién despertara del más largo sueño que jamás haya tenido.
Todo es tan borroso, ¿qué son esas sombras que parecían estar sobre ella? ¿Son los fantasmas que vienen a guiarla al infierno? No imagina un infierno peor que el de la soledad.
Sus ojos de grises poco a poco fueron recuperando la nitidez de los colores y sus pupilas dejaron pasar la luz. El lugar olía a medicamento pero no era algo nuevo para ella que poco le importó.
Las miradas seguían en ella y entonces vio que eran varones y... ¿un oso? a su alrededor, rostros desconocidos ¿Dónde estaba? Tantas preguntas, tanta confusión en su cabeza y ella sin rastro de tener fuerzas siquiera para decir alguna palabra al azar.
El pecho le ardía; era tener el fuego dentro y que éste quisiera salir, buscando la salida mientras marca su interior. El aire comenzó a faltar y se notaba en su desesperado intento por respirar que incluso abrió la boca en búsqueda del oxígeno.
Un sonido peculiar despegó con locura cuando ella comenzaba a perder el control, ese sonido lo conocía bien; era una máquina para medir sus signos vitales, ¿estaba en un hospital? Pero ellos no parecen doctores. No son doctores, ella estaba por convulsionarse y ellos comenzaron a correr mientras gritaban en llamado a alguien.
—¡Capitán! ¡Capitán!
Entonces lo vio, un hombre con el rostro estoico, más alto a excepción del oso, se acercó con una jeringa, y ella no podía decir nada, no podía ni expresar el miedo que estaba sintiendo en ese momento. Todo comenzaba a nublarse otra vez.
Sintió el pinchazo en su brazo y la desesperación fue abandonando su piel poco a poco. ¿Una clase de sedante o algo así? Los párpados comenzaban a pesarle pero se negaba a volver a dormir, ¿y si nunca más volvía a despertar? ¿O está dentro de un sueño y está a punto de despertar?
—¿Cómo te llamas?
El hombre le habló mientras descubría su pecho y colocaba el frío metal del estetoscopio en la cercanía de su corazón. Sus pupilas miraron hacia los lados y a duras penas pudo girar un poco el rostro. Ya nadie estaba ahí más que ellos dos. ¿En qué momento se fueron todos?
—Yo... no lo sé —Era un extraño sentimiento de pérdida, por más que intentara hurgar en su mente no podía encontrar algo... no había nada, todo parecía blanco y negro—. No sé cómo me llamo —La desesperación volvió en forma de voz, su débil voz y la frustración se formó en lágrimas.
Él no dijo nada pero la apoyó contra su cuerpo varonil para poder revisar su respiración, colocando el mismo metal frío en su espalda, fue cuando recién se daba cuenta que la tenía prácticamente entre sus brazos porque parecía más como un peso muerto.
—Tranquila, soy doctor —Dijo a modo de consuelo, porque la mujer había comenzado a sollozar, estaba con un montón de extraños y ella misma se había vuelto una extraña.
—¿Un doctor?
—Mi nombre es Trafalgar Law.
Gracias por leer!
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