gaby_rodrz Gabriel Rodriguez

En el tren de camino a casa, un chico tendrá un encuentro que le cambiará su mundo para siempre.


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Cambió mi Mundo


Era otro común y corriente caluroso martes de marzo en que tomé el súper tren urbano para ir a casa. Mi rutina de lunes a viernes ha sido la misma por los pasados 3 años que llevo asistiendo a la Bayamón High school. Caminar hasta la estación Bayamón, tomar el tren en dirección hacia Cataño, bajarme en la Estación Bay View y tomar el autobús C-37 hasta mi casa en Metrópolis, Toa Baja.

Creo que yo tenía como unos 17 años y recuerdo que en aquel entonces a penas podía estudiar o dormir preocupado por mi padre. Mi padre era un Cadete y formaba parte del ejercito de la república. En febrero de ese año fue llamado a reportarse a los cuarteles generales del ejército. La República estaba en crisis al estallar la guerra civil. El estado de Ponce, localizado en la región sur de Puerto Rico, declaró independencia contra San Juan la capital de la República. Querían ser una nación independiente y anexar al resto de los estados sureños a su República isleña. Toda esta locura empezó cuando el proyecto de Ley que convertiría a Ponce en la segunda capital de Puerto Rico fue vetado por el Presidente. Un grupo de ponceños liderados por el gobernador de ese estado fueron a formar una trifulca en la Fortaleza (La residencia del Gobernador) porque su orgullo ponceño podía más que su sentido común.

En fin, ninguno de esos días yo los vivía tranquilos pensando en que le pudiera pasar algo a papá por culpa de esos locos. Sin embargo, algo sucedería ese martes de marzo que me quitaría la mente ese dolor de cabeza. Ese día de marzo, mi madre me pidió que de camino a casa comprara el periódico Primer Minuto y unos detergentes. Me bajé en la estación Juana Matos en Cataño y caminé hasta el Supermercado Mega One que quedaba a pasos de mi parada. Hice los encargos que me pidió mi madre y volví a la estación .

 

Abordé el tren que acababa de llegar en dirección a Cataño Centro y me senté frente a esta única chica que tenía una gorra color verde militar, t-shirt blanca que decía en letras color rosa la palabra HEART, unas pulseras en forma de estrellas en ambos brazos, y un mahon corto color azul. Era flaca, tenía trenzas y su tez de piel era negra. No le podía ver bien el rostro porque en la forma en que tenia puesta la gorra le cubría los ojos y parte de la cara. Pues decidí no hacerle mucho caso y me puse a mirar pal' piso y a compartir memes en Facebook. En una ocasión me da con levantar la mirada y finalmente veo su rostro. Ella me sonrió y en ese instante olvidé de golpe todas las tristezas y ansiedades que tenia. Me perdí en su rostro y en sus ojos grandes color marrón. Algo que parecía sacado de novela fresa de romance. No sé que me pasó que cuando la vi... mi mundo cambió. Llegué a la parada final y me levanté. Ella se quedó sentada bajando de nuevo la mirada. Desde ese entonces no la volví a ver. Tomé el tren todos los días a la misma hora para volverla a ver, conocerla, y mirar de nuevo esos ojos marrones que me dejaron loco. Así como apareció, así desapareció.


Han pasado 10 años desde aquel martes de marzo y muchas cosas han cambiado en mi vida. Mi padre sigue con vida y se retiró de la milicia poco después de la rendición de Ponce, mis padres se divorciaron, y ahora soy un estudiante universitario de Maestría. Una viernes de abril, me dirigía hacia la Universidad InterGaláctica en Bayamón a través de la linea Bayamón Centro - Naranjito del Súper Tren Urbano. El camino era largo desde Bayamón Centro a través de un extenso túnel y el aburrimiento súper mega brutal.


 

En la estación Forest Hills abordaron varias personas y entre ellas vi a una chica que se me parecía familiar. El tren estaba súper lleno y no habían asientos disponibles así que la chica andaba de pie. La joven delgada de piel negra, cabello riso color negro y ojos grandes color marrón, estaba vestida de blanco y tenia unos tacones color negro. Siendo caballeroso, le cedí mi asiento. Ella me sonrió y me dijo:

"Gracias, ¡muy amable!"

En ese instante el tren arrancó y ella cayó sentada al suelo y yo caí encima de ella. Al verla de cerca la reconocí. Era la misma muchacha que me regaló su sonrisa hace 10 años en el tren. Me fui en un trance que parece duró media hora. Sin embargo solo pasaron unos 15 segundos cuando ella me toca y me pregunta que me pasaba. Me sonrojé, me levanté de inmediato del suelo, la ayudé a levantarse, y le pedí disculpas.

"¡Perdóname!" Le rogué en un tono nervioso. "Yo tan mal educado."

Mientras ella se sentaba me dio las gracias y dijo que no me preocupe. El silencio cundió por todo el viaje hasta que llegamos a la estación de "Buena Vista." Ella me indica que era su parada y me deseó un buen día. Se levantó "modelando" su cuerpo de adulta y sus altos tacones. Mientras tanto, yo estaba como adormecido pero al mismo tiempo sentí que esta era mi oportunidad. La vida nos volvió a re-encontrar por alguna razón y yo debía correr tras ella antes de que la perdiera otra vez. Yo corría sin pensarlo mientras las puertas del tren iban cerrando. Caí de pecho a la plataforma como si me estuviera lanzando al agua. Todos me miraban, mientras me levanté y corría tras ella. La dama no se había dado cuenta de mi "salto olímpico", pero me di cuenta que su pulsera en forma de estrellas se le había caído al suelo. Agarré la misma y seguí corriendo tras la dama hasta alcanzarla.

"Disculpe, ¡se le cayó su pulsera!"

"Gracias." Me dijo mientras me miraba raro. Creo que ella se preguntaba ¿y este loco?

"A la orden..." -Respondí tímidamente mientras me sonrojaba. Sentía que mi rostro se estaba convirtiendo en un tomate.

"Por mi culpa perdiste el tren." Me dijo la muchacha en un tono de lamento. Creo que primero pensaba que yo era un demente y ahora le doy lastima. No se que es peor.

"Tomaré el siguiente."- le respondí mientras la miraba tímidamente.

De repente sus ojos cambiaron de tamaño, los abrió bien grandes y sonrió como si hubiera visto un fantasma me dice:

"Tú te me pareces a alguien..."

Yo con la voz temblorosa le respondí que ella también se me parecía a alguien y le pregunté si ella tenía una camiseta que decía: Heart. Ella me respondió que cuando era adolescente vestía de esa manera tan algarate pero se refinó al tomar unos cursos de modelaje a sus 19 años. En ese momento mis ojos brillaron y le conté que ella y yo nos habíamos conocido en el tren hace 10 años. (Nos conocimos de mirada, pero no formalmente.) Ella se acordó de aquel muchacho que la miró a los ojos y ella se pasmó.

En aquel entonces tal vez no significó nada, pero hoy nuestros mundos cambiaron cuando nos volvimos a encontrar. Lo que se cree perdido no siempre es así.

19 de Noviembre de 2018 a las 20:38 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Gabriel Rodriguez Fotógrafo y escritor. Resido en Puerto Rico.

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