Subía la escalera de su edificio cuando se vio a sí mismo entrar por la puerta de su casa. Imposible. Al traspasar el umbral de la entrada inspeccionó, con el corazón en un puño, la vivienda. Nadie. De repente oyó una voz detrás suyo, su voz.
— ¿Quién eres? —. Buena pregunta.
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