vangardem Eudomar Parra

Benedict L. Vangardem un joven radicado en Manhattan, da con el diario de su abuelo “Frank F. Vangardem”, el dejó en su habitación antes de morir trágicamente; intrigado y debido a la llegada de un extraño sobre a sus manos por parte de hombres desconocidos cuando tan solo era un niño, decide escudriñar la desgastada libreta, pues sospecha que en sus páginas está la razón de la inesperada muerte de Frank, los posibles culpables y el motivo por el cual recibió el sobre.


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I

                           I

 En la escuela el reloj marcaba las once en punto de la mañana de un helado día de enero, el profesor de matemáticas Husman (Indio de nacimiento) hizo hincapié en que me quedara después de clases, se encontraba en su escritorio mientras yo permanecía sentado en el pupitre rayándolo con un desgastado lápiz, a la expectativa;me preguntaba ¿Por qué insistió en que me quedara?, muchas veces se le notaba atosigado, tenía una constante batalla entre sus estudios y la religión que profesaba, el arraigo de esta última le sobrecogía de vez en cuando, arropando incluso todos los conocimientos científicos que poseía, en aquel momento; estaba creando una tesis al respecto, en la cual trataba de establecer los límites de uno y otro (algo temerario e imposible), desviándose de su tarea, la cual era enseñarnos tediosos ejercicios matemáticos, incluso por tramos olvidaba su condición de profesor del tercer año, lo describiría como a un tipo intranquilo, nervioso, a veces se le notaba deseoso con ganas de salir corriendo;o de lanzarse por la ventana, no sé si por el tumulto y el estrés causado por nosotros o porque simplemente estaba cansado de batallar con lo que él denominaba como la “ masa que creó y forjó al hombre”, vociferaba constantemente que ella contenía todo aspecto humano, siendo los más importantes desde su punto de vista: “la ciencia y la religión”. Una vez nos dijo: “Para avanzar necesitamos forjarnos grano a grano, creer en algo superior, en alguien que vela por nosotros desde arriba, pero también necesitamos creer en nosotros mismos”, y tenía razón. Lo último es lo que empleaba para justificar su doctorado en ciencias matemáticas, y en ciencias sociales. A pesar de mi corta edad y del escaso conocimiento que poseía al respecto, entendía que dicha frase ligaba perfectamente a la ciencia con la religión. Describía el pase de bola de la religión a la ciencia y viceversa. Ni en aquel momento ni ahora, ni nunca, alguien ha podido explicar con certeza que limites tienen una y otra; y eso trataba de hacer mí estimado y muy querido profesor por aquellos días. Un buen día quise darle un empujón con la finalidad de hacerle entrar en razón, así que le transmití mi opinión personal al respecto, a través de un informe que meticulosamente desarrollé en una hoja que realmente debía emplear para resolver unos ejercicios matemáticos, en ella expresé lo siguiente:

“Para mí la religión y la ciencia viajan a una velocidad constante”.

Desde que ambas surgieron se han tornado indetenibles como la mismísima luz.

No es secreto para nadie que la ciencia deviene de la mayor arma que poseemos para bien, y a veces lastimosamente para mal: “La voluntad humana”, al igual que es bien sabido que la religión es consecuencia de la necesidad que ha tenido el hombre desde su creación, de creer en un ser superior, que ilumine y le bendiga cada creación, que le redima cada error proveniente del libre albedrío. En conclusión ambas existirán, coexistirán, o antagonizarán, mientras respiremos, sin medida o límite alguno.

La religión y la ciencia creen poseer dogmas pero la verdad es que ninguna de las dos son definitivas, a través de ellas podemos lograr cosas inimaginables que no están escritas en ningún libro, solo hace falta tener el alma y los ojos bien abiertos ―culminé el escrito diciéndole― ¡Ah por cierto! Espero que esto le ayude con su tesis.

El reloj marcaba las once y quince de la mañana, Husman me miraba fijamente, tenía un papel en sus manos, el cual sospechaba contenía mi examen.

― ¿Quién te ha dicho todo esto que has escrito? Lo que te ordené calcular fueron ejercicios matemáticos. No te pregunté acerca de lo que aquí esgrimiste. Estas reprobado. ¡Que estupideces has dicho! Debería de reportarte para que fueras expulsado ―dijo rompiendo el incómodo silencio.

― Disculpe señor, creo que ha dedicado en sus clases más tiempo a filosofar sobre su tesis que a enseñarnos ejercicios matemáticos, y quise expresar un poco de lo que pienso al respecto, lo siento, por eso decidí mostrarle mi punto de vista; ahora si revisa con atención verá que la solución a los ejercicios matemáticos propuestos por usted están al otra lado de la hoja.

Pasmado y sudando, volteó la hoja y se dio cuenta que allí estaban resueltos los ejercicios que había ordenado.

― Ya puedes retirarte ―dijo limpiándose el sudor con un pañuelo que estaba a punto de dejar de ser blanco.

De niño decía absolutamente todo lo que se me venía en mente sin anestesia, pero conforme fui creciendo, entendí que no era correcto ¡Si descubrí el agua tibia! ¿Pero quién no ha comprendido eso cuando adquiere un poco más de madurez? Comprendí que las cosas han de decirse con sumo cuidado, sin dejar lugar a dudas para evitar que sean malinterpretadas, pero eso no es una constante. Aprendí igualmente que no todos entenderán lo que dirás por mucho que lo expliques, y que nunca debes sentirte mal por ello. También una que otra vez te conseguirás con personas que te verán como a un engreído, al que solo le interesa que se decanten por sus formas de pensar, o de actuar.

“Pronto descubriría que aquella masa no solo creó y forjó al hombre”.

―Está bien señor no fue mi intención sacarle de sus casillas ―le dije al momento que me retiré.

Al llegar a casa mi Madre notó enseguida mi cara de desagrado.

― ¿Qué te ha sucedido?

― ¡Nada madre! ―le contesté mientras me zafaba los zapatos en la entrada de mi habitación. ―No te preocupes solo tuve un pequeño mal entendido con mi profesor de matemáticas.

―A veces es difícil saber mucho a tan poca edad eres mi genio ―dijo para después  abrazarme con fuerza y besarme en la mejilla.

 Subí las escaleras rumbo a mi habitación, no sin antes preguntar por mi padre.

―Hoy en la mañana salió como de costumbre a la oficina, debe resolver ciertos problemas comerciales ―respondió tomando el cucharon con el que meneaba sus ricas sopas.

Mi padre siempre ha sido un hombre de negocios, en aquel entonces fungía como administrador de una importante firma bursátil. Y hoy aún lo hace.

Cada día después de la escuela siempre llegaba dispuesto a leer el diario del abuelo pero nunca lograba pasar de sus primeras páginas, debido a que a los pocos días de fallecer extraños sucesos surgieron, por las noches veía sombras reflejándose en la ventana de mi habitación, algo curioso ya que se encontraba a varios metros del suelo, luego comencé a sentir presencias, inmediatamente conecté todo aquello con su deceso, pues antes no había experimentado aquellas cosas, y por miedo, ¡ Si por miedo! No quería nada que estuviere relacionado a él, por tal razón decidí olvidarlo, a pesar de la extrema curiosidad que tenía en saber que había expresado y descrito en dicha libreta. Hoy en día todavía le considero misterioso, oscuro, como algo maligno por la cadena de eventos insólitos que experimenté luego de su muerte.

El día antes de morir fue a visitarme, pero estaba ausente, así que dejó el diario encima de mi cama, esa fue su despedida metafóricamente hablando. Su casa explotó debido a una fuga de gas, bueno eso dijeron los sesudos expertos.

Nunca he dicho nada mi madre, ni a mi padre acerca de su existencia, por lo poco que lo he leído puedo predecir que todo su contenido solo atañe a sus vivencias y memorias. En su inicio alude en tono de insinuación, de que ciertas gentes han burlado a nuestras mentes, a través de mecanismos emergidos de forma premeditada para dominarnos. Bueno al menos creo que eso trata de decir, no lo doy por hecho, ya que me falta mucho por leer.

La primera parte del diario empieza con dos pensamientos muy propios:

“Nos han bombardeado con mentiras, rodeado de falsos dogmas, han doblegado y limitado nuestras mentes desde sus cimientos, han penetrado nuestros tejidos cerebrales inyectándoles medias verdades, y medias mentiras”.

“Somos almas medio libres contenidas en un frasco llamado mundo, que como sabemos es objeto de ataques hechos por nuestra propia especie. Aunque también es factible que otras especies puedan hacernos daño. Puedo decir con absoluta certeza que los mayores y más perversos ataques que ha sufrido la humanidad no han sido del todo visibles, y nunca han cesado en su accionar, pues cuando uno termina empieza el otro”.

“Frank F. Vangardem”

Mi abuelo le condicionó un curioso nombre a tales ataques. Los llamó: “Los Ataques Fantasmas”.

6 de Enero de 2019 a las 23:33 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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Eudomar Parra Entusiasta de la literatura.

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