omara01 Omar Villarreal

Después de revelarse en la facción de la armonía que Tohru se encuentra viva en el mundo humano, los dragones del orden comienzan a moverse para encontrarla con el objetivo de juzgarla, pero un dios en especial se dedicará más que otros en ir tras ella con un fin distinto: aniquilarla. Un súbito acontecimiento devolverá a la hija del emperador de la muerte a su dimensión, donde siendo acompañada por Kobayashi, Kanna e Iruru acabará por descubrir a quien la delató en realidad y las pretensiones ocultas que sostiene. . ¡Espero esta obra consiga entretenerte y gustarte mucho! Qué tengas un buen día.


Fanfiction Anime/Manga Sólo para mayores de 18.

#kscnmd #dragones
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Introducción


En una hermosa noche estrellada una preciosa hembra dragón nació. Sus padres de inmediato un nombre que estimaron perfecto para ella se les ocurrió. Pronto todos la conocerían como Tohru, la hija del emperador de la muerte. El hogar natal suyo se sitúa dentro de los territorios principales de la facción del Caos. Siendo que provenía de ahí, su destino ya se hallaba marcado. Tendría que unirse tarde o temprano a los demás pertenecientes a su bando, los encauzados a combatir contra los guerreros de la Armonía, para apoyarlos. Pero primero se prepararía un largo tiempo para hacer llegar ese momento. Durante muchos cientos de años se dedicó a fortalecer su dominio y aplicación de la magia, aprender del mundo que la rodeaba y desarrollar sus capacidades físicas y mentales. Su poder al concluir el periodo de acondicionamiento rebasó al de su padre, quien se enorgulleció de ello y a la vez se intimidó.


El emperador confiaba plenamente en que Tohru jamás le fallaría y que se convertiría en la mejor en lo que sea a lo que se dedicara. El día que más esperaba era aquel en que le cedería a su pequeña amada el trabajo de gobernante. Nunca dejó de creerla como la indiscutible merecedora de ese puesto. Sin embargo, desde que Tohru empezó a querer acercarse a los seres humanos por curiosidad, la duda sobre si de verdad sería capaz de realizar el sueño que sostenía, el de verla sentada en su silla, se le presentó.
Consideraba a cualquiera que pretendiera ocupar la labor suya como indigno e insolente si se mostraba siquiera una pizca de interés en buscar mezclarse con aquellos seres al igual que con los de la Armonía. No significaban nada de importancia los motivos fuera de la erradicación por los que se intentara acercárseles. Le molestaba pensar en eso, pues a medida que Tohru crecía observaba con desagrado que parecía equivocarse al pensar tan anticipadamente que ella sería la sucesora de su cargo luego de descubrir que no dejaría de insistir en tratar de averiguar más sobre esos enemigos infiltrándose en sus dominios.

El humano podría observarse frágil e indefenso, pero verdaderamente no es así. Usualmente, representa peligros para quienes ignoran el hecho de poder ser derrotados gracias a su arrogante postura. Entonces de no ser su única descendiente que lo sustituyera, ¿quién sí? El emperador no se quedaría cruzado de brazos, a toda costa haría realidad lo que imaginó.


Comenzó a proporcionarle a Tohru los saberes suficientes para extinguirle el anhelo de estudiarlos tal cual aspiraba. Hizo que la acompañara a destruir las fortalezas donde contenían restos de su especie usados como trofeos, armas y armaduras, inclusive como decoración. Le mostró a no tener piedad a pesar de los ruegos que le dirigieran. La instruyó para matarlos cruelmente.

Después de habérsele acabado las enseñanzas adquirió despreocupación sobre el asunto tras notar que en el interior de su hija había hecho florecer el enorme desprecio por la humanidad y las ansias por desaparecerla. Además la alentó a acrecentar su pasión por la devastación.
Le permitió continuar marchar sola con la petición en que desolará los dominios de sus adversarios.


Rápidamente, Tohru se convirtió en el terror de una inmensa cantidad de criaturas. En cuanto los dioses venerados por los hombres se enteraron de la abundante destrucción que provocaba la odiaron tanto hasta el punto de disponerse a pulverizarla.
Armoniosos, magos, cazadores de dragones, son ejemplos de los que iban en busca suya esperando regresar a casa con su cabeza, mas no lo lograban, perecían seguidamente de encontrarla.


Tohru era imparable, capaz de enfrentar ejércitos enteros sin salir lastimada. Si alguien le hubiera ocasionado un diminuto rasguño habría devuelto el daño miles de veces peor.

Una vez sintió fastidio por la noticia en que la autoridad de un poblado cercano al lugar en que se había establecido temporalmente ofrecía una grandiosa recompensa por capturarla y traérsela. Decidió que entraría en aquel sitio para ubicar al premiador y de ese modo sorprenderlo antes de sumarlo a la lista de difuntos por sus propias manos.

Se las arregló con un hechizo para pasar desapercibida como humana, recorriendo libremente la pequeña población usando una túnica marrón con capucha. Ingresando, se distrajo contemplando el instante en que un padre y sus niños se divertían jugando. Al voltear a otro lado sus ojos permanecieron segundos en varones de mediana edad relajándose bajo la sombra producida por un árbol. Eso y entre otras cosas le dieron a entender que era una localidad tranquila.
Esperaba verlos más tarde organizarse para ir a toparse con ella, empero, al salir a la luz de la luna de las ruinas que habitaba ni siquiera advirtió que mostraran interés en aproximársele.

Horas antes de retirarse, una niña sin temor e intención de importunarla le puso en el suelo una canasta repleta de manzanas. Se despidió sonriente, alejándose a través de sus pequeños pasos, y al divisarse diminuta por la distancia, Tohru en silencio agradeció y aceptó su ofrecimiento.

Entretanto volaba se hizo preguntas relacionadas a su padre y los humanos. "¿Por qué papá no habló de esa parte de ellos, la pacífica?, ¿por qué los denominó salvajes sin remedio?, ¿qué tan bueno puede ser un humano?, ¿por qué algunos no son para nada bárbaros?, ¿por qué todo ese pueblo no se me abalanzó?, ¿qué los anima a ser violentos, a abandonar sus vidas sosegadas y qué los hace estar perfectamente en paz?, ¿quiere decir que hay mortales que no persiguen el objetivo de pelear con nosotros los dragones?". No cesaba la producción de más dudas. Había interrogantes que para ser contestadas la desobediencia al emperador tendría que suceder.


Durante un largo tiempo recorrió el mundo en busca de algo singular para cualquiera de sus ejemplares: sacar conclusiones de todo lo que se pudiese respecto a ese tema a partir de la experiencia personal. Renunció a su naturaleza destructiva temporalmente, algo que sin duda deshonraría eternamente a su padre si lo supiese.

En su camino compartió amaneceres con una ex diosa, convivió con un terrorífico dragón oscuro que resguardaba una cueva llena de tesoros, visitó a una vieja conocida para darse cuenta de cuánto creció y fue acompañada un gran tramo de su andar por una dragona de la Armonía catalogada por ciertas ciudades humanas como un ente supremo.


A los 17,000 años concluyó su caminata quedándose en unos restos ubicados en una zona con múltiples colinas. Sin esperarlo una bandida de corta edad se le unió, y a pesar de advertirle que la mataría si no se iba no consiguió apartarla. Todavía cuando elevó su pata delantera y la bajó velozmente simulando que la aplastaría solamente demostró que su intimidación falló. Rápidamente la consintió comunicándole que podría quedarse, pero que no esperara que le prestara atención. No obstante, se contradijo desde la primera palabra que soltó la joven bandida para intentar iniciar una conversación. Lo que sí hizo fue dejar que hablara sola aguardando a que se callara, acción que no funcionó. Aun oyéndola con molestia no se largó.


La chica por la tarde le expresó algo que la hizo pensar: "¿Qué se siente ser libre?". A continuación, Tohru le formuló una pregunta similar para evadir la que se le destinó ya que prefería reflexionarla. La contestación de la chica a su cuestión, "¿qué harías si tuvieras libertad?", le sorprendió. De ser lo que era no dudaría en volverse una sirvienta si existiera la oportunidad, si gozara de elegir libremente su destino. Nada le afectaría que fuese criticada su elección. Eso era por lo que suspiraba.


Ese mismo día Tohru dio solución a las preguntas que se planteó en el pasado en base a lo platicado ahí y los saberes que juntó mientras viajaba. Su conclusión fue que las posibles causas por las que los humanos se enfrentaban con los dragones, y viceversa, se debía a la influencia que los dioses y los líderes sostenían en su actuación y razonamiento correspondiente entre ellos. ¿Acaso les disgustó la idea de establecer una unión?, ¿les desagradó intentar reconciliarse? Designó esclavizantes a las divinidades y a los jefes. A quienes hacían lo contrario a los demás los nombró raros e imperfectos ante las deidades y sus seguidores. No necesariamente deberían de ser excluidos los "diferentes" de la sociedad; si no perjudicaban a la doctrina los problemas no existirían. De todas formas, se les trataría de convencer de agregárseles. Si se negaban quizá sería respetada su voluntad, o no, siendo forzados a adentrarse en el círculo.


La hija del emperador imaginaba que el mundo alcanzaría una quietud idéntica a la que observó en el pueblo si los dioses no interfirieran. La mejor opción según ella era aniquilarlos. Así habría verdadera concordia a pesar de no contar a los dragones como promotores del desorden, en especial a los de su facción, algo que resultaba contradictorio y tonto. Exterminar primeramente a Dios el superior de todos equivaldría a ganar automáticamente la lucha que generaría en contra de los semejantes a su naturaleza dado que descartándolo le facilitaría la tarea de someter a la milicia celestial a su rendición para obligarlos a aliársele en la batalla.


Aunque el plan no estuviera bien hecho se conformó por lo magnífico que se oyó y se vio mentalmente. Ejecutarlo prontamente y así materializar sus ilusiones se volvió una meta a corto plazo. Ambicionó conocer los resultados del aniquilamiento de las deidades en su facción y el nuevo futuro personal que adquiriría tras dar por finalizado el extenso combate entre humanos y dragones y el que hay con los de la facción de la armonía luego de conquistar y tener bajo su disposición tropas divinas para forzarlos a sucumbir ante la superioridad del Caos.


Animada se introdujo en el reino de los cielos... para perder inevitablemente. Dios y sus ángeles permanecieron listos para afrontarla desde que se principió el presentimiento en que ella se presentaría violentamente.

En el instante que Tohru pudo intercambiar miradas con su objetivo a destrozar comenzó instantáneamente el conflicto. Masacró miles de servidores del Altísimo en los primeros minutos entretanto Él apenas se levantaba de su asiento. Erguido estiró su brazo derecho apuntándole con la palma abierta. De ella salió expulsada una abrumadora y mayúscula ráfaga de aire que por poco le arrebataba la estabilidad de vuelo.


Los intentos de recuperar la defensa mágica que le cubría a manera de silueta, en tanto esquivaba y contraatacaba, demandaba gastos energéticos inmensos. Se le ocurrió transformarse en humana para reducir su tamaño y mermar el deterioro de lo que la preservaba intacta. Sirvió un lapso medio largo de tiempo antes de jadear. La debilidad iba aumentando debido al empeño repartido en su ofensa, protección y recuperación. Ya exhausta en un santiamén e involuntariamente retomó su forma original.


Desesperada voló directa y vertiginosamente hacia Dios preparando a la vez un rayo que, creyó, traspasaría su cuerpo. La certeza que tuvo en que eso sucedería se derrumbó cuando miró con pánico el rápido desvanecimiento de su ataque. El Todopoderoso se había protegido. Decepcionada admitió la derrota. Sabía que fenecería en cualquier momento, sin embargo, reconoció que todavía quería vivir. Creó un portal dimensional para fugarse a través de él. A punto de lograrlo Yahvé atravesó su costado derecho con una espada muy grande hecha a partir de su vigor, pero prosiguió viva.


Hallándose en la otra Tierra descendió bruscamente en lo alto de una montaña que radicaba en Japón. Afligida y adolorida hasta las lágrimas llegó. Había fracasado su propósito iluso, pero franco de dar espacio a un mejor planeta rebosante de paz.  Permaneció quieta esperando su muerte, sin embargo, detectó que alguien se le aproximaba a risotadas. Dejó a un lado su abatimiento para comportarse seriamente. 
Era una mujer ebria de cabello rosado que había finalizado su día laboral. Llevaba consigo una botella de alcohol muy repleta. Tras presenciar a la dragona verde de frente se atrevió a arrojársele a su hocico y abrazárselo ocasionando que fuera bajada de una sacudida y cayera sentada.


Tohru le advirtió que finaría gracias a el arma ensartada cerca de una de sus alas, y en consecuencia la humana se ofreció a removérsela. Aceptó asombrada, mas al recordar que quien osara siquiera tocarla se desintegraría fugazmente trató de impedírselo, pero la joven adulta se negaba a dejar de trepar por su piel escamosa para alcanzar el mango de esa cosa afilada por ambos lados. Agarró la empuñadura y con mucha fuerza desencajó esa espada que al sacarla totalmente desapareció sin dejar rastro sobre la tierra.


Pensó en darle las gracias y enseguida irse, empero, se quedó ya que su salvadora le ordenó beber. Recobradas las energías cambió a la forma humana y tomó hasta emborracharse al igual que la bienhechora. 
Cuando no restaba ni una gota de la bebida, las dos se enteraron en que compartían algo en especial, no tenían a nadie más haciéndoles compañía. Es así como la dueña de los tragos invitó a la escamada a residir en su apartamento con la condición en que fuera sirvienta suya.

Tohru decidió decir sí a lo que consideró una propuesta estupenda (no tanto por el oficio demandado), determinándose a hacer algo por la eternidad: amar incondicionalmente a Kobayashi, su ama, su jinete, su mejor amiga.


A partir del día en que comenzó a vivir en la casa de la mujerzuela con lentes no pararía de estar alegre, disfrutar de momentos divertidos y andar contenta por el destino que obtuvo sin querer. Además no sería la única de su dimensión que terminaría morando allá en ese mismo país. Kanna, Fafnir, Lucoa, Elma e Iruru son igualmente dragones civilizados.


5 de Octubre de 2018 a las 00:42 0 Reporte Insertar Seguir historia
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