Éramos dos almas divagantes en el universo, dos almas que vivían una por la otra, y aunque no creo en las casualidades, estábamos destinados a ser un solo corazón, sin importar el lugar, año, mes, día u hora.
Estábamos destinados a ser un solo cuerpo, un solo latido y más aún, un recuerdo.
Octubre 14 de 2018
Aún recuerdo su sonrisa, la primera vez que lo vi, la primera vez que me enamoré verdaderamente, y no lo supe, fue mi primer encuentro fugaz con la felicidad, un deseo cumplido, que, sin haberlo pedido, se me fue concedido.
Estoy en nuestro lugar favorito, en la bella colina de San Antonio, un hermoso mirador, el sol se ha ocultado, no sé en realidad cuanto tiempo he estado pérdida y divagante en mis pensamientos, en nuestros recuerdos.
Pronto la oscuridad, hija de la noche, desciende sobre la hermosa ciudad cubriéndola de tinieblas, y justo en esa fracción de segundo, suceden miles de milagros que pasan desapercibidos por muchas personas, incluso por mí.
En medio de la oscuridad, resplandece la luz, miles de luces se encienden para convivir con esta, la vista es hermosa, dos opuestos, obligados a convivir en armonía.
Hoy me he vestido como a Brandon le gusta, siempre me ha dicho que me veo más guapa vistiendo de una manera más femenina, no puedo evitar reírme al recordar sus palabras, mi corazón late con fuerza al recordarlo, lo que me asegura que Brandon también está riendo.
Llevo un vestido negro, una chaqueta abana, unas botas café oscuro, y un sombrero negro.
Mi cabello liso y azulado cortado a la medida de mis hombros, y dos grandes mechones de cabello, que forman dos trenza negras, que sobre salen de la parte trasera de mi cabeza, tal y cual como a Brandon le gusta, me siento complacida y muy feliz al vestirme como al él le gusta.
Estoy sentada sobre el borde de un gran muro, la ciudad ilumina mis ojos, la noche es fría, pero no me importa, siento el palpitar de Brandon en mí, siento su calor recorrer mi cuerpo.
Me siento de una manera que desconozco.
No sé si reír, o simplemente tumbarme en este mismo lugar y llorar como una niña desconsolada, no lo sé.
Pero si de algo estoy segura, es que, Brandon, estuvo, está, y estará siempre conmigo, somos un solo corazón, y nuestro palpitar, da vida a nuestra alma.
¿Por qué hablar del alma?
En el alma sentimos, en el alma amos, es ahí, en ese lugar, que cuando nos lastiman, duele, es ahí que recordamos, y aunque faltamos por alguna razón, viviremos eternamente.
Pronto Brando toma mi mano, siento como nuestras miradas se conectan, tengo miedo de parpadear y dejar de verle.
Reímos como tontos, somos el centro de atención, las miradas de los presentes se clavan en nosotros, por un momento siento como Brandon se acerca lo suficiente como para besarme, cierro los ojos, inconscientemente, sin saber, que quizá pudiera ser la última vez que podría verlo.
Mi boca está sedienta.
Gracias por leer!
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