eliana-soza3934 Eliana Soza

El encuentro prohibido de una pareja no termina como lo esperaron...


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La Propuesta

Después de mucho tiempo decidí aceptar aquella propuesta. Aunque al principio no podía decidirme por un sí o un no, terminé por convencerme que era buena idea y que ya era hora.

Tantos meses la voz de Rafael rondando mis oídos, presionando, persuadiendo, rogando y yo indecisa, insegura y confundida. Es verdad que lo conocía hace tiempo, pero esto era muy importante y no podía ser una decisión tomada a la ligera. En estos momentos de mi vida no podía darme ese lujo. Tantas noches de insomnio para ambos, él pensando la mejor estrategia para convencerme, yo sopesando los pros y los contras de aquel ofrecimiento.

Necesitaba salir de esa maldita oficina y desaparecer, dejar mi departamento. Estos últimos meses habían sido agobiantes para mí; si no hubiera sido por Rafael que me sacaba alguna noche a tomar unos tragos y a contarme sobre sus incontables conquistas creo que me hubiera hundido en lo más deplorable de la depresión. Siempre lo consideré un buen amigo y aunque éramos dos tipos totalmente diferentes yo aprendía mucho de él y claro alguna vez también le había enseñado algo. De pronto la oportunidad de irme lejos y aunque era un viaje de negocios, por lo menos me alejaba de esta realidad que desde hace mucho no aguantaba, lo único que me preocupaba eran mis flores, pero Rafael se había comprometido en venir a verlas de vez en cuando para darles algo de agua.

Por fin segura de lo que había decidido lo llamé y quedamos en encontramos en la calle dónde Rafael trabajaba todas las noches como Inspector de los Guardias privados. Al encontrarnos, él me miró fijamente y pudo comprender que la respuesta que había esperado durante tanto tiempo, era un sí. Dejó su trabajo sin pensarlo dos veces, al final nadie se iba a dar cuenta que no estaba, porque él era el inspector. Me dijo que todo estaba bien planeado, un amigo le había dejado las llaves de su departamento para que regara sus plantas; porque él se iba de viaje durante seis meses. Fue un alivio porque ni loca iba a su casa, con toda esa gente que me conocía viviendo cerca y mi casa ni pensar, mi madre estaba todo el tiempo.

Le dejé instrucciones específicas a Rafael, las horas y la cantidad de agua que debía dar a cada planta. Además le pedí que tenga mucho cuidado con Doña María, mi casera, que era una señora de edad, muy desconfiada y algo fastidiosa; por eso le dije que vaya seguido y que se presentara muy respetuosamente ante ella y así no habría problemas. Si bien no confiaba mucho en la responsabilidad de Rafael, por su carácter inmaduro, esperaba que la idea de poder ver la televisión digital y mi bar serían suficientes razones para que vaya a mi departamento. Solo espero no encontrar un desastre cuando regrese.

Pero había un inconveniente en nuestro plan, como Rafael nunca había ido a aquel departamento, la dueña de casa no lo conocía, y su amigo le recomendó que fuera enseguida y seguido porque la señora era muy desconfiada y gruñona. Pero ya habían pasado dos meses y Rafael nunca había ido. Camino hacia el departamento discutimos sobre la forma más sutil y discreta de entrar, yo no quería escándalos o algo parecido, si era así, prefería ir a ver una película muy buena que estaban pasando. Rafael me prometió que nada de esto iba a pasar y que sería fácil entrar.

Después de un par de un meses, mis negocios no habían salido como lo había previsto y mis jefes decidieron mi regreso de improviso y casi sin avisarme con tiempo. Yo tenía planes para los siguientes meses y todo tuvo que irse por el caño. Estaba muy molesto, ni siquiera había podido conocer a nadie. Por mi maldita timidez, la verdad es que siempre me había sido difícil conocer mujeres y aunque según Rafael estaba haciendo progresos, hasta ahora no había encontrado a esa chica, la que sea para mí. A pesar de haber viajado tanto, a tantos lugares diferentes solo veía a las mujeres de lejos, temiendo ser rechazado. Esperaba encontrar a un ser especial y único, a la que pudiera amar sin miramientos, que me de las fuerzas necesarias para no pensar y solo sentir.

Llegamos a la avenida donde se encontraba el edificio y Rafael decidió tocar el timbre para comprobar que el departamento estaba vacío, pero se equivocó y del balcón más alto salió la vieja dueña de casa, de mal humor y con ganas de guerra. Empezó a preguntar que quién era y qué quería. Rafael nervioso trató de explicarle, pero la vieja lo interrumpía y no le dejaba hablar. Después de escuchar como diez minutos los cacareos de la mujer, ella decidió bajar y enfrentarse a este joven cara a cara. Mientras tanto Rafael muy nervioso, como un adolescente, me iba explicando detalladamente donde se encontraba exactamente el departamento de su amigo y en el mismo momento en que la vieja sacó su pesado cuerpo por la puerta principal, él me dio disimuladamente las llaves.

Estaba molesto, el vuelo se había atrasado demasiado, estuve como cinco horas esperando en el aeropuerto y lo peor era que iba a llegar casi en la madrugada y mi querida casera seguro iba a hacer un escándalo, no iba a entender que las cosas en el trabajo son así. Ni pensar en ir a dormir a la casa de Rafael con toda esa gente viviendo cerca de él, ni pensarlo, prefería escuchar el sermón de Doña María.

Entonces, Rafael utilizando todo su encanto, haciendo creer a la señora que le había dado un mareo se llevó a la enorme mujer dejando la puerta principal sin custodia. Yo que tenía las llaves y había escuchado atentamente las instrucciones de Rafael entré rápidamente al edificio, recorrí varios pasillos y subí dos pisos. Por fin encontré la puerta, la abrí con dificultad; al principio no pude ver nada por la apremiante obscuridad, pero el olor de la humedad inundó mis sentidos hasta marearme; enseguida subí las persianas y abrí las ventanas sin encender la luz porque la vieja iba a darse cuenta que alguien estaba en el departamento y eso arruinaría todos nuestros planes.

Nunca me gustaron los vuelos de noche, uno no puede conocer a nadie se la pasa durmiendo, ni siquiera puedo leer. Lo mejor será que descanse, me espera una guerra con Doña María y en la mañana a penas me darán medio día para descansar y por la tarde de nuevo a la oficina.

Como Rafael tardaba en deshacerse de la vieja empecé a recorrer el departamento, iluminando mi camino sólo con un encendedor. Tenía dos pisos muy amplios, con unas escaleras internas en forma de espiral. Las paredes tenían amplios ventanales que daban a la calle y desde allí se veía la vieja plaza de armas de la ciudad, también habían fotografías colgadas, con paisajes de Europa y Asia. Por toda la decoración supuse que el amigo de Rafael había viajado mucho y tenía muy buen gusto para escoger piezas de estética singular. El estilo que había escogido era una amalgama de varias culturas, todas muy bien dispuestas con un gusto exquisito.

Este tiempo sola en aquel departamento me sirvió para reflexionar; me puse a pensar, de nuevo, en las consecuencias de nuestro plan, pero ya no tenía dudas, además aquel lugar me hacía sentir como si estuviera en un lugar totalmente diferente de los que yo acostumbraba y eso inspiraba en mí mucha más confianza. De pronto, empecé a imaginar que yo era otra mujer, sin miedos, sin prejuicios, sin represiones y me fui dando cuenta que la decisión del sí, estaba bien, que yo también lo había esperado tanto como Rafael y que era tiempo ya, nuestro plan parecía perfecto.

Al final solo pude dormir profundamente algunas horas, el vuelo no fue tan tranquilo, el sueño que tuve fue realmente extraño en él discutía con Rafael, pero no podía oírle; me impresionó lo desfigurado que se veía su rostro, yo tratando de tranquilizarle hasta que no pude más y le di un puñetazo que fue tan real que sentí un dolor agudo en mis nudillos.

Fui recorriendo cada habitación lentamente, disfrutando obscenamente poder invadir el espacio íntimo del amigo de Rafael. Cada espacio tenía marcada una personalidad única, poco a poco al descubrir cada habitación, podía conocer al hombre que vivía en ese departamento y me envolvía la fragancia de su personalidad. Todo estaba impecable, si no fuera que el lugar había estado cerrado por dos meses todavía se sentiría el aroma de las flores que ya habían muerto hace mucho. De pronto llegué a su dormitorio y la cama me pareció espléndida, me recosté en ella y pude imaginarme aquel cuerpo cálido que había dormido tantas noches sobre aquellas sábanas y un extraño sentimiento se fue apoderando de mí. Imaginé que era la mujer que lo esperaba de su largo viaje, que añoraba su cuerpo, sus besos, su calor. Basta de tanta locura, mejor me cambio para esperar lista a Rafael, pero tarda tanto que el sueño se apodera de mí sobre aquellas sábanas cálidas y suaves que me acogieron como si me conocieran.

Bueno, más bien conseguí un taxi rápidamente, trataré que doña María no se dé cuenta que ya volví, pero claro eso es poco probable porque esta señora tiene oídos de can. Después de escuchar sus interminables regaños y su historia sobre Rafael que recién hoy intentó venir a ver mis plantas y que claro a pesar de verlo preocupado y casi enfermo Doña maría implacable no lo dejó poner un solo pie en mi departamento no quiero imaginar lo que me espera, mis flores muertas, todo lleno de humedad. Mejor entro sin encender las luces, al final prefiero dormir ahora y ver los destrozos mañana. Estoy demasiado cansado y necesito un buen sueño. Qué triste es volver a tu departamento y que nadie esté esperándote.

De pronto entre sueños escucho la puerta y unos pasos, seguro es Rafael, quiero que piense que estoy dormida y que no pasará nada, es mi dulce venganza por haberme hecho esperar tanto, siento su cuerpo desnudándose frente a mí, casi dejo de respirar, no puedo creer que vaya a suceder, pero estoy decidida y quiero que pase, por esta vez quiero sentir y no pensar dejarme llevar por mis sentidos y mi piel, dejar de ser yo y convertirme en otra mujer.

Qué raro, siento una presencia, debe ser el cansancio, me acostumbré a hacer todo en silencio, vivir solo tiene sus inconvenientes; pero qué es esto la cama está tibia, siento unas manos suaves y delicadas que empiezan a buscar en mi cuerpo como dos palomas desesperadas. Una boca impetuosa ahoga mi voz, no me queda más que dejarme llevar. 

16 de Marzo de 2018 a las 22:36 0 Reporte Insertar Seguir historia
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