2
6.6mil VISITAS
En progreso - Nuevo capítulo Cada 15 días
tiempo de lectura
AA Compartir

Amor a distancia😍

Nuestra historia transcurre en la Barcelona de 1950. Era un día de colegio, en un pequeño barrio llamado Llefiá.

Laura salía del colegio cuando de pronto se le cruzó Toni. Las mejillas de Laura adoptaron un color rojo fuego y en su cara se dibujó una sonrisa tonta y picarona.
-¿Está tu primo en casa?-Pregunto el chiquillo.
-No, no está.-Esas fueron las únicas palabras que el cerebro de la muchacha logró coordinar a duras penas.
Cuando hubo cruzado la carretera, se paró a pensar y no lograba entender porqué su cara se encendía y su corazón iba a mil por hora cada vez que se cruzaba con el hijo del militar del barrio.
-Eso es amor.-Le dijo su amiga Clara cuando se lo contó.
Lo cierto era, que sí que había algo en Toni que atraía la atención de Laura, pero tanto como amor...Eso eran palabras mayores.
Esa tarde, Clara se quedó a dormir en casa de Laura y hablaron de muchas cosas como por ejemplo del problema que suponía vivir en pleno franquismo. Esa noche, Laura no durmió mucho, ya que se pasó toda la noche intentando averiguar que le pasaba cuando veía a Toni. Hasta que lo averiguó, y vaya si lo averiguó, llevó a cabo el mayor hallazgo logrado nunca, y lo hizo ella solita: Efectivamente, Toni le gustaba.


Al día siguiente, se puso lo más guapa que pudo y salió a la calle a comprar pan. Poco antes de llegar a la panadería, Laura divisó a un chico llorando en un banco apartado. Se acercó, y al ver que se trataba de Toni se escondió detrás de un matorral. Sacó su espejito grabado i se miró. Perfecta. Salió de su escondijo y se acercó al muchacho.
-Hola Toni.-Logró decir.- ¿Qué te pasa?
-Oh, nada, no quiero preocuparte. -Contestó el chico cabizbajo.
-Mira Toni, quizás no nos conozcamos o suficiente, pero me voy a tomar la libertad de decirte, que puedes contarme todo lo que te suceda, todo lo que te ronde la cabeza, todo..
-Está bien.-La cortó Toni.-Es culpa del trabajo de mi padre. ¿Sabes que es militar?
-Sí, lo sé.-Contestó la muchacha.- ¿Pero qué tiene que ver?
-Me tengo que mudar.
Esas palabras retumbaron en la cabeza de la muchacha. Notó cómo su corazón se hacía pedazos y su cuerpo flojeaba. No podía articular ni una sola palabra. ¿Cómo que se mudaba?, ¿cómo era capaz de dejarla de aquella manera?
Cuando se quiso dar cuenta, sus brazos ya estaban entrelazados, Laura notó su hombro húmedo, él estaba llorando y ella no sabía qué hacer, sabía que abrazar a un niño en la calle no estaba bien visto, si su padre se enteraba...No quería ni pensarlo.
Semanas más tarde, aquello ya era agua pasada. La relación entre Laura y Toni volvía a la normalidad, es decir, nula. Pero en Clara algo había cambiado. Estaba más rara que nunca, no hablaba con Laura más de lo estrictamente necesario y no sonreía.


-¿Ocurre algo, Clara?-Le pregunto Laura en cuanto tuvo ocasión de acercarse a ella.
-Nada, es solo que...-Rompió a llorar.-Los gritos, el miedo, los llantos, todo ha vuelto Laura, otra vez...
-¡Por Dios!, pero ¿cómo no se te ocurrió decirme nada?, te habría dejado dormir en mi casa y hubiéramos ido a la policía.
Laura sabía de lo que iba el asunto, y sabía que si su amiga pasaba un minuto más en aquella casa, se volvería loca. El padre de Clara era alcohólico y hacía poco había vuelto a casa después de una temporada en prisión. Cada vez que volvía, la madre de Clara aparecía por la plaza con un ojo hinchado y llena de moratones. Nunca había dicho nada, pero todo el mundo lo sabía. Solo hacía falta mirarla.
-No sé, te veía feliz, contenta, flotabas en una nube y yo no quería molestar.-Dijo la muchacha entre sollozos.


-Vamos, vente a mi casa, cuando lleguemos mi medre nos hará un chocolate caliente.

Aquella tarde, Alicia, la madre de Laura, habló con el inspector de policía y volvieron a detener al maltratador. Era una mujer valiente, sabía lo que se jugaba yendo a la policía, pero no podía tolerar más aquella situación. La madre de Clara fue enviada al dispensario y más tarde a un centro de lo que ahora llamaríamos atención a mujeres maltratadas, que no era otra cosa que una casa donde convivían algunas mujeres afectadas. Automáticamente, la custodia de la joven Clara fue entregada a los padres de Laura, quienes la acogieron con los brazos abiertos.



Cuando parecía que todo por fin había vuelto a la normalidad, unos ruidos estridentes llamaron la atención del barrio. La gente asomó curiosa, la cabeza por la ventana, y los más osados salieron a la calle. Una docena de coches militares se apoderaron de la calle principal, y los policías se aseguraban de que nadie se alborotara. Laura, junto con Clara, estaba asomada a la pequeña ventana de su habitación, cuando descubrió horrorizada lo que pasaba. Aquel 23 de Abril de 1950, el corazón de una joven muchacha del barrio de Llefiá, en Barcelona, se rompió en mil trozos. Sin poder evitarlo, salió a la calle en dirección al ayuntamiento. Perseguida por agentes de policía, seguidos de la madre de la muchacha, Laura entró al pequeño portal que albergaba la casa de Toni. Subió las escaleras de caracol de dos en dos, abrió la puerta, y allí encontró lo que nunca hubiera deseado: Nada.
No había nada, ni ropa, ni comida ni mucho menos gente. Se habían ido, se había ido sin despedirse. Entró a una alcoba y allí, encima de una cama, encontró una muñeca de trapo y una carta.
Desesperada por encontrar algo que la condujera a lo que había sucedido en aquella casa, agarró la carta y se sentó a los pies de la cama. Cuando hubo terminado de leer la misiva, rompió a llorar. En ese preciso instante, entraron Alicia y Clara a la habitación y rápidamente abrazaron a la muchacha. Laura seguía llorando, respiraba con dificultad y temblaba. Con un hilo de voz, pidió que la dejaran a solas, y cuando se encontró sola, se arrodilló en el suelo y gritó:
-¿Porqué yo?, ¿Por qué has tenido que alejarlo de mí?, ¿Acaso no tengo derecho a saberlo?, ¿Acaso alguna mujer enamorada debe ser castigada así?, No, no lo merezco, solo quería una despedida, solo quería un adiós, una palabra, yo solo quería eso...-Y rompió de nuevo a llorar. Esta vez con más fuerza, esta vez lloraba de rabia.

Y abrazada a la carta y a la linda muñeca de trapo, se quedó dormida. Soñó que todo había sido una pesadilla, y que continuaba feliz como antes, sabiendo que aluna vez ella tendría la oportunidad de explicarle a Toni lo que sentía. Pero, cuando despertó, volvió a recordarlo todo. Leyó una vez más la carta e inevitablemente continuaba diciendo lo mismo:
“Querida Laura:
Si lees esta nota querrá decir que he partido. Me gustaría haberte dicho muchas cosas, empezando por un simple adiós, pero me ha sido imposible. Mi padre ha sido destinado al extranjero y no volveremos aquí en mucho tiempo. Posiblemente, cuando volvamos tú ya habrás encontrado al muchacho que te haga sentir especial y por el que te pongas guapa cada mañana, pero yo te prometo que no te olvidaré. Aquella tarde en el parque despertaste en mí algo, algo que nunca había sentido por nadie. Y entonces comprendí que te quería, y quería compartir todo contigo.
No te preocupes por mí, estaré bien y recuerda que en mí tienes alguien en quien confiar.
Te prometo que te escribiré a menudo. Cuídate.
Un beso. Toni.”
Aunque el hecho de perder a su amor verdadero, la entristecía, comprendió que no podía hacer nada por recuperarlo, así que siguió su vida como hasta entonces. Bien es verdad, que cada poco tiempo llegaban a su casa cartas procedentes de fuera, cartas de Toni. Cada vez que leía una, se sentía un poco más tranquila. Sabía que todo continuaba bien.
Un día, Laura estaba tendiendo la ropa en el balconcito de su casa, cuando de repente, alguien picó a la puerta de su casa. La muchacha bajó corriendo las escaleras y abrió. Había vuelto, Toni, su Toni, había vuelto.


14 de Mayo de 2018 a las 03:57 0 Reporte Insertar Seguir historia
0
Continuará… Nuevo capítulo Cada 15 días.

Conoce al autor

Alonso Gc Soy un chico inteligente que me gusta expresarme mediante este medio

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~