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Tomás Vilar


¿Es el cuerpo la cárcel del alma? ¿Está el hombre sujeto a un cuerpo que no hace más que molestar? Pareciera que no hay alma sin cuerpo, aunque también sucede que el alma no se aparece en el cuerpo. La historia presenta un individuo habitando dos mundos que en realidad confluyen en uno solo: la vida.


Humor Sátira No para niños menores de 13.

#alma #cuerpo #vida
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Dolor de muela.

Un dolor punzante se arrastraba, sin pedir permiso, por entre los bordados de las pieles más finas hasta arremeter contra las paredes de un cosmos que se batía en confrontación frente a un mundo que no justificaba semejante agonía. Su cuerpo, electrizado, respondía a las secuencias espantosas que el dolor le proporcionaba. Los instantes de calma desvanecían entre las mesetas y los altibajos que se presentaban inconclusos, aún, en el pedestal de su boca. No quedaba mucho más que intentar descubrir, con el poco conocimiento que podría llegar a tener, sobre tales molestias. Intentando recordar, se veía a él mismo en una noche de verano, meditando acerca de lo importante que podría llegar a ser un dolor tan grande. Entonces recordó que tenía dedos; aquellos dedos que serían cómplices, y a la vez esclavos, comenzaron a cumplir su función de investigadores; es así, que cual detectives encararon el tema con total seriedad. Primero un dedo, luego el siguiente; intentando escarbar en ese tumulto de dientes, se hallaría quizá, la solución a la cuestión. Pero mucho más lejos de eso, las consecuencias serían totalmente distintas. Un oído perturbado recitaba grandes quejas contra sus compañeros de aquella mano que en vez de solucionar perjudicaban, por su curiosidad, no solo a la boca. De esta manera, surgían cada vez más problemas improvistos; mientras el teléfono sonaba y alguien en la puerta decía “permiso”. Dispuesto a mantener la compostura entre aquellas paredes almidonadas por el olor a frambuesa que se desplegaban en sintonías uniformes, decidió contestar cualquier proposición. Es así, que, viéndose atado de pies y manos mentalmente, sus problemas se vieron en la obligación de comprometer a su paciente, con el único fin de que su atención esté en ellos y no en otro lado. Un grito al aire en medio de una conversación catastrófica, fue la excusa perfecta para que “permiso” se retirara junto con su generador. El grito, causa y efecto a la vez de dos problemas que se bifurcaban y entrecruzaban según el tramo temporal. No por menos, una corrida hubiera venido bien, pero los pies se hallaban en huelga, debido a los ruidos que disponían el desastre. A otra cosa mariposa y si te he visto no me acuerdo, un libro en la mesa, la mejor distracción. El ventilador encendido, porque el calor es sofocante. Después la primer página, y entonces un crujido que se mostró como detonador. Un frío helado se desplazó y el momento culmine llegó; una llamada sucedió, el suceso que él no esperó. Una vez que dió con la potencialidad de una posible solución (con un lápiz para anotar, una hoja y un poco de carga telefónica), entendió, que otro problema, ajeno a su cuerpo, pero no a él, se hallaba distante pero en pleno proceso de planificación y desarrollo.

5 de Abril de 2019 a las 12:51 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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