ir-daytoday Islan C. Ross

Ésta es la historia de Corinne y Anastasie, nuestras notas principales, más unos cuantos colados por supuesto. Ellos son un grupo de estudiantes de segundo año de preparatoria con un gran amor por la música de los 80s. El pequeño conflicto por quedarse con el último casete en la tienda de música será lo que los hará encontrarse repetidamente desde el inicio del ciclo, causando muchas primeras veces para absolutamente todos. ¿Quieres escuchar esta canción conmigo? ---------------------------------------------------------------------------------------------------- Una historia hecha para otra persona.


Suspenso/Misterio Sólo para mayores de 18.

#música #80's #obsesión #muerte #asesinato #lgbt+ #adolescentes #enfermedad mental
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Corinne

Otro día más, otro igual al resto, cada hora era cada vez más tediosa que la anterior, pero tenía que seguir con esto un poco más, sólo faltaban dos meses para año nuevo y seguía siendo la misma persona aburrida de todos los días. Afortunadamente no estaba tan solo, tenía a la música de mi lado, siempre acompañándome en todos los estados emocionales y situaciones que estuviera.

Pero, aunque la música sea lo mejor del mundo para mí hoy, no lo fue por un tiempo, hace aproximadamente dos años mi padre, amante y viviente de la música de los 80’s sufrió un accidente, iba manejando por la estatal en motocicleta, con sus audífonos y casete favorito, el cual escucho hoy con tristeza. Dejó de pensar en lo que lo rodeaba, inmerso en la canción “Take On Me” de a-ha que sonaba de fondo con el viento dándole en el rostro, un hombre ebrio conducía un camión y todo se desvaneció.

Esa misma noche apareció en las noticias y mi madre no pudo soportarlo al ver la moto de mi padre, se desmayó y su condición médica se fue cuesta abajo desde ese entonces. Afortunadamente la pudieron tratar y lucha contra ello cada día, se culpa a ella por cosas sin sentido que obviamente no eran su culpa.

Pero a pesar de todo lo que hemos vivido, intentamos seguir adelante, mi madre cuida su salud y trabaja en una cafetería bastante popular por la zona. Mientras que yo me encargo de mantener mi beca en la escuela y trabajar en la pescadería cerca del muelle de vez en cuando.

—¡Corinne, ya estás tarde! —gritó mi madre desde la cocina, en donde casi siempre estaba, si no estaba en la cafetería, estaba en la cocina, una de dos.

Salté de la cama y tomé mi mochila para ir a la cocina por mi almuerzo. —No te esfuerces demasiado ma’.

—No lo haré, ahora vete antes de que llamen de la escuela porque no llegaste a tiempo —mencionó lavando un par de trastes.

Me detuve antes de tomar la bolsa de papel que contenía mi almuerzo. —¿Lo has hecho tu misma?

—No envenenaría nunca a mi propio hijo, tomé un tutorial.

—Entonces ¿de dónde salieron tantos trastes?

—¡Gaah! ¡Ve antes de que te deje el autobús! —dijo levemente desesperada.

Tomé mi almuerzo y lo metí en la mochila, luego salí dirigiéndome a la parada del autobús. El cielo estaba bastante nublado, pero no lo suficiente como para que lloviera. Espere unos minutos en la parada y después llegó exactamente a la media, justo a tiempo.

—¿Cómo ha estado Señor? —mencioné como de costumbre al chofer.

—Si te soy honesto, mi esposa está embarazada y mi hijo está por ir a la secundaria, todo un lío por ahora, pero nada de lo que no podamos encargarnos —dijo alegremente mientras tomaba asiento cerca de él.

—Enhorabuena, será un fuerte pequeño o pequeña, como su padre y su madre, se lo aseguro.

Estaban por cerrarse las puertas cuando un brazo se metió entre ellas exclamando que le esperarán desesperadamente. —¡Esperen, señor por mi medusa y su corbata espere!

Un chico apareció de la nada gritando cosas sin sentido, pero al parecer el chofer lo conocía, ya que abrió las puertas con una pequeña risa meneando la cabeza mientras lo veía subir.

—Que extraño verte a estar horas chico, ¿vas a algún lugar en especial?

—No realmente, sólo voy a la escuela, cambiaron mi horario, así que, a partir de hoy, iré en la mañana —dijo exhausto tirándose sobre uno de los lugares detrás del señor. —Bueno y ¿cómo ha estado?

—Realmente bien, tu padre nos ayuda mucho con todo, a veces no sé si realmente nos ayuda con tanto que nos da, ya no tenemos espacio para esa caja de casetes—dijo mientras conducía como siempre.

—¿Caja de casetes? —dije curioso por la conversación.

—Sí, ¿la quieres? Nosotros ya no tenemos dónde ponerla, ya tenemos suficiente con los discos de vinilo.

—¡¿De verdad?!

—Por supuesto, te la dejaré en la tienda de música.

—Ejem, ¿tú eres? —exclamó el chico aclarando la garganta, sentado como si estuviera en su casa.

—Oh, no los presente, Tas, él es Corinne.

—¿Tas? —me confundió un poco el juego de palabras.

—Es de hecho Anastasie, Corinne.

—¿No es un nombre femenino ese?

—Mi madre quería una niña, pero resulté hombre, así que mi padre dijo que me pusiera como ella quisiese, aparte de que es un nombre en honor a ella.

—Oh, lo lamento, no quise.

—No te preocupes, no tenías idea—dijo realmente relajado, comparado conmigo, él era todo lo que yo no haría, él era desaliñado y tosco, mientras que yo sólo me preocupaba por todo, a parte su extraña aura se me hacía molestamente familiar.

Dejé de poner atención a su conversación y me puse mis audífonos, de fondo sonaba la canción de “Never Gonna Give You Up” de Rick Astley, mientras pasábamos por más pasajeros y por varios parques. Tardamos poco menos de media hora en llegar a la escuela, la Preparatoria Ridgewell, en donde habían pasado la mayor parte de los sucesos que marcaron mi vida.

Bajé del autobús agradeciendo igual que todos los días al señor, sólo que esta vez el chico bajó conmigo, supuse que era de la escuela vecina, pero seguía detrás de mí, lo cual empezaba a ponerme incómodo y un tanto nervioso.

—¿Tú también vas en Ridge’, Corinne? —dijo casualmente mientras caminaba detrás de mí.

—¿Algún problema?

—Para nada, sólo que así te podré ver más seguido.

Sus palabras resonaron en mi cabeza poniéndome de mal humor, no era algo parcialmente normal que un chico que no conoces te diga ese tipo de cosas. Decidí ignorarlo y seguir con mi camino hacia mi salón, pero el lío era que no- dejaba- de- seguirme-, subía las escaleras y él hacía lo mismo, caminaba por un pasillo y el hacía lo mismo.

—¿Podrías decirme qué haces? —mencioné notoriamente nervioso y con las manos sudorosas.

—Mi salón está hasta arriba en el ala norte, no es mi intención estarte siguiendo —dijo alzando las manos de forma inocente.

—¿Ala, Norte?

—Efectivamente Corinne.

—No me llames por mi nombre, no te conozco. El ala Norte está para el otro lado, acá es el ala Sur —dije esperando alguna reacción.

—Oh, ¿dije Norte acaso?

Mi calma se estaba agotando, decidí ignorarle e ir directo a mi salón. Hubo un punto en el que creí perderlo, pero apareció a mi lado unos segundos después, casi causando que me diera un paro cardíaco, simplemente apreté el paso y entre a mi salón.

—Casi no la cuentas Corinne, Xavier y yo estábamos apostando —mencionó Margot, mi mejor amiga desde la secundaria.

—¿Perdí mi dinero verdad? —dijo Xavier desconcertado por su pérdida, otra vez. —¿No puedes llegar tarde, aunque sea una vez? Así podría tener todo mi dinero de vuelta.

—Lo siento, sabes cómo soy con eso de la puntualidad.

—Ya lo sé, señorito Chico Ideal.

—No le hagas caso, mejor sigue así para que me termine de pagar mi maceta.

—Ya te dije que no fui yo, que estuviera ahí en la escena del crimen no significa nada —dijo con la culpa a la vuelta de la esquina.

Ellos son mis mejores amigos, Margot de la secundaria y Xavier del jardín de niños, ambos aparecieron en mis peores momentos. Ayudando cada día con sus tonterías y temas de conversación sacados de lo más hondo del océano o de la semilla de fresa más pequeña del país.

El profesor llegó y todos nos sentamos en nuestros respectivos asientos. Margot a lado de una compañera de clase, frente a Xavier y yo. Las clases comenzaron igual que todos los días, nos tocaba historia así que hacía lo posible por mantener a Xavier despierto y poner atención al mismo tiempo. Al finalizar, el Maestro pasó asistencia y salimos al patio a nuestro lugar, se podría decir que ya tenía hasta nuestros nombres gravados ahí mismo en su mismaaura.

—¿Apostamos Xavier? —preguntó Margot segura de sí misma.

—¡Ja! ¿Contra ti? Ni de broma, me vas a terminar poniendo sin mesada, mejor caminemos tranquilos, de todos modos, es temprano —dijo pasando su brazo derecho por sobre mi hombro.

Margot refunfuñó ante la improvisada excusa y terminamos caminando tranquilos hasta allá. Nuestro lugar era la gigantesca sombra de un árbol llorón, aparte de cubrirnos del sol, nos cubría de lluvias leves y pequeños trozos de tierra que llevaba el viento en ocasiones.

—¿Ya vieron la película? —ambos volteamos a verla confundidos, negando con la cabeza. —¿Cómo pueden vivir tan desactualizados?

—¿Será porque tú vives al día con esas cosas? —dijo Xavier sarcástica y burlonamente.

—Muy gracioso, pregunto que si ¿ya vieron la de Aliens?, la última que sacaron… la que les dije que vieran desde hace tres semanas.

—Ooh ¿Te refieres a esa película de bichos brillantes y viscosos?

—Sí, efectivamente mi estimado —dijo sentándose en su roca; la típica roca que está a lado de un árbol; cerca de nosotros.

—Ah… no la vi… otra vez —dijo descaradamente.

—¿Para qué pierdo mi tiempo contigo, podrías decirme?

—¿Porque soy hermoso, encantador?

—No creo que sea por eso hermano, a parte… ¿qué no se supone que tú tienes clase ahora mismo?

—Pero yo siempre tengo el mismo horario que-… oh no… LOS VEO EN EL ALMUERZO —exclamó Xavier al aire mientras salía corriendo a su salón.

—Pobre, tiene clase del otro lado del campus.

—Sí.

Ambos nos sentamos y tomamos una pequeña siesta, afortunadamente nosotros habíamos quedado iguales conforme al horario, así no estábamos solos. Después de aproximadamente una hora y media me desperté, Margot seguía dormida abrazando una pequeña piedra que se encontró. Me levanté y decidí salir a respirar un poco del aire frío, al hacerlo me di cuenta de que el chico del autobús estaba jugando básquetbol con algunos chicos en la cancha.

No me gustaba mucho el tema del básquetbol así que decidí volver a la seguridad del árbol. Al entrar Margot ya estaba despertando, tomamos nuestras cosas y fuimos a esperar a Xavier a su salón. Siempre habíamos hecho eso, si uno de nosotros quedaba separado del resto, se iba a por él, en especial con él, ya que tenía una pequeña mala fama por llegar tarde por haberse perdido por más de veinte minutos en varias materias.

Llegamos y esperamos junto a las escaleras unos cinco o seis minutos, después de ello Xavier salió como un niño corriendo al ver a sus padres después de la escuela.

—¡Chicos, me cambiaron de lugar! —dijo lloriqueando abrazando nuestros brazos

—¿Acaso te portaste mal?

—No. Fue por un chico nuevo.

—¿Nuevo? Pero no hay inscripciones ahora.

—Pues jamás lo había visto.

—No me digas, como te das cuenta de todo el mundo a tu alrededor —dijo Margot devolviendo el golpe sarcástico.

—Muy graciosa… mejor llévenme a mi salón, antes de que llegue tarde.

—Deberías ya saberte tus salones Xavier.

—No todos somos un genio con los salones como tú amigo, hermano, compadre mío, yo, por ejemplo, jamás me acordaré de mis salones —dijo algo orgulloso de sí mismo.

—No creo que eso sea algo de lo que estar orgulloso.

—Ya sé…

Subimos al cuarto piso y lo dejamos en su salón, después de eso Margot fue a la cafetería por algo de beber mientras que yo cuidaba su preciada mochila. Nunca entendí por qué cuidar tanto una mochila, pero al final me decidí por dejarla en paz con sus cosas, no quería meterme en asuntos que no me correspondían.

Margot volvió con unas tres botellas de agua, una de jamaica para ella, otra de horchata para Xavier y otra de limón para mí, luego se puso a dibujar en su pequeña libreta, yo en cambio me dormí de nuevo, al despertar me encontré a Xavier pegando y poniendo cosas sobre mi cara. Él se asustó y casi sacó volando la libreta de Margot.

—¡Avisa!

—Tú… ¿qué pegaste esta vez?

—Sólo algunas pegatinas que me dio mi hermana.

No solía confiar mucho en él a la hora de preguntarle algo que tuviera que ver con mi cara, ya que siempre solía poner cosas vergonzosas o extrañas en mí, pero esta vez me di cuenta de que decía la verdad. Con la cámara del móvil vi unas pegatinas realmente curiosas, y efectivamente parecían ser de su hermana, ya que ella solía leer de este tipo de cosas.

El único problema era que no sabía de qué tema eran las pegatinas, eran de un par de tíos chibi, uno con traje y otro con una cinta en el cuello, eran lindas, pero extrañas en cuanto a contexto.

—Mejor comamos, hace hambre.

—Tienes razón.

—Corinne, ¿tú comiste?

—No, pero tengo mi desayuno.

—Cada vez te veo más delgado…

—Voy a hacer que engordes en menos de un mes, ya verás —dijo Xavier seguro de sí mismo. —Luego te cocinaré con sal y limón.

—¡Xavier!

—Tranquila, sabes que lo digo en broma.

—La gallina de la vez pasada no fue una broma.

—Fue un experimento…

—Sí cómo no.

Yo no solía decir mucho, pero había veces en las que era más divertido escucharlos a ellos que hablar, en especial cuando contaban sus pequeñas aventuras de su día a día.

11 de Mayo de 2023 a las 02:43 0 Reporte Insertar Seguir historia
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