gaby_rodrz Gabriel Rodriguez

Cuando la única finca de tomates y vegetales del estado es destruida, la hija de los dueños debe buscar una solución.


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La finca de los tomates

 

 


Ana Isabel nació en el estado de Ponce, el estado más grande del área sur metropolitana de la república de Puerto Rico. Sin embargo, debido a la derrota de dicho estado en la guerra civil contra la capital de Puerto Rico: San Juan, su familia Pro Ponce se tuvo que exiliar en Jayuya. Jayuya, conocido como "El pueblo de los tomates", es un estado de la república de Puerto Rico situado en la región central montañosa de la isla, al norte de Ponce, al este de Utuado y al oeste de Ciales. Jayuya está repartido en 11 barrios, incluido el barrio Pueblo. Es un estado montañoso, con un ambiente pacifico, familiar. Solo había un supermercado, tres panaderías, una iglesia católica en el centro de la cuidad, una iglesia pentecostal en la cima de una montaña al otro lado del pueblo, un restaurante de comida rápida a la salida del pueblo, una universidad, tres tiendas de ropa, y una farmacia. La transportación es mayormente a través de taxis porque los caminos son difíciles.

La vida de Ana Isabel revolvía alrededor de la finca de tomates de su familia, La "Finca Oliveras" quien era el suplidor de tomates para las familias y todas las empresas localizadas dentro y fuera de Jayuya. Sus tareas eran sembrar, cosechar, preparar nuevos terrenos, y proteger la valiosa cosecha de los "dueños de lo ajeno". Hoy, dos jóvenes brincaron la verja, arrancaron varios tomates y corrieron por donde entraron. Ana fue alertada por el sistema de alarmas. Sacó rápidamente su escopeta y con dos disparos resolvió el asunto.

"Cabrones." - expresó Ana Isabel mientras soplaba su escopeta tras detener a los ladrones que cargaban con dos bolsas llenas de tomates.


La vida rutinaria de Ana Isabel estaba a punto de culminar de una forma en que nadie se lo esperaba. Una noche, un poderoso fuego surgió en la Finca Oliveras y destruyó toda la cosecha de tomates. El problema no es la destrucción de los tomates nada más porque tú puedes vivir sin tomates, es que la Finca Oliveras también sembraba arroz, maíz, papa, y vegetales que también formaban parte del negocio. La economía y seguridad alimenticia del pueblo quedaron hechas cenizas. Entonces, como si no bastara con el fuego, un poderoso frío impidió el regreso de la siembra. Qué triste y desgraciado destino para tan bonito pueblo. Ana Isabel, su familia, y el resto del pueblo sufrieron mucho la perdida.


Sin embargo, Ana se limpió las lágrimas y decidió ver esta crisis como una oportunidad para enmendar los errores de su familia. Decidió regresar a la escuela, graduarse, e ir a la universidad para buscar una solución a sus problemas. Mientras Ana estudiaba, sus padres trabajaban turnos de 12 horas en una fábrica de medicinas. Con el pasar de los meses, era más fuerte el reto para graduarse con buenas calificaciones. Además de prepararse académicamente, Ana Isabel debía prepararse físicamente, y mentalmente para mudarse a estudiar al Área Metropolitana. Aunque había una universidad en su pueblo, la misma no contaba con la tecnología ni los estudios avanzados que necesitaba para salvar a su pueblo. Pensando, pensando, solicitó en la Universidad del Sagrado Jesús localizada en el centro de Santurce, un barrio de la cuidad capital. Para ser aceptaba en dicha universidad, necesitaba una puntuación de 3,600 para que aunque fuese la consideraran en su estudiantado.

Meses después, llegó el momento más esperando por ella y su familia: su graduación de dúo décimo grado. Recibió el reconocimiento de excelencia académica, alto honor, y gran superación. Repleta de medallas, trofeos, y con una enorme sonrisa en su rostro, Ana Isabel triunfó ante la adversidad. Ahora solo le faltaba una meta por cumplir: entrar a la Universidad del Sagrado Jesús. Había solicitado admisión hace un mes y aun no recibía contestación. Pero un mes después, como a las 7:30 de la noche, alguien tocaba su puerta. Ana Isabel sacó su escopeta y la mantuvo en mano mientras lentamente se acercaba a la puerta y preguntó:


"¿Quién es?"

"Mensajero de la Universidad del Sagrado Jesús" – dijo la voz de un hombre.

"¿a esta hora?" - susurró cuestionándose mientras abría la puerta lentamente y alzaba su arma. Encontrándose con un hombre disfrazado de ballena. Ella gritó, apuntó con su arma al hombre disfrazado, y le exigió identificarse. El mensajero, con papeles en mano, alzó las manos y le pidió que no disparara. Vino personalmente a darle la gran noticia de que había sido aceptada en el programa de Biología. La universidad, para ser más dinámica, les exige a los mensajeros a dar las buenas noticias vestidos como la mascota de la universidad. Ella le preguntó por qué tan tarde para entregar una simple carta y no lo hizo por correo o email. Él le volvió a explicar que la universidad quiere hacer las entregas de buenas noticias más personalizadas. También le explicó que tomó el tren equivocado y termino 3 estados después.

"ok... ¡Puedes bajar las manos!"- le dijo Ana Isabel mientras guardaba su alma.

"¡Bienvenida a la Universidad del Sagrado Jesús! Tus excelentes notas y tu grandioso trabajo comunitario son lo que te hicieron en la estudiante ideal. Cumples con la misión centenaria de nuestra institución y allá te esperamos."

"Gracias, muy amable." - le decía Ana al mensajero.

2 meses después llegó el momento en que Ana se marcharía hacia la universidad. En la estación del tranvía, sus padres, hermanos, y vecinos se despedían de ella entre abrazos y lágrimas deseándole el mayor de los éxitos y sabían que ella regresaría con la solución.

"¡Le traerás gloria a nuestro amado Jayuya, mi querida hija!"


"Así será, mamá. Jayuya volverá a nacer y convertirse en el pilar de la agricultura tomatera del país." - declaró Ana Isabel con determinación mientras se despedía y se marchaba hacia el tranvía.


18 de Noviembre de 2018 a las 22:55 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Gabriel Rodriguez Fotógrafo y escritor. Resido en Puerto Rico.

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