caromoonofc Caro Moon

Un laboratorio, experimentos, una bestia resultado de estos, una chica y una aventura.


Fantasía Medieval Todo público.

#fantasía #amor #aventuras
Cuento corto
3
2.3mil VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

—¡¡No!! – No paraba de repetirlo. No paraba de repetir que no quería. Lo repitió muchas veces hasta que, finalmente, se rindió. Se rindió porque pensó que si se rendía le dejarían tranquilo. Pero se equivocó. Cuanto más tranquilo estaba él, más experimentos podían probarle esos extraños que no sabía quiénes eran, de dónde habían salido ni qué querían de él.

Yo, atada en una silla, vi todo lo que le hacían. Lo tenían atado en una especie de cama de metal, dormido, mientras le inyectaban todo tipo de líquidos extraños, cada uno de un color diferente. Después de un rato, estaban a punto de irse del laboratorio cuando oí que alguien decía:

—¿Y la chica? ¿Qué hacemos con ella?

—Ahora dejadla descansar. La necesitamos con energía mañana. Si no... no saldrá bien – la voz era tan grave y parecía tan enfadada que me estremecí.

¿Qué era lo que tenía que salir bien? ¿Por qué me querían con la máxima energía posible? Estaba muy asustada. Aun así, esperé que se marcharan.

Cuando por fin oí que la puerta se cerraba con llave, me desaté con un trozo de cristal que me había escondido en los pantalones después de que me hicieran caer al suelo. Me acerqué al chico que ya no era un chico. Lo habían convertido en una especie de león con alas y un cuerno. Con el mismo trozo de cristal, corté las cuerdas que lo ataban. Al darse cuenta, me miró, rugió, intenté calmarlo, calló, miró hacia la ventana y salió volando. Mientras contemplaba cómo se iba alejando, oí unas voces en el pasillo. ¿Lo habrían oído rugir? ¿O tal vez era por el ruido que había hecho al bajar al suelo? Volví a mirar por la ventana, esta vez desesperada, rezando porque se hubiera alejado lo máximo posible. Me giré hacia la puerta con los ojos cerrados, esperando que se abriera. Cuando la llave tocó el paño, una ráfaga de aire hizo que mis cabellos se alborotaran. Poco a poco, fui abriendo los ojos para mirar de dónde provenía aquel aire, demasiado fuerte para ser el viento. Lo que vi me dejó muy sorprendida. ¡Era él! Había vuelto para sacarme de ese lugar tan horrible. La puerta estaba a punto de abrirse, así que, decidida, salté rápidamente a su lomo. Así, cuando aquella gente entró, ya no había nadie.

Voló durante mucho rato, pero llegó un momento en que me di cuenta que estaba cansado.

—Más valdría que aterrizases y buscásemos algún lugar para descansar.

Dicho y hecho. Me hizo caso y aterrizó. Dormimos en un bosque.

Después de unos días de viaje, aterrizó justo delante de una cueva, en la que entramos para pasar la noche.

A la mañana siguiente exploramos por las afueras de la cueva. Resulta que, más allá, había un pequeño pueblecito, así que empezamos a acercarnos. Pero de pronto me di cuenta que, si él venía conmigo al pueblo, a lo mejor le harían daño, e hice que se quedase donde estaba para que cuando yo volviera, supiera dónde estaba.

Me adentré por el pueblo. Era un pueblo pequeño con pocos habitantes. Todo el mundo conocía a todo el mundo. Por eso, un niño de unos cuatro o cinco años se me acercó y me dijo:

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado?

—Me llamo Lia. He visto el pueblo de lejos y he decidido acercarme. En cuanto a cómo he llegado... es una larga historia – le respondí.

—¿Lia? ¡Me gusta! Yo me llamo Pablo. ¿Quieres jugar conmigo, Lia? – Parecía contento de haberme encontrado.

—Yo... Me gustaría jugar contigo, Pablo, pero no tengo demasiado tiempo. Tengo mucha hambre y me gustaría encontrar un sitio donde poder comer.

—Mi mamá tiene una tienda donde vende comida. Te acompaño.

—¡Muchas gracias, Pablo! Eres un niño muy majo, ¿te lo han dicho alguna vez?

—No, todo el mundo dice que soy un pesado – me lo dijo con la voz apagada y el rostro triste.

Conversé con Pablo hasta que llegamos a la tienda. Lo esperé fuera. Estuvo hablando con su madre y, finalmente, salió con una cesta llena de fruta que me regaló. Se lo agradecí y me despedí de él. Con la cesta en la mano, volví donde me esperaba mi nuevo amigo para compartir con él los alimentos.

Cuando llegué, ¡oh! Se me cayó la cesta. Había muchos hombres rodeando a mi amigo y lo tenían atado. Intenté razonar con esos hombres.

—Por favor, no le hagáis daño. Es amigo mío. No es peligroso. Él me ha salvado la vida – esos hombres me miraban atónitos –. Lo digo en serio. Miradlo bien, ¿en serio creéis que es capaz de hacerle daño a nadie? – Pero no conseguí nada. A lo mejor se pensaban que estaba loca.

Dos hombres fueron rápidamente a quitarme de delante de ese animal mágico, pero antes les pedí que me dejaran despedirme de él. Y eso hice. Mientras lloraba de la tristeza que me provocaba aquella despedida, él me acariciaba con la cabeza. Antes de irme de su lado le dije:

—Te echaré mucho de menos y siempre pensaré en ti, sea de la manera que sea –. Le di un beso en la frente y empecé a alejarme de allí.

Cuando levanté la cabeza, miré a unos cuantos hombres. Todos tenían la misma cara de sorpresa. ¿A qué se debía esa sorpresa? Yo también quería saberlo, así que me giré y yo también quedé sorprendida. ¡Aquel animal mágico había desaparecido! Pero, ¿cómo había pasado? Me acosté para ver qué había pasado y... ¡Ostras! En lugar de la bestia, había un chico. ¡Era el chico del laboratorio!

El chico levantó la cabeza. Me lo quedé mirando unos instantes y por fin corrí a abrazarlo. ¡No me lo podía creer! ¡Yo lo conocía! Pero, ¿cómo era posible que no lo hubiera reconocido? A lo mejor porque estaba demasiado asustada.

—¡Uriel!

—¡Lia!

—¡Te quiero, Uriel! Siempre te he querido.

Nos fundimos en un abrazo que de pronto se convirtió en un beso. Habíamos pasado de ser mejores amigos a ser algo más.

Despierto y miro a mi querido maridito, Uriel, que duerme plácidamente. Me acerco y me acurruco en su pecho. Él se despierta y me pasa el brazo por detrás de la espalda y acaricia mi brazo. Nos quedamos en esa posición, sin decirnos nada.

Yo pienso en el sueño, que en realidad son recuerdos. Son los recuerdos de nuestra primera aventura juntos. La primera de muchas. Pues de eso han pasado ya cinco años.


23 de Noviembre de 2022 a las 23:03 0 Reporte Insertar Seguir historia
1
Fin

Conoce al autor

Caro Moon Me apasiona leer, escribir, actuar, bailar y dirigir.

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~