El susurro de la serpiente Seguir historia

Ha vuelto la serpiente como siempre a susurrarme desde las sombras. Se desliza hacia mí silenciosa y zigzagueante. La contemplo aproximándose, se incendian mis fascinados ojos y se asoma mi perversa sonrisa. Su serpenteo demoníaco es tan elegantemente hipnótico. Van trepando sobre mí pensamientos impuros e instintivos. Se propaga furiosamente el fuego de mi infernal apetito de pecado, calcinando las repugnantes cadenas de la moral y la culpa.

La serpiente me secretea, me incrusta sus afilados colmillos. Que placentero es sentir como el veneno se esparce hasta saturarme de vigor, rebeldía y lujuria.

El fruto del árbol ajeno reclama mi mordida, sus restringidos labios están tan cerca, dos rubíes suplicándome que me apodere salvajemente de ellos. Nuestras bocas se chocan con la fogosidad de dos almas sedientas de desenfreno y delirio, saboreando el delicioso infierno hasta dejarnos sin aliento.

La serpiente se deleita orgullosa presenciando el incendio de una nueva alma arrastrada hacia el abismo.