Tus ojos decaen a tal punto de embellecerse con una capa lagrimal impalpable. Brillan, esos ojos brillan, quizá no sea por alegría, pero brillan. Tonto o afortunado, no me importa el porqué, solo me importa tu brillo. Oh, lástima, ese brillo es de una tristeza contenida, la tristeza la contienen tus ojos. Todo está pálido, todo siniestro, pero tus ojos, esos tus ojos lo cambian todo. Esas obras de Dios que cuando los ves de lejos aparentan un color almendrado, pero si cuentas con la fortuna de acercarte a ellos podrás notar ese fulgurante tono oscuro que dudas de si lo sea; como unas hojas que están en la indecisión de primavera y otoño, esas hojas dudan de su claridad primaveral o su café candente de un final otoñal.
«Que alegre te importe hasta lo más mínimo; que triste todo te sea indiferente». ¡Aquí está el detalle! Eso me cautivó, tu tristeza deja al libre albedrío tu verdadero ser. No te das cuenta lo mucho que te miro, no distingues mis sentimientos hacia ti. Te abrazo, no sientes nada. Te respiro, no lo percibes. Te beso, te beso en mis pensamientos y tampoco logras comprenderlo. Una mirada de despedida no cambia nada. Un adiós con tu tristeza, con tus bellos y grandes ojos, con esa sutil sonrisa en la plenitud de tu desdicha, eso, eso me envuelve, me quema, me llama, me atrapa, me deja así: como un vil escritor lleno de sentimientos a tal punto de decírtelo en un poema en prosa.
Olvídalo todo, sí, amor mío, TU TRISTEZA ME ENAMORA.
Para Adriana Leyton, mi amor.
− Jordan S.
Gracias por leer!
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.