Se oye una canica caer sobre un piso de madera, un piso más arriba, rebota varias veces antes de empezar a rodar. Solo que mi casa es de un solo piso. Tuve un novio cuando era más joven que decía que ese sonido es señal de una brujería. Pero ahora la bruja soy yo y yo le llamo a ese sonido energía residual.
Este novio tenía problemas para lograr una erección, solamente le funcionaba si me vestía en lencería sexy, él me la compraba a su gusto. Mirándolo en retrospectiva me parece que a él le parecía humillante tener que hacer eso. A mi me gustaban los regalos y mostrar mi cuerpo. Claramente nunca nos entendimos aunque yo pensaba que sí.
Nos dábamos besos eternos, su verga tenía el grosor y el largo perfectos para mi. Creo que su esposa pensaba lo mismo, ella trató de luchar por él cuando la dejó por mi y perdió.
La primera vez que cogimos fue en el sillón de su casa. No cogimos realmente, fue la primera vez que hizo que me viniera. Nunca nos habíamos besado. Fue un beso muy largo que bajó por mi cuello hecho pequeños mordiscos hasta mis tetas en donde se detuvo un rato. Las tocó, las estripó, pellizcó mis pezones, las chupó, sostuvo entre sus dientes mis pezones para acariciarlos con la lengua. Yo me retorcía de placer sobre el sillón. Todo empezó viendo tele, por eso estábamos en el sillón, su hermano, mi amigo, siempre estaba con nosotros. Íbamos a su casa a fumar mariguana mientras él no estaba y cuando regresaba del trabajo nosotros nos íbamos. Ese día no, Daniel se fue pero yo me quedé, no habían pasado 10 minutos y yo estaba sin ropa.
Siguió bajando, pasó por mi ombligo. Y me abrió los pantalones y me los sacó, sacó también mis calzones, así fue como quedé completamente desnuda en su sillón, frente al tele. Mi ropa en el piso, yo de piernas abiertas, él de rodillas en el piso sobre mi. Su cara entre mis piernas, sus manos en mis nalgas, sus dedos se acercan a mis aberturas, siento su lengua penetrarme, luego busca mi clítoris y se queda ahí, me penetra con los dedos, siento su nariz también. Yo me vengo en casi nada, tenía meses esperando esta escena.
El mago conjura pensamientos, siembra las semillas de los pensamientos, pregunta qué semilla sembrar. Le pedí sexo, la magia de sexo.
Me vine como nunca, yo era una sopa que gritaba y se retorcía; así fue por el resto de la relación. Para él no fue igual, al final no se le paraba. Ese fue el sacrificio que hice para recibir el don.
El sonido de la bolita vino después. Desde entonces me acompaña.
Mas capítulos @Los diarios del tarot, a partir del 23 de febrero.
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