Él es especial y ninguna persona se le parece, lo amo tanto que siento que nuestra conexión espiritual puede convertirse algún día en divinidad. El sueña despierto con whisky y un cigarro bajo la luz de un cuarto menguante, y piensa en películas que aun no ha escrito mientra recita versos y contempla a su alrededor... la vida la ve como un film velado, y las relaciones humanas como extraídas de una cinta de Wenders, uno de sus directores favoritos por su poética y exaltación de lo espiritual en sus historias. Él es extraño los domingos, sensible a cada instante, místico en la intimidad, loco cuando crea, solitario en invierno, incomprensible en las peleas, desarraigado en la tierra. Él se maneja en el mundo de manera diferente, no dedica canciones románticas que están en los principales ranking de música donde el cantautor tiene los cabellos prolijos peinados con gel y la guitarra esmaltada. El se dirige a su colección de discos y me dedica una canción de un disco de colección de David Bowie o cualquier sesión del gran jazz neoyorquino. El no te regala flores, ni chocolates, no sabe nada de fechas comerciales, jamás festejo un San Valentín… sin embargo, cuando te mira detenidamente en silencio mientras sueña despierto con whisky y un cigarro bajo la luz de un cuarto menguante, y piensa en películas que aun no ha escrito mientra recita versos y contempla a su alrededor, me dice que me ama con un porte de protagonista e inmediatamente caigo rendida en sus brazos, mientras me aprieta con redención contra el, me dice que soy la mujer de su vida y sostiene su cigarrillo ya consumido en ceniza.
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