danicastilla17 Dani Castilla

Cuando Pablo abre los ojos, el ambiente es aterrador. No sabe donde se encuentra ni que hace allí, pero poco a poco irá descubriendo el por qué de todo.


Suspenso/Misterio Todo público.

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ABRE LOS OJOS.

Cuando Pablo despertó, la oscuridad reinaba en el ambiente. Sus músculos estaban atrofiados y sentía un dolor incesante en la cabeza. Apenas recordaba nada. Su mente nublada, aturdida, no le dejaba pensar con claridad. El frío recorría todo su cuerpo, y un leve olor a humedad tocaba su nariz hasta el punto de ser irrespirable. La sensación de soledad era obvia. El silencio era rasgado por los latidos de su corazón que rechinaban en sus oídos cada vez más certeros. Entonces, Pablo trato de incorporarse. Inútil. Su cabeza rebotó contra una superficie tremendamente dura e hizo que cayera a la posición inicial. Ahora era consciente de que se encontraba tumbado. A pesar de tener los brazos aún casi dormidos, consiguió levantar sus palmas levemente hasta tocar la oscuridad. Y allí estaba otra vez esa superficie rugosa, fría, húmeda.


El aire se había vuelto pesado por momentos. Sin saber cuánto tiempo llevaba ahí, Pablo percibió que la temperatura estaba descendiendo y que cada vez le costaba más tomar pequeñas bocanadas de aire al momento de que sus pulmones parecían estar empezando a chirriar cual coche cuando la llave de encendido gira por primera vez. No intentó todavía mover sus piernas, que entumecidas apenas podían realizar ningún movimiento. Pero para cuando lo hizo chocaron de nuevo contra la superficie incluso a ambos lados. No tenía sentido. ¿Qué estaba ocurriendo? En un intento de relajarse trató de pensar. A medida que los minutos iban transcurriendo su mente empezaba a aclararse. Estaba claro que se encontraba en un lugar cerrado, pensó, donde no cabía ni pizca de luz, con el aire tenso y húmedo, tumbado sobre su espalda y con apenas espacio para estirar un brazo. Sus peores presagios se habían hecho realidad, estaba encerrado.


Mantener la calma era algo que siempre se le había dado bien. Desde pequeño fue un niño precoz, tachado de tímido y a veces callado, nunca le importó los comentarios que circulaban por la escuela, ni mucho menos el instituto. Bien es cierto que era retraído. Al cumplir los 15 su padre falleció. Desde entonces la actitud del joven Pablo cambió para siempre. Las discusiones con su madre se acrecentaban por días, mientras transcurrían días enteros encerrado en su habitación sin pisar la calle ni acudir a clase. En más de una ocasión su madre se veía obligada a acudir al instituto para dar explicaciones y mentir sobre su estado de salud y sus continuas ausencias. Pablo, mientras tanto, pasaba horas en su cuarto pegado al ordenador y viendo videos de internet sin que nada le afectara lo más mínimo.


Pero el carácter retraído de Pablo no era lo que más asustaba a su madre. La vida del chico había cambiado. Luz tenue en su habitación durante todo el día. Persianas bajadas. Música, a veces, ensordecedora con ligeros toques amargos...


Cierto día, en una de las contadas veces que el chico salía de su cuarto para ir al baño, su madre aprovechó la ocasión para entrar a la estancia. El olor llamaba la atención. La falta de higiene se estaba empezando a hacer notar y multitud de prendas de ropa amenazaban con cubrir todo el suelo. La mujer se acercó al ordenador. Una página con fondo negro y letras parpadeantes rojas llamó su atención. La puerta del baño se abría y tuvo que leer apenas unas palabras a la carrera.


"Formas de sepultar a alguien".  







  


7 de Febrero de 2018 a las 19:39 0 Reporte Insertar Seguir historia
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