El proceso parece simple, pero en lo simple se encuentra la grandeza. Si hay una ventana cerca, en general, la luz comienza a molestar; se entreabren los ojos en una primera instancia y se vuelven a cerrar. La primera apertura de los ojos inaugura un nuevo día, una nueva mañana. Los movimientos hacia un lado y hacia al otro sosteniendo la almohada con gran entusiasmo, son el preludio a lo que luego se desenvuelve en tristes gestos de conciencia. El día se muestra implacable y uno sabe que el momento ha llegado. Eleva, entonces, lentamente la espalda en posición boca arriba hasta quedar sentado en el medio de la cama. Acto seguido comienza a mover las piernas hacia uno de los bordes de la cama. El costado al cual se dirigen las piernas es siempre un misterio, a veces no coincide con el lugar en que dejamos las pantuflas. Los pies tocan el suelo, primero el izquierdo (quizás) y después el derecho. En algunos casos se da al revés, el proceso es misterioso y siempre sorprendente. Si se da el izquierdo primero, algunos son capaces de volver acostarse y repetir el proceso para empezar el día con el pie derecho. Se toca el piso siempre frío y la búsqueda del abrigo a esos dedos descubiertos o apenas protegidos por unas simples medias, comienza. Si el costado de la cama ha sido el acertado, el proceso es por demás corto en la mayoría de los casos. El único problema a presentarse es si las pantuflas han sido sometidas a la oscuridad que resguarda la cama. Pueden suceder, al menos dos cosas: resignarse a la tarea en cuestión y volver a rendirse a los pies del colchón, o, lo que resultaría el fin no deseado de nuestra tarea, desplegar todo el cuerpo por fuera de nuestro preciado confort y salir a la búsqueda, siempre azarosa, de nuestro anhelado abrigo. En caso contrario, si el costado ha sido el incorrecto, hay varias opciones pero uno debe optar por la más simple. Realizar un movimiento con las piernas, levantándolas y girando consigo todo el cuerpo hasta alcanzar el borde opuesto. Una vez puestas las pantuflas, la tarea es aún más sencilla, se trata de enderezar el cuerpo y despegarlo de la cama. Cuando todo el cuerpo se encuentre fuera de la cama, podemos decir, entonces, que nos hemos levantado.
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