Combinar una taza de arroz cocido con una cucharada de cúrcuma molida, un poco de aceite y ajo al gusto. Moldearlo como tortilla y agregar 300g de pescado de agua dulce.
Esa hubiera sido la comida que sus hijos merecían antes de partir a la cama. Los arropó, besó sus labios secos, acarició sus rostros hasta que los dedos se hundieron tras pasar sus pómulos y tomó con ambas manos la almohada y presionó. Presionó mientras pensaba en todo el tiempo transcurrido conviviendo con la hambruna; presionó mientras recordaba su hogar; presionó hasta que la inercia de los cuerpos de sus dos niños invadió su corazón.
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