¿Dónde empieza todo? ¿Dónde termina?
Quizás no hay un inicio y un fin del todo, quizás sólo es una consecución de círculos que se cierran y se abren, todos interconectados dándole sentido a la vida.
Entonces, podríamos decir que el cierre de un círculo, es la muerte. Y por ende, abrir uno nuevo es la vida. Es renacer.
Independientemente de la persona, esos círculos pueden quedar abiertos durante años o incluso siglos, afectando a distintas generaciones. No se cierran con la muerte de una persona, solo cuando el asunto que lo mantiene abierto, llega a su fin.
Todos morimos y renacemos muchas veces en la vida, abrimos y cerramos círculos. Más grandes o más pequeños, pero círculos al fin y al cabo.
Eso era lo que había querido transmitir Wicca en el cuadro que había pintado para el taller de arte.
Miró el lienzo varias veces. En un fondo multicolor había superpuesto tantos círculos como le había parecido. De distintos tamaños, colores y grosor. Si se entendería o no la idea, no lo tenía muy claro. La penitenciaría de Rainder había contratado recientemente a un profesor de arte para ayudar a los presos a sacar sus sentimientos por medio del arte y esta semana había tocado el tema de “Principio y fin”.
Le había echado un ojo a los cuadros de sus compañeras. En su mayoría eran retratos de la muerte o cosas de aquel estilo. Quizás eran tan drásticos porque la gran mayoría estaba ahí por asesinatos. Ella también, pero para Wicca era diferente. Sus asesinatos habían significado el fin de un círculo y la apertura de otro. Más positiva.
Ya llevaba varios meses en la cárcel. Su condena había sido justa, tremendamente alta, pero justa. Se la había acusado de triple homicidio premeditado. Era una suerte que no la juzgasen por todos los delitos que realmente había cometido, cortesía de la casa por haber matado a los principales capos de la mafia de Rainder.
Irónicamente, los Quebrantahuesos no se habían disuelto del todo. Habían encontrado a un nuevo líder que intentaba poner orden. Yui la mantenía al tanto de todo, Maika aún seguía en la organización y actuaba de topo para ambos. El tipo no tenía ni la menor idea de lo que hacía, quería parecerse a Rif y no le llegaba ni a la suela de los zapatos. No cualquiera podía ser el jefe de una mafia.
Wicca se preguntaba muchas veces si hacía lo correcto quedándose en la prisión. Tenía la opción de salir. La policía le debía mucho por no cantar, sería un escándalo saber la cantidad de agentes corruptos en Rainder. A ella no le importaba soltar la bomba, una vez descubierto el pastel no podrían contraatacar. No tenían pruebas de los asesinatos que ella había cometido. Además, podrían acabar muertos. Pero era mejor dejarles pensar que tenían el control mientras le interesase permanecer encerrada.
¿Y cuánto sería eso?
Menos de lo que esperaba.
Gracias por leer!
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