En un mundo antiguo y mágico, los dragones eran seres temidos y respetados por todos. Los aldeanos creían que los dragones eran seres de leyenda, pero muchos sabían que realmente existían. Los dragones eran criaturas majestuosas con escamas que brillaban bajo el sol, alas gigantes y garras afiladas.
una vez un pequeño pueblo llamado Wystan, que estaba situado en las colinas de la cordillera de las montañas. Los aldeanos vivían de la tierra y del ganado, pero su vida cambió cuando un gran dragón llegó a sus tierras.
El dragón era de color rojo brillante y tenía un rugido ensordecedor que se escuchaba a kilómetros de distancia. Los aldeanos temían por sus vidas y no sabían qué hacer. Cada vez que intentaban acercarse al dragón, éste escupía fuego y se alejaba.
Un día, un joven llamado Eirik decidió que tenía que hacer algo para salvar a su pueblo. Se armó con una espada y un escudo y decidió enfrentarse al dragón. Los aldeanos lo miraron con asombro y miedo, pero Eirik sabía que tenía que hacer algo.
Cuando Eirik se acercó al dragón, éste abrió sus alas y escupió fuego. Eirik logró esquivarlo y atacó al dragón con su espada. El dragón intentó contraatacar, pero Eirik logró herirlo.
El dragón se alejó a la cordillera de las montañas, pero los aldeanos sabían que no podían descansar en su victoria. Decidieron construir una fortaleza para protegerse de futuros ataques de dragones. Con el tiempo, la fortaleza se convirtió en una ciudad y los aldeanos aprendieron a convivir con los dragones.
Desde entonces, los dragones y los humanos vivieron juntos en paz. Los dragones protegían a los humanos de otras criaturas mágicas y los humanos cuidaban de los dragones. La leyenda del valiente Eirik se convirtió en un cuento que se contaba de generación en generación, y Wystan se convirtió en una ciudad famosa por su relación amistosa con los dragones.
Ascary Escarcega
