aldec01 Aldeco René

Busque las respuestas más allá de los limites, surcando el horizonte y acariciando las nubes. Indague en todo absurdo pasajes que nombra un ser supremo y solo escuche los malos chistes de unos cuantos mojigatos que dicen hablar en su nombre.


Cuento Todo público.

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PIEDAD


"No creo en Dios, me aburre".

Albert Camus


Recorriendo las calles que solían dar lástima a mi recuerdo comencé a observar que en muchas de ellas los jardines florecerían de maneras peculiarmente hermosas, ahí donde los detalles minúsculos no pasaron inadvertidos y el olfato se deleitaba en la mezcolanza de aromas brindados por flores del paraíso, rosales, girasoles y la tierra mojada. Dentro de mi rutina se postraba inamovible una majestuosa obra arquitectónica de fachada gótica, contraste grisáceo y memorias absurdas e historias cortas, solía estar repleta de mojigatos intentando llamar la atención, de caras falsas, de ancianas mal encaradas, de niños ingenuos y uno que otro sujeto que suele asignar nombres a lugares que jamas vio construir. Mis confrontaciones seguían a mi lado repitiéndome que lo había perdido todo, que nadie querría estar conmigo sabiendo que no podía ofrecer nada; estaba desesperado buscando la verdad y un alivio a mi porvenir. Solo quedaba la opción que algunos escupían después de besar un rosario, acumulada entre el cuchicheo de exigencias y errores ajenos. Tal vez podría estar dispuesto a escuchar las palabras de su amigo imaginario, de ese que llamaban supremo e incomprensible y del cual era una injuria el atreverse a negarlo. A pesar de no ser capas de comprender la existencia de alguien superior a mis capacidades o las de otros, esto solo seria una opción que podría definir todo o nada. Comencé a caminar rumbo a la enorme entrada que daba acceso a tantos y tantos peregrinos jadeantes, apreciando el excesivo aroma a incienso y el tintineo de algunas monedas. A lo lejos, una mujer se percato de mi llegada, parecía andar en los cuarenta ya que su sonrisa dejo ver ciertas lineas de expresión, comenzó a acercarse a mí a pesar de la indiferencia y al estar a un lado interrumpió mis ideas:


–Buenas tardes, ¿a venido a charlar con Nuestro Señor? –Desenvainando una sonrisa al preguntarlo–. Debo decirle que él nunca se negaría a usted en su inmensa benevolencia, conoce nuestros errores así como a cada uno de nosotros; usted no podría pasar inadvertido a los ojos de quien lo ve todo. Naturalmente ha llegado por temor y busca la absolución de sus errores, es por ello que debe saber que esta regresando a casa y que de nuevo podrá besar la mano del primer padre. Es bastante notorio que ha estado lejos por mucho tiempo, que en la senda dejo atrás la cruz al no saber que su camino se trazo por las patas de un cabrío...


No pretendía seguir escuchando a la emisaria y vocera de cuentos antiguos, me dispuse a entrar al castillo forjado con la riqueza de los pobres y la saliva de los estafadores. Era un lugar repleto de relatos eróticos, de pecados mal expiados y alguno que otro arrepentido al intentar hacer el mal. El silencio, la soledad y el eco del viento se aglomeraban en las paredes, mientras la llama de decenas de velas me señalaban la salida.


–Eme aquí –presentándome sin decir mi nombre–, buscando tus palabras y no la mofa que nos narran en unas tontas fabulas. No he venido admirarte boquiabierto en una escultura ni mucho menos a ver los retratos de los que quisieron imitarte, estoy presente intentando tocarte para cerciorarme que puedo salvar mi fe. Tú eres quien ordena el caos, la esencia que gobierna a la muerte, la esperanza en cualquier palabra, él que en la nada lo tiene todo y en su semblante se conoce la verdad. De ser así, muéstrame el infierno al sujetar una piedra y el paraíso al arrojarla, explícame tu origen y el capricho de la creación, besa mi mejilla después de abofetearla, abraza la eternidad conmigo al navegar sobre mis dudas y absuelve al poeta que no te conoció.


Mis palabras terminaron en la punta de aquellos pináculos escupiendo blasfemias al rosar el cielo, cada voz en mi conciencia tenia algo que decir, pero no habiendo ninguna respuesta continué:


–¿Tú eres la excepción de todos ellos? –Pregunté al observar absorto mi rededor –. ¿Naciste de la voz de los desdichados o solo eres el pretexto que suelen utilizar unos cuantos? ¿Por qué tú callas y ellos mienten en tu nombre? Anhelo escucharte y complacerme en cada una de tus palabras, pero sigo perdido y mis dudas se aferran. ¡Maldición! ¿El incomparable, eterno y justo se niega a dar una respuesta? Comprendo que aquellos que se refugian en ti imploran salvaguardia y están dispuestos a transformarse en lazarillos o eunucos, sosegados buscando compartir todo lo que otros no necesitan a costa de un precio que nunca impusiste.


Aglomerado de errores en mi insatisfecho cumulo de necesidades, una lagrima recorrió mi mejilla y cayó en mi boca deformando mis labios en una mueca. El silencio me aplastaría sino me alejaba pronto, los retratos de unos cuantos mártires aun me miraban y las largas bancas se apilaban en grupos inamovibles. Di un paso atrás dispuesto a salir, cuando de pronto un hombre de cara ancha, pelo corto, ojos pequeños y papada prominente estaba a mis espaldas, la luz que entraba por la puerta marcaba su silueta voluminosa y su andar lento que parecía flotar al estar cubierto por su alba. Se presento como el Padre Orizto mientras limpiaba una estola, alzo el rostro cubierto por su propio sudor y me contesto una sola de mis preguntas:


–Él ya te ha respondido pero tú no quieres escucharlo. La única razón por la que has venido a este lugar es porque él te guió, tal cual como ha hecho con otros al ignorar la dicha en su palabra. No te ciegues, nos creó como seres a su imagen y semejanza, dotándonos de todo lo necesario para ser felices a costa del más grande de los sacrificios. Nos mostró el amor con su ejemplo separándonos de todo lo innecesario, brindo y compartió por igual, cargo en la cruz con todos nuestros pecados y nos perdono a pesar de maldecirlo.


–¿Y el libre albedrío para qué? –Lo cuestione al mirar la figura de un hombre perfecto clavada a la cruz–. Esa imagen que se postra frente a nosotros no es mas que un estúpido estereotipo, a muchos nos provoca rabio y algunos tontos lastima. ¿Acaso usted no lo ve igual padre? La duda y el conocimiento son hermanos que nacen de la misma cuna, se necesitan el uno al otro para forjar los cimientos de una conciencia y proclamar todo a su nombre.


–La duda es tu única tortura –me respondió dejando de lado su tarea–, pues de ella no has obtenido nada. Puedo ver como te subyugan tus propios pensamientos al intentar obtener una respuesta, pero existen infinidad de preguntas que nacen o mueren en épocas distintas sin obtener un conjunto de letras que las sustituya. Él creo y dispuso, nosotros lo ordenamos, por lo tanto, no es ningún verdugo. Jamas averiguaremos quienes llegan al mundo de la mano del Arcángel o en el regazo de Mefisto.


Un viejo me amedrentaba con un demonio inventado en el siglo dieciséis, poco falto para que me riera; contuve la respiración por un momento y después exhale lenta y silenciosamente dejando escapar mi respuesta:


–¿Cómo es posible juzgar? Hombres o mujeres son concebidos en la ignorancia, rodeados al nacer por mitos ascendentes en vez de un instinto por sobrevivir, son envueltos en harapos y pasados unos años son obligados a repetir oraciones que no comprenden. Desgraciadamente el libre albedrío no es un don, es una extremidad de la conciencia que se corrompe por ideales antagónicos, los cuales se han utilizado mucho antes de dar forma o nombre a su Dios en esta tierra de nadie. No existen acciones malas o buenas, solo pretextos y fantasías.


–La conciencia nace a partir del bautismo –defendió el sacerdote al encender un cigarrillo y acercarme la cajetilla–, en ese momento es cuando se abstrae la fe y la dicha se engendra. La vida se conforma por aquellas etapas establecidas en viejas memorias, nada puede pasar inadvertido al destino, formamos parte del rol que nos permite vagamente creer que somos independientes.


–Desde luego ­–respondí a mi interlocutor al encender el cigarrillo que anteriormente me había ofrecido–. Somos el juego de azar que divierte a tu señor, repartidos por doquier escuchando farsantes de lengua larga. ¿Cuantos prejuicios anteponen antes de llevarme a ser juzgado en el cadalso? No existen errores ni fenómenos al ser creados a semejanza, me parece absurdo tachar de desviado al que implora el amor de otro sin importar la orientación. Solo queda aclarar que nosotros no somos el resultado de un absurdo aquelarre o de errores pasados, algunos tenemos el valor de salir y cuestionarlo todo, mientras otros se disfrazan en túnicas blancas o vestidos negros.


–¿Acaso te escuchas mientras dices todas esas atrocidades? –Frunciendo el ceño al contestarme y tirando su colilla al suelo–. Se corrompe a la naturaleza con tan aberrantes ideas y ni que decir del lo detestables que son, todo lo que has mencionado no hace más que contradecir lo ya establecido. Por ellos, ciudades como Sodoma han desaparecido y otras tantas son olvidadas dejándolas a su propia suerte; no existen los errores, solo decisiones que nos acercan o nos alejan de nuestro origen.


–Ciudades eternas y malditas en las memorias de los que las extrañamos –recordando viejas escrituras al mencionarlas-. El origen del todo se narra en una piedra y se preserva en una gota de agua, de ahí es donde venimos y a ella regresaremos, solo hace falta terminar un juego sin reglas que solemos llamar vida.


–¿Has venido en busca de ayuda, de respuestas o solo a juzgarlo todo? Nosotros solamente acarreamos conciencias errantes que han creído estar lejos de los preceptos de Dios, seres mediocres y constantes, muy similares a ti. Ustedes han sido el eco del hijo predilecto, los que retomarían su camino al escucharnos dispuestos a conocerlos a pesar de ser distintos. No estamos libres de cometer ningún error, ello no quiere decir que seamos pecadores o unos santos, solo haría falta estar verdaderamente arrepentidos.


–¿Arrepentirse? –Repetí al analizar por unos segundos la palabra–. El arrepentimiento no es más que la forma en que el hombre denota su ignorancia: "mas vale pedir perdón que pedir permiso".

¿Él de que se arrepentiría? ¿De nada? Yo tampoco lo haría si tuviese a mi disposición este circo, seria maravilloso admirar de rodillas todas las aberraciones, lo errores, la desdicha y la muerte.


Necesitaba una pausa, empezaba a perder los estribos y mis manos tiritaban. Mire a mi rededor intentando dar un respiro, pero volví repentinamente al quemar mis dedos con la colilla del cigarro.


–Somos auténticos y desagradables, eso es algo que ni su Dios ni ustedes podrían comprender. No conocemos la unión eterna de dos seres en una vida plena, mucho menos entenderíamos que tres formasen uno; nosotros no le pertenecemos ni le debemos alguna cordialidad.

Imagine que no existiera el miedo, que fuésemos capaces de comprenderlo todo al analizar detalladamente sus formas y comportamientos. Lo único que mantendría en pie este lugar seria la ignorancia y no la duda, pues si este fuera el caso, jamas se habría erguido este mausoleo y por el contrario, estaríamos en la búsqueda de la verdad y la felicidad.


–Llegaste aquí buscando la verdad y solo te burlaste de todo –agachando el rostro al hablar y moviéndolo de un lado a otro–, por algo se que no somos iguales, ustedes son de un linaje que se encuentra debajo de la tierra y por el cual jamas podrían llegar al paraíso. La divinidad los mira de reojo mientras ustedes asechan al cordero extraviado, no esta obligada a traerlos de regreso si ellos no lo desean, solo esta ahí para actuar acorde a la decisión o regresar tranquila mientras ustedes se sacian.

Cualesquiera de tus banales e ilícitas ideas no podrían dejar de lado miles de años de fundamentos, doctrinas, disciplina y fe, pues no solo se trata de hablar de la trinidad sino de morir orgullosos para regresar al barro, las caricias y los detalles.


–Tal vez me equivoque, pero en usted no encontré la verdad –agachándome a recoger mi colilla–, las respuestas están dentro de mí y no en una oración escrita por un fanático. No estoy dispuesto a seguir repitiendo lo que por tanto tiempo avivó las hogueras, aquello que consumió mentes brillantes y me negó la progenie de Filippo. El razonamiento gobernara al afirmar que la teología nunca a sido inherente al ser humano, pero esto no sucederá hasta lograr la expulsión de la bestia que todos han creído triunfante.

Gracias por tan amena charla padre, la cortesía es un don que esta de parte de ambos, espero volvamos a encontrarnos. Mis dudas aun me aglomeran y debo encontrar la esperanza, quedan muchos lugares por visitar en tierras desoladas, afortunadamente se aproxima el heraldo del atardecer cantando un poema a la luna.

28 de Diciembre de 2019 a las 04:16 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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Aldeco René Permíteme contarte todas aquellas historias sin final feliz.

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