pumpcatt Daria Videz Jia

Mak es una romántica, no puede evitar ilusionarse con el primer chico que le preste atención, aun cuando la mayoría con los que ha salido solo la buscan por su mejor amiga. Daniel sale con muchas chicas, le gustan los amores fugaces y sin compromiso, odia las relaciones serias y largas, solo quiere divertirse. Se conocen de manera inesperada y se sienten atraídos el uno por el otro. ¿Terminará todo como las típicas novelas románticas? En las historias cliché el chico siempre se queda con la chica, ¿pero siempre elige a la protagonista?


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Capítulo 1

La lluvia mojaba su rostro, no había visto el tiempo antes de salir de casa y ahora estaba empapada. Apuró el paso, llegaba tarde a la cita con el médico. Como acostumbraba a andar en bicicleta, no sabía cuánto se demoraba exactamente en locomoción, pero eso ya no importaba, iba tarde y si no llegaba pronto no podría ver al doctor.

Decidió apurar el paso aunque le doliera la pierna como los mil infiernos, esto de andar en transporte público la estaba cansando demasiado, y eso que llevaba un día apretujada en el metro.

De lejos vio el consultorio, una edificación cuadrada de dos pisos de color celeste y amarillo, con grandes rejas verdes y unos juegos sobre un pasto tan seco que si llegaba a acercarse con un cigarro podría encenderse en menos de un segundo.

Entró lo más rápido que su pierna le pudo permitir y subió casi saltando la escalera que la llevaba al sector donde la atenderían.

-Hola! Soy Amaike Martinez, tengo hora con el médico Rodriguez. -dijo acelerada y casi sin aliento.

-Llegas con 5 minutos de retraso -la reprende una señora de unos 50 años tras el mostrador. -Le avisaré que estás aquí, espera sentada.

-Muchas gracias.

Mientras esperaba decidió sacar un libro y leer. Estaba por la mitad del último libro de su escritora favorita, Kate Morton, de pura suerte lo encontró en la biblioteca a la que solía ir. Y, para su mala suerte, en la mejor parte del capítulo, escucha que el doctor la llama a la consulta.

-Bien, Amaike...

-Dígame Mak, por favor -le acotó Amaike, no le gustaba que dijeran su nombre completo.

-Está bien, Mak, tu pierna está bastante magullada pero es buena señal que puedas moverla y caminar, solo debes venir a hacerte curaciones diarias y te recetaré unos medicamentos para el dolor, puedes comprarlos en cualquier farmacia.

Saliendo del médico la pierna le dolía mucho más, había pasado a curaciones de inmediato y la enfermera no había sido nada compasiva, solo le faltó sacar la costra que su cuerpo ya había formado, sentía como la venda aprisionaba su sangre sin dejarla pasar . Ya que no tenía su bicicleta, se veía obligada a tomar el carro del infierno, o como muchos le dicen, transporte público de Santiago, tendría que aguantar un largo y molesto viaje.

**

Iba retrasado a su cita pero no le importaba demasiado, ser puntual no era su estilo, excepto si la chica le interesaba demasiado. A ésta no la conocía lo suficiente para saber si realmente le gustaba o no, así que se detuvo en la cocina para prepararse un café.

-¿ Sigues aquí? ¿No tenías una cita? - dijo Israel. Se veía extrañamente arreglado, ya había vuelto del trabajo y a esta hora siempre tenía su pijama puesta mientras veía alguna serie de tv comiendo algo. Israel era el hermano mayor de Daniel, tenía 30 años y con un divorcio en los hombros no se había atrevido a lanzarse al amor de nuevo.

- No es muy importante, no la conozco muy bien aún. - dijo Daniel. Vio que el agua del hervidor estuviera suficientemente caliente y sacó una taza del estante superior. - Y hablando de citas, ¿por qué parece como si tú fueras a tener una? - Daniel miró a su hermano con picardía solo para hacerlo sentir incómodo. Éste se puso rojo y muy nervioso.

- Algo así, invité a una chica a cenar a la casa - dijo ruborizado, mientras miraba el suelo. Hace demasiado tiempo que no tenía una cita y empezaba a comportarse como un adolescente. - Por lo que necesito que te vayas inmediatamente, Ema llega en 15 minutos y no quiero que estés tú aquí para seducirla. Y no me mires con esa cara de inocencia, sabes a lo que me refiero - apuntó a Daniel con el dedo índice y una mirada malhumorada.

-Jamás te haría eso - dijo Daniel con fingida indignación, poniéndose la mano en el pecho. - Pero si es tan importante para ti, terminaré mi café y me iré enseguida.

- Gracias, hermano. Es realmente importante para mí, hace mucho no salgo con nadie y esta chica realmente me gusta, es nuestra primera cita. Además, debo comenzar a salir con chicas, no puedo simplemente quedarme sentado en el sillón viendo Netflix toda la vida mientras mi hermanito menor trae a una chica diferente todas las semanas.

Daniel e Israel vivían en Santiago desde que el primero entró a la Universidad de Chile hace ya 7 años. Su familia es de Concepción, Israel estudió allá cerca de su hogar y cuando a Daniel lo aceptaron en Santiago, a Israel le ofrecieron un puesto de gerente en un café muy conocido del centro, el 'Café Colonia'. Con el sueldo de Israel, les alcanzaba para vivir en pleno centro, cerca del trabajo de Israel y la universidad de Daniel.

- Creo que apuraré un poco el paso, hay algunas chicas que tienen serios problemas con la impuntualidad, no quiero que me bote antes siquiera de saber algo interesante de ella.

Daniel consiguió alcanzar el metro que salía de la estación. Romina era una chica simpática, la había conocido una semana atrás en una fiesta de un amigo en común en la que coincidieron. Cumplía con todos los requisitos para atraer a Daniel, estatura promedio, cabello largo y castaño, curvilinea pero no de manera grotesca y unos ojazos azules que lo dejaron medio atontado, o pudo haber sido culpa del acohol, además de una sonrisa espectacular.

Él acostumbraba a salir con chicas, tenían un par de citas para cerciorarse que eran interesantes y luego las invitaba a quedarse a su casa, tenían sexo por una semana o dos, si es que la chica realmente le gustaba, pero luego el encanto se le iba. No sabía crear conexiones con las personas, por lo menos no románticas, por eso les dejaba bien en claro desde el principio que si ellas buscaban algo serio, él no era el indicado para eso. Solo quería divertirse un poco y tener sexo. Los romances no le venían bien, sentía como si perdiera parte de si mismo cuando estaba mucho tiempo con una chica. Como si ellas absorbieran una parte de él y el absorbiera una parte de ellas.

-Hola, sí, ya voy en camino -habló por teléfono Daniel, tuvo una pausa mientras le decían algo por el otro lado del celular. Hablaba con Romina. - . Sí, también tengo algo importante que decirte - Más charla del otro lado. - . Bien, en cuanto nos veamos conversamos. Adios.

El problema que tenía Romina era que se estaba encariñando demasiado, lo tomaba de la mano y le había dicho una vez cariño. Lo conocía de hace una semana, habían salido tres veces y ya se empezaba a comportar como si fueran novios. A él no le gustaba para nada. Cuando las chicas se hacen ideas que no son y uno luego les dice que las cosas no serán así, pero ellas siguen con lo mismo, terminan lastimadas y el malo de la película siempre es él. Por eso lo dejaba claro desde el principio, les explicaba con distintas palabras, a veces con precaución, escogiendo las palabras adecuadas, otras veces honesta y cruelmente. Con Romina no había tenido oportunidad de decirle, le gustaba salir a fiestas o estar con más personas.

Daniel estaba por llegar, su cita sería en el Florida Center, ella había llegado hace 15 minutos, y por la hora, Daniel creía que no llegaría hasta dentro de 30 minutos. Se le había ocurrido la brillante idea de tener la cita justo a la hora en que más gente había en el transporte público, las 6 de la tarde, hora en que la gente sale de sus trabajos, los jovenes salen de sus escuelas y las abuelitas vuelven a sus casas a preparar la once.

Al abrirse las puertas en metro Vicuña Mackenna, una horda de trabajólicos hambrientos y abuelitas velocirraptor arrastraron a Amaike de golpe dentro del carro, chocando con Daniel que la atajó antes de caer al suelo y sufrir el destino de ser pisoteada por la gente. Y tal como en la película Teen Beach Movie, sondando en sus audifonos Falling For You, Mak llegó a los brazos de Daniel , encontrando su mirada y haciéndola sonrojar por lo incomoda y perfecta de la situación. Por otra parte, Daniel solo vió una chiquilla desaliñada y llena de moretones aferrarse con uñas a sus brazos para no terminar bajo los zapatos de los demás.

Al salir de su romántico y perfecto sueño, Mak se desenredó de los brazos del guapo chico en un intento por alejarse lo más rápido posible y que así la vergüenza, recorriendo su cara, se disipara pronto. Odiaba el contacto físico con extraños y la ponía nerviosa cuando ese extraño era un chico. Daniel rió al ver su abrupto cambio y la ayudó a mantener el equilibrio en el pequeño espacio que las personas apretujadas a su alrededor les dejaban.

-Gracias -dijo Amaike bajito mirando al suelo con vergüenza. Miró a su salvador y quedó completamente petrificada, era el hombre más guapo con el que se había cruzado en toda su vida.

Daniel le sonrió sabiendo lo que ella pensaba, le pasaba seguido que las chicas se quedaban mirándolo como si hubieran visto el mismo cielo, una posible presa se estaba mostrando ante sus ojos. Un pequeño anhelo de no quedar como tonta mirándolo hizo que la voz de Mak se hiciera presente.

-Disculpa por mirarte así, -dice Mak con toda la honestidad que su ser profesa.

A lo que él responde:

- ¿Por qué lo haces, entonces?- Daniel se divierte con la situación que se está creando.

- Creo que ya lo sabes, pero te lo diré de igual manera. Eres increiblememte guapo. -dice sin tapujos Mak.

Daniel se sonroja un poco por el impacto de su declaración, jamás hubiera imaginado que esa pequeña chica que se sonrojó hasta las orejas por caer encima de él fuera a decirle semejante cosa. Comúnmente el tipo de chica bajita y con ojos sinceros era tímida y jamás le dirigían la palabra sin antes tocarse las manos o el pelo con nerviosismo.

-Perdón por decirte eso -le responde Mak al ver ese pequeño rubor en sus mejillas que lo hace ver más guapo - fue muy bruto de mi parte, pero creo que debías saberlo, chicas como yo no conocen a muchos chicos guapos como tú, por eso quedé tan shockeada.

- ¿Y qué clase de chica eres tú? -le preguntó Daniel en tono burlón.

- Tú sabes, pequeñas con cara de bebé, poco sociables y con una belleza escasa y común.

- No creo que tu belleza sea escasa y común. - dijo Daniel poniendo esa mirada que sabía enloquecía a las chicas.

- Si claro - dijo Mak mirándolo directamente a los ojos con recelo. Ya conocía a esta clase de chico, guapo y coqueto, no traían nada bueno. Se había cruzado con varios a lo largo de su vida, chicos que buscaban dos cosas, sexo sin compromiso o el número de Cris, su mejor amiga, y ella ya estaba un poco cansada de eso.

Al hacer combinación a la línea 5, Mak intentó evitar el cojeo que le producía el dolor en la pierna. Daniel se puso a su lado y la tomó de un brazo, ofreciéndole su apoyo.

-¿Puedo preguntarte algo? - le dijo él, curioso pero un poco avergonzado. Había conocido muchos casos en los que las chicas quedaban tan magulladas como Mak y no quería que resultara incómodo.

- Quieres saber por qué el cojeo y los moretones, ¿cierto? -respondió Mak adivinando lo que pensaba. Tenía el don de saber que pensaban las personas de ella solo con mirarlas. Eso la había ayudado a alejarse de la gente mala, aunque no muchas veces seguía su instinto - Me caí de la bici ayer, -rió cuando lo dijo- fue algo bastante cómico si lo pienso bien. Me pelié con un automovilista que intentó tirarme el auto encima para que me hiciera a un lado, nos gritamos un rato y al final el logró su cometido, botarme de la bicicleta, claro que antes le rayé su preciado auto con las llaves. Al caer me enterré unos vidrios en la pierna y aquí estoy, volviendo de curaciones.

- Eres un poco salvaje entonces -comentó Daniel.

Llegaron al andén de la línea 5 y tomaron el metro con destino al centro.

-Absolutamente y estoy muy orgullosa de mi -le sonrió Mak. - Y hablando de lo orgullosa que estoy de mí, me llamo Amaike, todos me dicen Mak. -dice ella a lo que le tiende la mano.

Se sentaron juntos en el asiento sin soltar sus manos.

-Es un extraño nombre, ¿de dónde es? -dice estrechando la mano de la chica.

-Es mapuche, tiene una leyenda y todo. ¿Y tu nombre? -dice Mak mirando intensamente esos ojos tan negros como la noche.

-Soy Daniel, un placer -sonríe coqueto aun sin soltar la mano de Mak. La cacería había empezado.

30 de Julio de 2019 a las 03:42 0 Reporte Insertar Seguir historia
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