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Adrian Arrantes


Cuando tenía cinco años perdí a mi padre, tres años después a mi madre y fui criada por Shara. Ella antes de morir me contó un poco sobre mi padre, quien soy supuestamente, lo que me espera, mi deber como hija del rey hada Harlequin, Ellie. Reclamar la corona.


Aventura Todo público.

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Invocación

 

Me hice una coleta, intentando recoger los mechones rebeldes que se me rizaban sobre las orejas. Respiré hondo varias veces y miré el reloj. Estupendo, iba a llegar tarde a unos de los días más importantes de mi vida. Cuando cumples los dieciséis te permiten hacer el ritual de invocación, consiste en llamar a un fiel sirviente que me acompañara el resto de mi vida. Estos no los elegimos nosotros, son ellos los que nos eligen a nosotros. Los clasificamos de varias formas, pero lo simplificamos a clase baja y clase alta, también hay una leyenda donde cuenta que existen libros que hablan de una clase aun superior, la clase real. Se dice que son muy pocos y que han servido a pocas personas, solo a gente que capte su atención. El cómo se hace, nadie lo sabe, aunque solo es un rumor. 

-Ellie, ¿estás lista ya? -dijo desde el piso inferior. 

-Si, ya bajo. 

Baje al piso inferior pensando que tipo de familiar me elegiría, la verdad es que me muero de ganas por verlo. Mientras seguía pensando en aquello, llego a la cocina, olía a algo delicioso. -Venga abrígate o no llegaremos a tiempo –dijo Shara. 

- ¿Y qué pasa con mi desayuno? -conteste, me moría de hambre. 

-No hubieras tardado tanto, confórmate con un bocadillo que pidamos luego. 

Me quede pasmada unos segundos con cara de tonta. Ezra siempre ha sido buena conmigo, aunque es bastante seria. La mayor parte del tiempo se la pasa leyendo libros antiguos o recitando algunos conjuros. Recogió unas cuantas cosas y las metió en su bolso. Cogí la chaqueta y montamos en el coche. Habían pasado unas horas antes de llegar al aeropuerto y otra más en subir al avión. Ya casi iba a ser medio día cuando pude dar bocado, la comida del avión nunca me ha gustado, siempre esta sosa, pero al menos era algo. Al llegar pedimos un taxi y en menos de una hora, una dichosa hora más, llegamos a la mansión de la familia Fernsby. Era una de las familias más poderosas de todo el continente y tiene muchos recursos, ni siquiera los gigantes se oponen ante ellos. 

Nos recibieron unas criadas, llevaron mis cosas a mi habitación temporal, iba a pasar unos días con los demás que también harían el ritual. Estaban todo tipo de personas, desde una de las clases más altas hasta una que la consideraban de lo peor. No dejaban de mirarme como si estuvieran analizándome. Ezra me dio un beso en la frente y se despidió con un “compórtate bien”, dios que vergüenza pasé en ese momento. Llegue al dichoso cuarto, era grande y por suerte son habitaciones individuales, me lance a la cama directamente; estaba mentalmente agotada. Pasaron unas horas y ya estaba harta de estar tumbada y de escuchar los susurros detrás de la puerta, no dejaban de intentar espiarme. Me moría de curiosidad por ver más allá de este cuarto y también quería librarme de esos pesados. Abrí la ventana y salte, corrí hacia el bosque sin pensarlo dos veces, pasé el resto del día allí. Cuando quiero estar sola siempre vengo al bosque, me siento protegida y puedo estar sola con mis pensamientos, al cabo de un rato vuelvo a la mansión.  

Al entrar estaba Shara con los brazos cruzados y con el ceño fruncido. 

-Donde te habías metido –dijo Shara enfadada. 

-Estaba dando un paseo. 

- ¿Acaso sabes la hora que es? No vuelvas a salir sin mi permiso, ¿entendido? Ahora ve aponerte el vestido que te dejado en tu habitación y baja a cenar, llevamos media hora esperándote –realmente estaba enfada, yo pensé cenar en mi habitación. 

Después de la pequeña bronca fui a la habitación y me volví a lanzar a la cama, esperé unos minutos para relajarme. Respire unas cuantas veces, bueno será mejor que baje ya antes de que me vuelvan a regañar. Dijo que me había dejado un vestido, pase un buen rato buscando el dichoso vestido, pero ni rastro de él. Pensé que podría confundirme de habitación o que ella se confundiera asique pregunte a una de las sirvientas. Ella afirmo que lo habían dejado en mi cuarto, pero ahora no está... en fin.  

Baje las infinitas escaleras con lo que llevaba puesto, era una sencilla camiseta de manga larga con una falda que me llegaba hasta las rodillas. Al entrar al comedor todos callaron, me volvieron a analizar de arriba abajo, algunos se rieron, seguramente por mi aspecto, pero acto seguido la mirada de los superiores los callaron. 

-Y tu vestido –pregunto la cabeza de la familia Fernsby. 

-Veras, al parecer alguien no ha podido esperar antes de cenar y se lo ha comido –todos se empezaron a reír, unos golpes de bastón los callaron. 

- ¿Cómo que se lo han comido?  

-Cuando llegué fui a la habitación y ya no estaba –me siento incomoda y ridiculizada. Al que me quitara el vestido se la pienso devolver con intereses. 

-Está bien no importa, siéntate –algunos me siguen con la mirada, otros intentan ocultar su risa, intento sentarme lo más cerca de Shara, pero solo puedo quedar en frente de ella. 

Al lado tengo a un señor mayor, parece importante y a mi derecha a una niña, iba con un vestido azul sencillo. 

-Bueno, hablábamos sobre lo que ibais hacer después de tener a vuestro familiar –dijo la cabeza de la familia Fernsby-. ¿Tú que harás Ellie? 

-Pues la verdad no lo sé –respondí, otra la vez las risas volvieron y fueron calladas por tercera vez. No podía decir que me dirigía al bosque de las hadas, ni que soy la hija de Harlequin ni nada de eso, no me quedaba de otra que callar y pasar vergüenza.  

-Veras habíamos pensado en ir al reino de los magos, mi hija aún está aprendiendo –dijo Shara, la verdad es que me ha salvado, pero como que aún estoy aprendiendo, y que pasa con lo que soy su hija...  

-De ser así no te vendría mal un familiar que supiese volar –bromeo, otra vez las risas volvieron, paso unos largos segundos para que el comedor quedara en silencio otra vez-. Y tú que piensas hacer Samara. 

-Bueno, yo junto a mis hermanas queremos descubrir el paradero de unos libros muy antiguos –me miro con desprecio, como si fuera de lo mejor buscar unos libros. 

El resto de la cena se la pasaron hablando de que iban hacer los demás, de mitos y otras cosas. Al acabar fui directa a mi habitación. 

-Pero mira a quien tenemos aquí chicas –dijo Samara y su pandilla, me impedían el paso a mi cuarto. 

-Que quieres buscadora de libros –dije burlándome. 

-Solo veníamos a decirte que eres una mentirosa, tu vestido si estaba en tu cuarto ¡ah! Ya que lo que pasa aquí, es que nunca te has puesto un vestido y preferías ir con esos trapos vulgares –su pandilla empezó a reírse-. Como se suele decir chicas, las de su calaña debe actuar como tal. 

-Tienes toda la razón, ahora entiendo que haces aquí, arpía –me hacía hueco entre ella mientras llegaba a mi habitación-. Bueno yo de vosotras rezaría un poco no vaya a ser que mañana os acompañe una víbora para el resto de vuestras vidas –cerré la puerta en sus narices antes de que hablaran. Aún se escuchaban sus reproches. 

Realmente son unas pesadas y me las van a pagar por lo del vestido.  

A la mañana siguiente me duché, me puse lo que me habían dejado; una camiseta verde de manga corta, me quedaba un poco ajustada y unos pantalones negros también cortos. Fui al espejo y esta vez deje mi pelo suelto, lo peine un poco para que no se viera tan rebelde. Dos días, aguanta dos días más -dije a mi imagen en el espejo-. Me quede mirándola como si me fuera a responder, pero ya sabía la respuesta “ya te has metido en esto, ahora te fastidias”. Ayer había empezado una guerra con esas arpías y aún quedan dos días que pueda volver a casa. Solo pido que me elija un familiar decente. 

Bajé al comedor para desayunar, por suerte no había nadie que me callera mal y pude comer sin presiones. Comí unas tostadas con mermelada de fresa y un vaso de zumo de naranja. Al terminar vino la pandilla toca narices. No me moleste ni en mirarlas. Salí al patio, me subí a unos de los árboles y me quedé allí subida en la rama, tapadas por las hojas. 

Maldición, me quede dormida, mire el reloj rápidamente, por suerte no la volví a fastidiar. Aún quedaba media hora, entre a la mansión en busca de algo para pasar el rato. 

-Ellie –dijo Shara-. Sube tenemos que hablar. 

Bueno ya encontré con que entretenerme, fue rápido. 

- ¿A qué esperas? -hablaba Samara acompañada como siempre de su pandilla-. O vas hacer esperar a tu mamaíta –reían mientras bajaban las escaleras.  

-Alfombra rebelde, bulto tienes haz que se caiga –susurré el conjuro, sería una pena si cayeras. Subía las escaleras tranquilamente mientras ellas seguían bajando riéndose de mí, lo que hacia la situación más emocionante y graciosa cuando se cayera delante de todos. 

-¡Aah! ¡Maldita, fuiste tú! -la gente no se cortaba en reírse. 

-No me eches la culpa de que seas tan torpe, ¿Por qué no vas con tu mamaíta? -subí las escaleras aguantándome la risa, me sentía bien devolviéndoles la humillación por lo del vestido. Aun se escuchaban algunas risas de fondo. 

Entre a mi cuarto, estaba Shara sentada en la cama. 

-De que querías hablar –dije. 

-Siéntate –dijo en tono serio, me senté al lado suya-. Es sobre lo de anoche, será mejor que nos hagamos pasar por madre e hija. Nadie puede saber que eres hija de Harlequin. Hay algunos miembros de la corte que te están investigando, no solo a ti, pero hay un rumor que dice que Harlequin tuvo un hijo y que ahora tendría dieciséis años. 

- ¿No lo puedes parar? Eres también miembro de la corte, ¿no? Aparte, ¿cómo saben sobre mí? 

-Es una investigación secreta por lo que no puedo ni protestar, y aparte de tus padres solo el líder de los Frensby y yo sabía que existías. No hagas nada que te exponga y no uses la magia, ¿de acuerdo? 

-Vale –asique aparte de shara otra persona sabe quién soy... 

Se levanta y abre la puerta. 

-Venga ya es la hora -tenía unas ganas tremendas de saber que familiar me erigiría. 

El señor Frensby nos llamó a todos, teníamos que esperar. Pasaron unas dos horas hasta que alguien paso por la puerta principal, era una señora mayor, también usaba un bastón. Nos guiaron por unas escaleras subterráneas, después de caminar unos dos minutos llegamos a una gran sala. 

-Veréis niños -dijo la señora-. Ya sabes porque estáis aquí, iréis de uno en uno. Desde la categoría más baja hasta las más alta, ¿de acuerdo? -todos afirmaron. 

Empezaron a llamar a la gente, de momento no sabio ningún familiar extraordinario, al cabo de unos cuantos más empezaron a llamar a los de categoría más alta. Podía ver como Samara y su grupo se mordían el labio, creo que les fastidia que aún no me hayan llamado. Llega el turno de sus amigas, luego la nombran a ella. 

-Espere, y ¿ella que? Aun no la has nombrado –reprocho a Frensby. 

-Samara, como hemos dicho vamos de la categoría más baja a la más alta, ella es la última de la lista, incluyendo Sofia cuyo padre es hermano del rey del clan de los magos –cerro los puños con fuerza, diría que nunca paso tal vergüenza-. Ahora guarda silencio y ve a llamar a tu familiar. 

Dio unos pasos al frente y empezó a pronunciar su llamamiento.  

-Soy Samara hija del noble Matías, me muestro ante ti al igual que tú te mostraras ante mí, hazme diga de ti al igual que yo lo seré para ti –apareció un círculo mágico de color morado, lo que indica que un familiar bastante poderoso se muestra ante ella, pero la cosa no cabe ahí. 

-Ahora que tiene que hacer, nunca me contaste más ya que la probabilidad de que aparezca tal familiar es muy baja –susurre a Shara. 

-Veras, ni yo lo sé, pero supuestamente te pide algo y debes dárselo o se negara a ser tu familiar y se ira. Por encima este ritual solo se puede hacer una vez por persona. Por eso debes de cuidar muy bien a tu familiar. 

-Niña, muéstrame que eres digna como afirmas ser –dijo una voz ronca que salía del circulo mágico. 

-Toma mi sangre y decide tu si soy digna –Samara se hizo una pequeña herida en el dedo y le dio a probar al familiar que se mostró ante ella, algo que no me esperaba, un centauro.  

El centauro acepto ser su familiar, pero no obedecerá hasta que no muestre que es totalmente digna de él, asique es casi lo mismo que no tener familiar. Acto seguido me echa la mirada presumiendo y se coloca detrás de mía. Pasaron un chico y una chica antes de que me nombrara, como dijo Frensby, la última. 

Doy unos pasos al frente, estaba nerviosa y las risitas de esas no ayudaban para nada. 

-Ellie, tranquila, di lo que pienses para llamar a tu familiar. No lo pienses –me decía Shara apoyándome. 

Respire hondo varias veces antes de pronunciar las palabras. 

-Soy Ellie hija de alguien que no recuerdo –sentía la presión de la gente que me miraba- busco a un compañero digno al cual querré y protegeré con mi propia vida, cual él hará lo mismo, quiero empezar mi aventura para recuperar lo que es mío. 

La sala permaneció en silencio, transcurría los segundos y nada ocurría, la presión aumentaba y las risas comenzaban a notarse más.  

-A eso le llamas invocar a un familiar –reía, maldita víbora no puedes callarte-. De verdad piensa que lo puedes proteger, ¿tu? -seguía riendo. 

Un fuerte golpe del bastón de la señora los callo a todos. 

-Habláis y reis mucho, pero el ritual sigue en curso, callad y observad –dijo cabreada. 

Sobre nuestras cabezas apareció un círculo enorme, mucho más grande que el de Samara, bajaba desde arriba iluminando todo.  

-Espera es de color ¡dorado! -grito alguien desde atrás. 

Empezaron a murmurar. 

-Ellie –hablo-. Te ayudare con tu propósito cumpliendo la promesa de tu llamamiento, solo tengo tres peticiones. La primera es que muestres tu sangre, si eres digna deberás ser pura –le acerqué la mando, hizo un ligero corte en el dedo índice, tomo unas gotas de mi sangre-. La segunda, jurar no rendirte en tu propósito. 

Lo juro –hable desde lo más profundo de mí. 

El circulo cesó y se mostró ante mí. Me asuste al principio. La sorpresa no las llevamos todos, los dragones hace siglos que no se ven. Cuenta la leyenda que se escondieron tras la guerra de los clanes. Los murmullos no apaciguaban. 

-No temas –dijo-. Te diré mi última petición, dime quién eres. 

Tras oírlo mire a Shara, estaba nerviosa, ella también estaba sorprendida por aquella petición. Levanto su mano y se la llevó al pecho, yo sonreí. Con gusto lo haré, creo que es la primera vez que voy a decir quién soy, y no me lo diré a mí misma tras un espejo, se lo diré a un dragón, un ser mítico. Se lo diré al mundo, estaba feliz, aliviada de no seguir escondiéndome.  

-Soy la princesa Ellie, hija del rey hada Harlequin –el molesto murmullo callo de repente. 

-Fuiste sincera, lo presiento. Eres digna de ser mi ama, acércate. 

Di unos pasos más hacia delante, el dragón agacho la cabeza. 

-Toca mi cabeza -pidió, cuando puse mi mano en su cabeza volvió aparecer el mismo circulo mágico, esta vez del tamaño de mi palma-. El pacto esta casi echo, ahora solo falta que jures todo lo que has dicho. 

-Lo juro. 

Abrí los ojos, reconozco el techo, era de mi habitación temporal, intento acomodarme en la cama cuando unas manos me ayudan. 

-No te sobre esfuerces –susurro Shara. 

- ¿Eh? ¿Qué paso? 

-Te desmayaste. 

-Y mi familiar –pregunte. 

- ¿Acaso no lo notas? Esta dentro de ti, seguramente ahora este descansando ya que estas muy débil, los dragones tienen mucho poder y mantenerlos requiere gran poder mágico, asique no te esfuerces ¿vale? 

Me llevé la mano al pecho –cuídalo- me dije a mi misma.

-Recuerda ponerle un nombre. Ahora descansa -me dio un beso en la frente y se marchó. 

Mire hacía la ventana, la verdad es que ya había pensado un nombre desde hace mucho, nunca pensé que fuera un dragón, pero espero que te guste. Te llamare Ryu.  

27 de Enero de 2019 a las 23:39 0 Reporte Insertar Seguir historia
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