—Era ya muy noche en aquel lugar frío y solitario. En medio de aquellos tupidos y esplendorosos árboles se levantaba una pequeña casita que había sido construida con barro , hojas secas y paja. Era muy extraño ver pasearse por ese espacio a otro ser que no fuera doña Lola , una mujer pequeña de delgada figura , con dos trenzas que cruzaban su rostro y muchas líneas expresivas que mostraban los años de su vida.
El fuego de la pequeña estufa se extinguió y el humo en consecuencia dejo de salir. Ya era hora de ir a la vieja cama de la cual colgaban dos tablas a punto de romperse. De repente la puerta grande y pesada sonó.
-abreme señora Lola un hombre gritó.
La mujer extrañada y algo confusa dió la vuelta y se dirigió al lugar de donde provenía aquella voz.
- ¿Quien anda por ahí? Preguntó. Con movimientos lentos agarro en sus manos un pedazo de bastón que aveces colocaba cómo tranca de la puerta.
- soy yo que no reconoces mi voz? El mismo al que una vez viste crecer.
Doña Lola se llenó de sorpresa y su cara cambio de inmediato, sus ojos se llenaron de gruesas lágrimas y como pudo se apresuró a abrir la puerta.
- mijo! Que dios me lo ha traído como un ángel , ¿qué te habías hecho José? Dijo la mujer.
- Hazte a un lado déjame pasar exclamó el joven mientras lanzaba su cuerpo hacia dentro de la humilde vivienda y con su brazo derecho alejaba a la pobre Lola.
-Que ya lo hice y lo hecho está. Que no vengan a molestar ahora , que no vegan a reclamar cuando ella ya no está . Lo hice y no me arrepiento . Gritaba con voz fuerte el hombre que acababa de llegar.
- Pero, ¿de qué diablos hablas José? En qué lío te has metido? ¿Por qué nunca me haces caso? ¿por qué? ¿por qué?
El joven se sentó en un sillón viejo que estaba en la "sala" de la casa y suspiro profundo. Sus ojos verdes grandes mostraban el profundo dolor de su alma. Su cabello rubio caía por su cara y esta a su vez estaba marcada por un color blanco pálido.
Cerro los ojos se quedó en silencio por un largo tiempo y luego murmuró : - Es que no te puedo contar nada , es un secreto que llevo muy hondo, esto es algo que solo me compete a mi. No sé porque he venido hasta acá no he querido involucrarte en nada.
Doña Lola se acercó suavemente a una silla que estaba al frente y lo abrazo fuertemente mientras acariciaba su cabello. Luego se levantó y se dirigió a la cocina con pasos lentos.
- voy a prepararte una taza de chocolate a ver si así te sueltas hijo mío y me cuentas en que problema te acabas de meter.
José tenía la mirada profunda y perdida como si no estuviera en la tierra. Habia llegado hasta ese lugar solo y convencido de que la única persona que lo entendería sería su madre. Tomo la taza de chocolate caliente en sus manos con los ojos llorosos y con una voz temblorosa exclamó:
-¡madre soy un criminal he matado a alguien!
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