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Andres Parra


Un día en el que sentí exteriorizar mis sentimientos y nada mas, da un pequeño recuento de mi vida y las razones por las cuales hoy soy quien soy, un manojo de emociones contrarias e inversas que luchan interiormente por salir de manera positiva o negativa.


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Hoy amanecí con ganas de pegarme un tiro

Sentí la necesidad de expresar sentimientos de alguna forma, todo eso porque sé que soy una persona que encuentra una gran variedad de emociones en su pecho sin saber explicarlas, todo pues no soy talentoso, no se pintar, no se tocar instrumentos, no se bailar, no se escribir poemas, todo método de expresión emocional, se limita a esta método de expulsión al que recurro ahora que tenía olvidada por muchísimos años, que desde los tiernos días de adolescencia no tocaba y no dejaba fluir mis ideas a través de la escritura, que solo el movimiento de mis manos en el teclado y mi imaginación llevan a realizar.

Digamos que en este momento llegue a un punto en que muchas cosas explotaron en el mismo momento, ahora mismo no puedo utilizar mi voz para expresarme como quiero, puesto que estoy encerrado en un trabajo que no siento que me llena,  y siento fuertemente que no es lo que vine a hacer en el mundo. Justamente por esto último que al trabajar para una gran compañía, todos me dicen que es una oportunidad única, que es increíble, sin embargo, el motivo por el que termine allí fue justamente porque perdí la primera oportunidad para cumplir mis sueños, y oro a Dios para que cada día del año en que estaré en ese lugar pase lo más rápido posible. Debo aclarar que mi frustración no viene por las personas con las que me rodeo, vivo bien, tengo buena familia, buenos amigos, y mis compañeros de trabajo son excelentes, no podría pedir mejores, pero una situación en particular me desestabilizó tanto que llego a afectar mi vida familiar.

Pues como buen millenial tiendo a abusar del uso de redes sociales y me siento privilegiado por poder usar mi derecho de expresión de la manera que me venga en gana, desde generar una crítica social constructiva, hasta poder burlarme de absolutamente todo, desde mi vida personal hasta la laboral. Dicho esto, lo segundo fue generalmente el problema, todo esto a que la mayoría de personas de otras generaciones no entienden el humor negro personal y que se viene gestando en los jóvenes contemporáneos, y principalmente que no distinguen la persona en el ambiente laboral y el ambiente coloquial, y es así por lo que empiezo a sentir un completo enojo específicamente ante quien convirtió una situación privada a laboral, y así mismo la introdujo en mi ambiente familiar, ante la cual me sentí ultrajado e indignado, y aunque trate de ponerme en los zapatos de la persona, no puedo dejar de desear un mal, y creo que eso me hace una mala persona, pero que más puede hacer alguien cuando no se siente libre de expresarse como quiera.

Estoy consciente que es algo que no viene solamente desde el ámbito laboral, hay varios aspectos de mi vida que me gusta mantener separados y alejados los unos de los otros, mi vida familiar con mis amistades principalmente, y ni hablar de mi vida amorosa, la cual fue de por si tan complicada que los pocos que saben cómo sucedió lo mantienen escondido en algún rincón de su memoria, pues yo la quiero olvidar y hago lo posible por olvidarle.

La verdad, no sé si algún día alguien leerá esto, tampoco pienso publicarla pero siento que fueron muchos pasos que me trajeron hasta este lugar y que empezaron hace muchísimos años…

Todo comenzó cuando era muy niño, no sé cuándo ni cómo, pero siempre supe que era diferente a los demás, y si puede que sea lo que dice todo adulto que siente que no encaja en la sociedad de hoy en día, pero si en el entorno en que fui criado fui siempre diferente, un niño muy decente, educado, tranquilo y reservado, a diferencia de los demás no me gustaba hace desorden, jugar el futbol y corretear por todas partes, no encontré nunca un deporte que me gustara, y ni siquiera aprendí a manejar una bicicleta, nunca encontré en mis años de infancia un hobby que me llamara la atención, y pues claro con la juventud de mi madre ella tampoco encontró algo que me pudiera inculcar. Por mí mismo descubrí que lo que me gustaba era hacer amigos, a pesar de ser un tímido, siempre he tenido muchos amigos, siempre me ha gustado complacer a la gente, siempre he querido ser alguien que ayuda y que hace sentir bien a los demás con su sola presencia, y creo que siempre cultive eso en mí, desde con mis amigos de la infancia, mis primos, mis profesores y cualquier persona adulta que entrara en contacto conmigo, realmente pienso que justo esa última me hizo crecer antes de tiempo, escoger un modelo de conducta inapropiado para mi edad, y con una madurez insuficiente como para desarrollarla o poder demostrarlo libremente. Y en cualquier momento de rebeldía lo pagaba, y lo pagaba caro.

En este momento, mientras escribo, recuerdo fielmente un millar de ocasiones en que me lleve regaños, insultos y hasta golpes, por el simple hecho de no querer entrar a jugar con mis juguetes y por el contrario escuchar las conversaciones de los adultos. Cabe resaltar que no crecí en un ambiente ideal para un niño de corta edad, puesto que al ser producto de un embarazo adolescente, el matrimonio de mis padres fue un fracaso, ya que los dos no tenían la suficiente inteligencia o madurez emocional para lidiar con la responsabilidad de una familia, la verdad es que no tengo recuerdos de ellos viviendo juntos, por lo que un divorcio nunca me afecto y mucho menos llegue a idealizar el pensamiento de una reconciliación y que algún día viviría con mis dos padres, lastimosamente tampoco tuve hermanos, así que no tenía con quien ser un niño del común, si no con las escasas visitas de mis primos, de los hijos o sobrinos de las amigas a de mi mama que tenían niños a su cargo a su tan corta edad o simplemente de los demás niños que vivían en el edificio, con los cuales no encajaba muy bien, de aquel pequeño apartamento que compartía mi madre junto con mis abuelos, mi tío, mi bisabuela y la empleada doméstica, que a pesar del pequeño espacio, no puedo de dejar de recordar con una triste sonrisa y una lagrima en mis ojos, especialmente porque por alguna razón no tengo muchos recuerdos malos de aquel lugar al cual no extraño, ya que siento que tengo una especie de mecanismo de defensa que borra mi memoria de toda ocurrencia negativa, pero sí tengo hermosos recuerdos de personas que hoy no están y que extraño con una profunda tristeza, de la cual puede que jamás me haya recuperado.

La respuesta a todas mis excentricidades y particulares de infante logre tenerlas muchos años después de aquella incomoda pero feliz infancia, desde que tuve conocimiento supe que era, pero quien yo era estaba prohibido, por la sociedad, por la iglesia, por la familia y hasta por los amigos, era algo que sentía que debía gritarlo y sacarlo de mi pero no podía, intentaba cambiar, pero no podía, intentaba refugiarme en mis amistades, pero no eran suficientes, intente eliminar esos pensamientos con oración, pero no bastaron, simplemente, nada era suficiente para enterrar las dudas sobre quien era y quien quería ser. No fue sino hasta que conocí a alguien que con una mezcla de admiración y deseo logre confirmar que era, jamás hice nada para demostrar que lo quería, por el mismo temor cobarde que la sociedad ha infundido en mí, lo cual me arraigo todo interés en el sexo opuesto, pues surgió en mí una batalla de aceptar quien era o dejarme llevar por mis instintos.

Esa guerra en mi interior guiada por dos fuerzas contrarias que luchaban dentro de mí como dos lobos jamás ceso, no fue hasta estar en la universidad y tener 19 años en que por fin pude aceptar quien era, porque era así, y que no estaba mal ser así, aunque aún en mi oído escucho los susurros que estoy mal, que soy un pecado, y que nadie me amara por quien soy, trato fielmente de ignorarlos, pero el mismo temor de tanto evitarlo explota en la cara de un momento a otro.

Me tomo un año decir por primera vez en voz alta quien era, fue una sensación extraña, hermosa, liviana, por primera vez sentí lo que era ser libre, y jamás quise volver a sentirme atrapado, pero lastimosamente, esa era la sensación que sentía cada vez que llegaba a casa. Por fuera fui libre, le conté a mis amigos, perdí muchos, pero que al final me di cuenta que no generaban bienestar sino que profundizaban a ese ser cohibido que de alguna manera los hacía sentir bien.

Durante dos años fue como vivir una segunda adolescencia fuera de casa, los años de universidad me presentaron nuevas amistades, me reconecte con viejos amigos, y hasta podría decir que me enamore por primera vez, todo esto seguido de una rebelión propia de la edad y la falta de responsabilidades, en que la música, la rumba, el alcohol y a veces, hasta drogas no faltaban, todo lo probé, y en nada me quede, pues nada de eso era lo que buscaba, y soy muy fuerte mentalmente como para seguir una adicción innecesariamente. Sin embargo, lo que se seguí buscando, fue ese amor prohibido que se escucha en las canciones y se ve en las películas, desde que tengo memoria soy un romántico sin esperanzas, y sin encontrar ninguna persona que aflore sacar eso de mi ser.

Pasaron los meses y lo intente con algunas personas, de esas solo unas dos marcaron mi vida, el primer rechazo, fue fuerte, pero no lo suficiente como para desconsolarme y hacerme olvidar todo lo que quería, y el segundo, interminable, largo, sufrido, donde todas aquellas cualidades por ayudar y hacer sentir bien a los demás que había recolectado por muchos años lo único que hicieron fue agravar los sentimientos y envolverme en un aura y ambiente toxico para mi estabilidad mental. Me tomo mucho tiempo saber que no me quería, que de verdad quería otra cosa, mi inocencia se fue perdiendo en este tiempo, y mi esencia fue cambiando, la oscuridad se apoderaba más de mí, y sin darme cuenta, lastime a muchas otras personas por mi inhabilidad de querer a alguien más que no fuera perjudicial para mí, sé que estas personas deseaban el bien, me deseaban por las cualidades que sabía que tenía, pero que definitivamente yo no podía conectar con ellas, no podía entregar, no podía seguir viviendo engañándolos y diciendo que sentía algo que no era verdad.

Desde aquella última persona que lastime me enrole en un viaje de descubrimiento propio, en que puedo estar cómodo conmigo mismo, con ser quien soy, con quien quiero ser, que puede pujar por sus sueños sin problemas, me rodee de gente con buen sentido del humor, un tanto negro sí, pero gracioso, que saben de arte, música, fotografía, literatura, videojuegos, política y un sinfín de temas más, realmente encontré placer en conocer y conversar con personas que aportaban una novedad en mi vida, que aunque a veces en redes sociales se presenten como personajes, en su vida real y cotidiana son aquellas personas tan profundas, que para conocerlas y entenderlas tienes que ser igual a ellos, personas que nuestros padres no entienden de un todo, pero respetan, personas que no siempre encajan en ambientes conservadores de iglesia o trabajo, pero que tienen las más diversas creencias en el mundo, y que se pueden mover por cada uno de esos espacios sin problemas, al igual que yo saben comportarse con gente mayor y en ambientes serios y profesionales, saben cómo y cuándo divertirse, son esos amigos y conocidos quienes han generado en mi un gusto insaciable por la vida, por el vivir al máximo, por el viajar, por el leer, han despertado en mi intereses que no sabía que tenía, nuevos hobbies, nuevos horizontes que creía que estaban perdidos, y a los que nunca llegaría.

Es por todas esas personas que hoy sigo viviendo, que sigo pensando, porque siento que me he enamorado una y mil veces de mi familia y amigos, los cuales me dan millones de razones para vivir, y a medida que escribo esto es que me doy cuenta de los sentimientos que me generan, y de lo importante que es apreciarlos. No voy a negar que he contemplado el suicidio un par de veces y dejar este mundo que cada día parece que se destruye más y que personas como yo no encajamos, pero es gracias a ellos que veo una posibilidad que un mañana será mejor, y que sigo confirmando que mi destino, el cual si existe y rige nuestras vidas, es hacer un mundo mejor para todos los que se sienten aislados como yo.

Hoy amanecí con ganas de pegarme un tiro, fue la frase que me trajo a querer explorar mis sentimientos mediante la escritura, y a enseñarme a no tomarme la vida tan en serio.

30 de Noviembre de 2018 a las 17:48 0 Reporte Insertar Seguir historia
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