Ya se me terminó el vaso de agua y hay sed de algunas otras cosas que no se resuelven en un mero acto de necesidad biológica. Y uno podría decir, “bueno, pero definamos necesidad biológica”. Entonces si el problema es de definiciones prefiero hacerme el sota y contarte simplemente que es sábado y es de noche y la verdad que no hay nubes, o al menos eso parece. Estuve leyendo todo el día Dilthey y si no salgo voy a empezar a creer que no hay nada afuera y que estoy yo con mis cositas jugueteando como si todo se resolviera tan simple. "Jodita" le dicen a las fiestas de electrónica y me gustaría ir a una. Adquirir experiencias nuevas, invertir los 200 pesos que me quedan hasta que me vuelvan a llamar y tenga que trabajar unas cuatro horas para pagarme dos de cerveza. Y bueno, estamos en esa, buscando la pilcha pero también un poco solitos. Parece que nadie se copa y lo que queda no es más que uno frente a la nada del Otro. El Otro, esa figura que se presenta y que nosotros podríamos presentarnos ante los otros. Esa figura extraña que me interpela, que aveces no habla y a veces no tiene muchos seguidores en Instagram, pocos likes en las fotos, pocas historias subidas. O simplemente no tiene Instagram. ¿Y quién es el Otro? El Otro es yo mismo creyendo que soy otro, entonces el Otro siempre queda afuera y no lo entiendo, está del otro lado del puente (si es que lo hay), y digo puente porque el Otro me habla, me toca, me condiciona y lo condiciono, al menos aparentemente. Y es este Otro que me dice que hoy no quiere salir, que también tiene 200 pesos pero que no le parece buena inversión. Y yo quedo desorientado ante tal vacilación, quedo en la nada del Otro, no se dónde queda el Otro, simplemente lo supongo; esa x vacía que yo llenaba con nombres y gustos y colores, ahora está diciéndome cosas que yo no me esperaba, ahora me hace descubrir otro Otro, otra x, otro color. El Otro se puso medio oscuro, empezó a decirme cosas que no me gustaron y no es la primera vez, pero he de confesar que no me lo esperaba y he aquí la causa de mi sorpresa. Voy a tener que cambiarme, tomarme el colectivo y acompañarme a mi mismo pero ¿yo también soy Otro? ¿soy acaso un extraño que no se reconoce, a veces, a sí mismo? Me encuentro muy contento de ir hasta allá y cuando subo al colectivo una suerte de hormigueo, de cosquilleo en la entrepierna, que no sé a causa de qué viene a interpelarme. Nadie podría decirme que yo no soy ese hormigueo, pero juraría que no soy ese hormigueo, no solo porque no se da a mi voluntad, sino porque me resulta extraño, porque no tiene causa. Ese hormigueo es Otro de mi que soy yo mismo. La extrañeza me atraviesa al igual que el Otro y el hormigueo tiene tu color, tu nombre y tu ropa y la del colectivero y la del que se sienta al lado mío que ahora me enseña su navaja y me pide el celular.
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