vvcastell V.V Castell

Suspiros que brotan de labios enamorados. Corazones que laten a un compás que para muchos es irrelevante. Besos ya sean dados, recibidos o robados. Caricias etéreas, algunas de pasión, otras con anhelo. Todo causa del amor. Pero nunca habrá amor más puro, que el de una madre, algo indescriptible e irrompible. Solo suyo. (...) Portada por @MiliArontico en Wattpad


Romance Romance adulto joven No para niños menores de 13.

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I

15 de octubre del 2019. 213 días antes.

Las náuseas y el sentimiento de estar más hinchada que cualquier otro día me torturaban mientras me mantenía en una posición fetal en mi cama con los brazos firmemente aprisionando mi vientre, como si eso fuera a aliviar mi dolor de forma milagrosa.


Y por un segundo fue así, hasta que de un salto me levanté en dirección al baño para botar lo que mi estómago había retenido desde la mañana en el desayuno; con lagrimas bañando mis mejillas y la bilis quemando mi garganta, sintiéndome lo suficientemente enferma como para querer llamar a mi hermano pero no tener las agallas de molestarlo. Así en unos tambaleos y con la vista nublada logro llegar a mi cama y tomar mi teléfono.


Tenía una opción, podría llamar a Richard, su mejor amigo, y preguntarle si podría traerle algunos medicamentos para su dolor abdominal, sin embargo, ambos no hablaban desde aquel día que tan escasamente quería recordar. Aun así recordaba los besos incluso con el alcohol de por medio.


Al ver mi menú de notificaciones me sorprendo al hallar una llamada perdida de Richard, así que con rapidez se apresuró a devolverle la llamada, y no fue hasta el tercer tono cuando escuchó la voz de su mejor amigo a través del teléfono.


—¿Hola, Richard? —pregunto con la ilusión bañando mis palabras, esperando por una explicación razonable por la cual la había abandonado aquella mañana en el hotel.


—Ginna, esperaba que pudieras venir hoy a mi casa, Amelia y yo queremos hacer una pequeña fiesta —Ni siquiera un saludo, ni un poco de decencia. Sus esperanzas se marchitaban así como la flor más débil en invierno.


—Supongo que podría ir —susurro afligida, me reconforta el hecho de que me invitara, pero la mención de Amelia solo hace que las náuseas regresen con muchas más fuerzas.


— ¡Genial! Espero verte ahí, no faltes —sin esperar a que respondiera y sin recibir un “Adiós” de su parte, él colgó.


Ok —susurro al vacío.


Su falta de consideración por ella misma la llevó a aceptar esa invitación, tal vez eran las ganas de volver a ver a Richard y poder charlar finalmente sobre lo que pasó era lo que la persuadieron en el momento sin saberlo.


Se levantó con suavidad de la cama buscando no marearse en el proceso, y así decidió usar aquel vestido veraniego que tan bien la hacían lucir, y de esa forma ocultar lo terrible que se sentía bajo las capas de maquillaje que se había obligado a ocupar.


Sin embargo, en el espejo pudo notar algo diferente en su aspecto, un brillo en sus ojos que parecía darle vida a su rostro contrariado por el malestar.


Rápidamente salió de su casa para tomar asiento en su vehículo en dirección a la casa que algún día había compartido con su mejor amigo.


Al llegar agarró una profunda inhalación y salió del auto llegando a la puerta y tocando el timbre. Amelia como siempre la recibió en la entrada con una adorable sonrisa que hacía que sus ojos azules se achinaran, su cabello rubio y las pecas que tenía la hacían parecer una niña llena de vivacidad. Lo reconocía, la esposa de su mejor amigo era bella.


— ¡Ginna! Estoy muy feliz de que llegaras, estábamos a punto de dar una noticia, eres la última que ha llegado, pasa, esta es tu casa.


—Gracias —Y que tan suya había sido esa casa antes de que ella se apareciera por ahí.


Esa casa tenía tantos recuerdos. Richard y ella la habían remodelado ellos mismo, y la habían comprado con los ahorros que obtuvieron de los esclavizantes trabajos que mantuvieron durante la universidad. Ella amaba esa casa con todo su corazón, y pese a todos los buenos momentos que tuvieron ella y Richard, él no dudó en pedirle que se fuera en cuanto empezó a salir con Amelia. Y le había dolido muchísimo.


Lyna, Daniela, Richard y John se encontraban charlando en la sala con una copa de vino cada uno en mano. La música sonaba y todos parecían muy alegres.


—Amor, mira quien llego, Ginna —Richard volteó y miró en mi dirección, sentí su sonrisa decaer y volverse tensa, falsa.


—Hola a todos, lamento haber llegado tarde —comente con naturalidad, ignorando lo acontecido.

—Bueno, como decíamos Richard y yo, creemos que ya era hora de ampliar la familia entonces desde hace unos meses lo estábamos intentando y pues… ¡Estoy embarazada de tres meses! —todos gritan de alegría y Richard abraza a Amelia por la cadera. Me sorprendo y no hago comentario alguno, Richard nunca había mencionado estar planificando tener hijos, es más, recuerdo una conversación entre ambos en la que aseguraba querer enfocarse en su carrera.


— ¿No estás feliz Ginna? Serás tía —Richard se dirige a mí por primera vez en la noche.


—Lo estoy, solo un poco sorprendida, felicidades a los dos —levanto mi copa y doy un largo sorbo, llamando la atención de los presentes. Nunca he sido de tomar alcohol. Poso mi mirada en el apenas visible bulto del vientre de Amelia tragando en seco Será un bebé muy lindo. Lamento ser descortés pero debo irme, tengo unos asuntos que tratar del trabajo.


—Adiós Ginna, gracias por venir —Amelia me sonríe dulcemente acariciando su vientre, me obligo a devolverle la sonrisa, sin mostrar los dientes. Antes de salir por la puerta, le doy una última mirada a Richard, quien me mira extraño, y por primera vez me da una mirada que simplemente no puedo interpretar, para al final decido ignorarlo, saliendo sin mirar atrás pero desean tantas cosas.


Entro al auto y apoyo mi frente contra el volante, soltando sollozos. Enciendo el auto y salgo de ahí, fijándome por última vez por el retrovisor.


Él no estaba ahí para detenerme…

11 de Diciembre de 2019 a las 22:21 0 Reporte Insertar Seguir historia
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