gonzalo-baleato1558951351 Gonzalo R Baleato

Un grupo de jóvenes encuentran por accidente un búnker subterráneo de la Segunda Guerra Mundial que los transporta a una época en donde la actividad humana dejó de existir hace mucho tiempo. Ahora tendrán que sobrevivir y recorrer cierta distancia, enfrentándose a los peligros que ese mundo encierra, para alcanzar el destino que los llevará de nuevo a su tiempo.


Ciencia ficción Todo público.

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La iniciativa Lapso: Aventuras por el tiempo

—Mirad al cielo chicos —manifiesta Anrod mientras señala uno de los millones de puntos luminosos del espacio— ¿veis esa estrella tan brillante en medio de esas otras menos luminosas? Es Cabreilla; una estrella que así a simple vista parece como las demás salvo por su mayor resplandor, pero aun así pasa totalmente desapercibida entre todas sus hermanas. Forma parte de un grupo el cual siempre sigue las mismas pautas… va y viene, viene y va, y nunca nadie antes había sospechado sobre ella, sobre como es realmente, hasta ahora. Se descubrió hace pocos años que más que una estrella, es, `La Estrella´. La velocidad de su luz es como todas, pero su movimiento por el universo es sobrecogedor. Se mueve a una velocidad de dos mil setecientos kilómetros por segundo y cada seiscientos cuarenta años su velocidad aumenta doscientos noventa kilómetros al hacer una elíptica sobre lo que los científicos creen que es un agujero negro; su gravedad, de ahí viene su aumento de velocidad. A lo que voy es que yo seré como esa estrella, seré el corredor más veloz del mundo, y el mayor paso va a ser cuando quede primero en la carrera de los juegos olímpicos de 2036.

— ¡Vaya Anrod! —Exclama asombrada Rosaly— me alegra saber que ya tienes un plan de futuro. Sin embargo, hablas mucho sobre tu velocidad pero nunca la enseñas.

Anrod la mira y le sonríe, acto seguido bromea.

— ¡¿Quieres que te la enseñe, que atrevida Rosaly, estás segura?!

En ese momento todos prestan más atención y al escuchar a Anrod esa frase poco silenciosa, todas las miradas se dirigen a él, acto seguido todos se ríen y alguno que otro con vacile.

—Antes de que te bajes los pantalones, enorme descarado, te estoy hablando de tu velocidad, que para que lo sepas si eres así de rápido para todo… te compadezco.

De nuevo hay risas y muchos más vaciles mientras que Anrod se enroja sin saber dónde meterse.

— ¡Vale, vale ya está bien, sé cuando he perdido, me lo habéis dejado claro! Pero ahora en serio, os dejaré completamente callados cuando no podáis seguirme con la vista.

— ¡Venga exagerado —expresa Tarbo con escepticismo— eso no te lo crees ni tú!

Anrod se levanta dejando a un lado y apoyando en la arena su cerveza, camina por la orilla del mar durante unos metros, se detiene y se gira. Luego, desde allí les vocifera y señala a sus amigos hacia donde se destinará.

— ¡Escuchadme panda playeros, ¿veis aquella pared rocosa justo enfrente de mí!? ¡Por la distancia yo calcularía que está a unos cuarenta y cinco metros de donde estoy yo, os apuesto lo que sea a que llego hasta allí en menos de cuatro segundos!

Lo vacilan nuevamente.

— ¡Anda, si ni siquiera vas a llegar! —valora Jun.

— ¿Eso crees? Cronométrame, tú das la salida —expresa Anrod desafiante y en su rostro una mueca de confianza.

Anrod se posiciona mientras Jun inicia la cuenta atrás.

—5…4…3…2…1… ¡ya!

En ese instante Anrod acelera tan rápido que por la potencia escarda la arena haciendo que pierda el equilibrio y se precipite al suelo, tocando primeramente su cara en el terreno, y entrándole arena en la boca.

— ¡Anrod, cuando quieras, el tiempo todavía corre! — informa hilarantemente Jun.

— ¡Déjate de chistes Jun, casi me rompo los dientes! —responde el corredor mal pronunciando las palabras a la vez que intenta deshacerse de la arena que tiene en la boca.

—De acuerdo, pero solo déjame decirte que tenía razón. Al final no llegaste.

—Tú sigue Jun —declara Anrod sarcástico.

—Eso hago, ¿quieres que pare?

—Sí, por favor —contesta entre dientes controlando la ira de su voz—. Vuelve a cronometrarme.

—Tú mandas jefe —alega Jun con simpatía.

El joven vuelve a iniciar la cuenta atrás. Cuando llega a su fin, grita el comienzo de la salida. Anrod parte la carrera como felino por su presa, esta vez lo consigue. Va a una velocidad escalofriante y cuando pasa por delante de sus compañeros, la rapidez con la que se traslada produce tal aire que levanta una considerable cantidad de arena alcanzando los rostros de sus amigos. Pero al instante ven como tropezaba con algo, cae bruscamente al suelo y continúa rodando sobre este cierta trayectoria más hasta detenerse del todo.

— ¿¡Pero qué ha pasado!? —dice Anrod alterado y dolorido mientras se incorpora.

Todos se levantan preocupados y van a socorrer a su colega.

— ¿Tío estás bien? Que mamporro más guapo te has dado —habla Cylmo asombrado pero chanceándose— ha sido como un, “¡wooh!”, y luego un “plashca”. Bestial tío, esto quedará en la historia para siempre.

—Me he rascado el brazo y hecho daño en la espalda capullo, no tiene gracia.

Todos ven que está bien dentro de lo que cabe, y al pasárseles el susto tienen que reprimir sus ganas de reír al recordar de nuevo ese batacazo tan divertido. Pocos segundos después exclama Gus:

— ¡Tíos venid, he encontrado algo!

Se acercan con curioseo y ven el extremo de un trozo de hierro enterrado en la arena con el que había tropezado Anrod. Gus limpia la superficie intentando averiguar qué se esconde ahí. El trozo de hierro cada vez se asemeja más a una manecilla como de puerta antigua, y cuando consigue quitar toda la arena visualiza una especie de portillo al que trata de abrir pero le es imposible. Todos juntos la agarran como pueden y tiran de ella con todas sus fuerzas, esta se abre violentamente y de su interior solo se advierte oscuridad total. Los chicos cogen sus teléfonos móviles y con la linterna iluminan parte de su interior. Unas escaleras indican la dirección a seguir, y sin miedo pero con precaución empiezan a bajar por el ambiente que cada vez se nota más frio y fantasmagórico. Con cada paso que dan, cada escalón que bajan, el temor va aumentando; la sensación de miedo comienza a tomar protagonismo y las respiraciones resuenan en la cavidad creando una tensión mayor. Finalmente llegan a su fin. Se adentran en un lugar mucho más amplio quedándose atónitos ante lo contemplado por sus ojos.

— ¿Qué lugar es este? —comenta patidifusa Cyntia.

—Menuda pasada de sitio —prosigue Jun— ya sé donde montar las próximas fiestas, va a ser un despiporre total. Chicos, mirad a ver si encontráis algún interruptor de luz y de paso apagad el aire acondicionado, hace un frio que pela —bromea.

A la vez que se maravillan por los incontables objetos y herramientas antiguas situadas en tres estanterías de acero a lo largo de las paredes, buscan también donde encender la luz. Tarbo localiza un mando doble en el tabique justo al lado de la entrada. Sube las dos clavijas simultáneamente y una bombilla de ciento veinte intensos vatios ilumina todo el interior. Segundos después, un panel digital anticuado se enciende reflejando una cuenta atrás, hasta que llega a cero y parpadea varias veces. Luego al momento, revela la fecha de ese día, 18-Junio-2034 a las 02h:47m:05s am y avanzando. Tarbo avisa a los demás y se extrañan por la curiosidad del artefacto. Jun ve una ruleta al lado de las numeraciones y decide girarla, los números comienzan a avanzar mientras el chico continúa girando.

—Jun, deja de tocar eso —advierte Nali— no sabemos de que se trata, así que no juegues.

—No te preocupes, ¿qué puede pasar? Para tranquilizarte lo volveré a dejar como estaba.

Pero la ruleta no gira inversamente. Al querer retroceder se bloquea, solo puede avanzar. Jun lo deja estar y el contador indica el 29-Enero-2480 a las 05h:22m:17s am, y siguiendo.

7 de Junio de 2019 a las 00:00 0 Reporte Insertar Seguir historia
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