rafa_a21 Rafa Aponte

"La magia tiene un precio... incluso para los inmortales" ********************** Astria solo tenía que seguir cuatro sencillas cosas para continuar con su vida normal. No confiar en nadie del mundo de las sombras. No romper ninguna regla. No retar al Consejo de las Doce Razas. Y la última y más importante... debía mantenerse bajo perfil.


Fantasía Todo público. © Todos los derechos reservados

##Romance ##Traición ##Magia ##Guerra
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CAPÍTULO UNO

-Tienes que prometer que iras.- le pidió Rebeca a Astria mientras terminaba su malteada -. Es la última de este año.- agrego en un tono suplicante.

Astria soltó un suspiro y desvío la mirada. No sabía cómo explicarle a su amiga que si la atrapaban en una de esas fiestas clandestinas realizadas por hadas, podría terminar encerrada de por vida por no elegir un bando

Aunque sabía perfectamente que si Rebeca iba sola y le pasaba algo, seguro quedaría en su conciencia.

-Solo te hare compañía por dos horas.- acepto muy a su pesar.

-Perfecto. Solo asegúrate de no usar ni jerseys, ni jeans, por favor.

-Ok.- dijo al poner los ojos en blanco.

-Sé que no te gusta salir de tu guardarropa habitual.- repuso Rebeca al tomar su bolso -. Pero tienes que adaptarte.- le giño el ojo y se puso de pie cuando vio el carro de su hermano estacionarse fuera de la cafetería -. Pasare a buscarte a las diez.- le dijo antes de irse.

Astria saco su billetera y dejo el dinero sobre la mesa para después agarrar su bolso y marcharse de la cafetería. No le veía el caso de quedarse un poco más debido a que ni siquiera le apetecía terminar su malteada de fresa. Pero tampoco planeaba regresar a su casa.

Últimamente tenía la mala costumbre de pasear cerca del cementerio, comprar un ramo de calas y luego entrar para recorrer cada centímetro de este, mientras leía detenidamente todos los nombres que estaban grabados en las lapidas, y cuando finalmente no obtenía ningún resultado dejaba las flores sobre una tumba a lazar y se marchaba.

Era raro y ella lo sabía. Sin embargo desde que tuvo esa pesadilla el día de su cumpleaños en donde veía como un demonio acaba con la vida de una mujer de pelo negro azabache, con rasgos delicados y de ojos plateados, a quien el demonio llamaba Cala, no pudo sacarse a la mujer de la cabeza, y desde entonces la ha estado buscando constantemente en el cementerio para colocarle sobre su tumba las flores que le daban honor a su nombre.

Solo que esta vez, después de dejar las flores sobre la tumba de alguien llamado Diosnedy Melar, decidió sentarse en una de las bancas que estaba bajo la sombra de un árbol en vez de marcharse, y observo detalladamente a la gente que iba al cementerio y a los espíritus que los acompañaban. Usualmente solía reprimir sus instintos, pero se sentía segura en el cementerio, algo que no pasaba con tanta frecuencia en su casa.

Respiro con profundidad el reconfortante olor de las flores y de repente tuvo la sensación de que alguien la observaban.

No podía saber con seguridad de quien se trataba pero el simple hecho de sentir aquella mirada con cierta intensidad le hizo notar que no provenía de un humano, ni de ningún espíritu que estuviera cerca y eso la puso en alerta. Por lo que decidió levantarse y regresar a su casa.



Simple.- Describió Jack a Astria mientras observaba como se alejaba. Aun no sabía porque o de que debía protegerla, simplemente se la habían asignado y le pidieron que la vigilara sin hacer ningún tipo de pregunta.

Ella no hacía nada fuera de lo normal o realizaba cosas que la pusieran en peligro. En los pocos días que llevaba observándola lo único que le llamo la atención de ella fue que venía a este cementerio todos los días sin falta y le ponía un ramo de calas a diferentes muertos. Era una bruja común que vivía oculta y con miedo en el mundo humano.

Aunque tampoco se podía fiar; hoy sobre todo no podía perderla de vista ya que por primera vez haría algo fuera de su rutina y asistiría a la fiesta a la que su amiga la había invitado.

Y eso era lo que esperaba, terminar de una vez con este trabajo, regresar al cuartel y que le asignaran a alguien mucho más divertido de vigilar.

-No se supone que un ángel guardián debería seguir a su custodio.- comento Alaric, quien se había acercado al ver a Jack oculto entre las ramas de un árbol.

-Que te hace pensar que no lo estoy haciendo.- repuso Jack al girarse para ver Alaric.

-La chica a la que técnicamente observabas mientras te perdías en tus pensamientos, se fue.-replico.

-Sí pero ira directamente a su casa.- le aseguro Jack al ponerse de pie -. De cualquier forma, que hace un cazador de almas como tú en un cementerio.- indagó al recordar que solo veía a Alaric cuando le tocaba visitar los hospitales.

-Últimamente ha habido una presencia poderosa en este lugar, la de una antigua alma para ser preciso.- le conto mientras señalaba el cementerio con su hoz.

-Y tu jefe la quiere.- insinuó Jack.

-Sí.- admitió Alaric -. Pero es imposible que la obtenga.

Jack enarcó una ceja y lo observo con curiosidad.

-¿Por qué?- pregunto.

-Porque ya le pertenece a alguien más.- respondió al encogerse de hombros.

Y un alma con dueño no puede vagar libremente.- pensó.

-Espero que tengas suerte.- le deseo Jack

-Yo también.- repuso Alaric -. Me gustan más los hospitales.- Comento mientras se desvanecía para luego aparecer en un entierro que no estaba muy lejos del árbol.

Jack lo observo mientras tomaba el alama de un viejo hombre y se lo llevaba al infierno, bajo las normas del contrato que había firmado. Aun no entendía porque los humanos se condenaban a ellos mismos solo para lograr algo en sus cortas vidas. Pero tampoco podía juzgarlos.



Al entrar a su casa Astria olio el peculiar aroma a pie de manzana que su madre hacía cada vez que ganaba un juicio.

-¡Oh! Llegaste.- exclamo la Señora Becker al verla entrar a la cocina.

-Si.- respondió ella. Aunque la respuesta le resultaba algo obvia.

-¿Cómo te fue hoy?

Astria soltó un suspiro y se sentó en uno de los taburetes.

-Tan bien como te puede ir en un día.- le contesto.

-¿Paso algo?

-No, no.-negó con un ligero movimiento de cabeza -. Solo anunciaron el baile de invierno y Rebeca me invito a una fiesta.

-Y… planeas ir.- indago la Señora Becker con cautela.

-Solo por dos horas.

Por alguna razón a la Señora Becker le encantaba cuando su hija salía de la casa y se reunía con su amiga, debido a que la mayoría del tiempo se la pasaba en su habitación y cuando salía de ella era con un libro en la mano para luego pasar todo el día en el sofá o en otra parte de la casa. No tenía quejas al respecto, Astria había sido una buena niña desde pequeña, pero le inquietaba que los rumores de que había estado rondando el cementerio sean ciertos.

-Bien, te planchare tu jersey favorito.- se ofreció con alegría.

-No, tengo terminantemente prohibido usar jerseys y jeans.- le comento a su madre.

-Entonces… que tal si te pones la braga verde.- le sugirió -. Puedes combinarla con tu chaqueta de cuero y las botas negras.

Astria ladeo la cabeza y lo pensó por un segundo. No era mala idea, incluso le agradaba el atuendo porque era más seguro que llevar un vestido.

-Vale.- accedió -. La buscare y tomare una ducha.- le dijo al ponerse de pie.

-Luego bajas a comer.- le ordeno la Señora Becker antes de que subiera.

Se detuvo un momento en la puerta de la habitación de su hermana pero en cuanto oyó los gritos de niñas eufórica entro de inmediato a su habitación, ya que no la toleraba en ese modo.

Dejo su bolso sobre el mini sillón que se encontraba a un lado de la cama y puso a llenar la bañera antes de comenzar a quitarse la ropa.

Le resultaba trágico siquiera pensar en asistir a esa fiesta, era como revivir una de sus peores pesadillas, el año pasado casi la atrapaban en una redada y si no es por un hada de cabello morado que la salvo al tomar su lugar, actualmente estaría en la cárcel o en su defecto no existiera.

Su abuela se lo había advertido el día de su funeral, no podía confiar en nadie del mundo de las sombras, no podía romper ninguna regla o iría a la cárcel, y sobre todo no podía retar al Consejo de las Doce Razas o no viviría para contarlo.

También le aconsejo que se mantuviera bajo perfil, porque lo que Astria era no debía ser conocido por nadie.

Y afortunadamente hasta ahora había tenido éxito con eso. Ya que ni ella sabía lo que era capaz de hacer. Aunque lastimosamente y muy a su pesar, había roto una regla al no elegir ningún bando, ya que gracias al Consejo de las Doce Razas todos los del mundo de las sombras estaban destinados a ser buenos o malos, y no podía haber un intermedio.

Se sumergió en la bañera con mucho cuidado y exhalo un poco el aroma a lavanda que tenía el agua gracias a la escénica que había vertido en ella, y no pudo evitar el remoto impulso de pensar en las calas.

No era cuestión de fijación o insistencia, sino que simplemente sentía curiosidad, quería saber quién había sido esa mujer y porqué le había mostrado su muerte en vez de comunicarse como normalmente lo hacían los espíritus.

Sabía que esa clase de curiosidad podría ponerla en peligro, por lo que tampoco quería involucrase demasiado. El simple hecho de que alguien la había observado durante su visita en el cementerio, le recordaba lo importante que era mantener un bajo perfil a toda costa.

Tomo la toalla que estaba guindada en el barandal y salió de la bañera con cuidado, para luego enrollarse en ella. Estaba un poco absorta en el proceso cuando le paso una mano al espejo para quitarle la humedad y vio su reflejo. Útilmente parecía estar más pálida que de costumbre, posiblemente gracias a las noches en vela o la simple falta de sol.

Se coló su ropa interior después de secarse el cuerpo y busco su pijama de corazoncitos en el armario. Tenía el pelo un poco enredado pero pudo sacarse los nudos rápidamente y hacerse una sencilla trenza de cabello antes de bajar a la cocina, donde su madre ya le había servido el almuerzo.

-Buen provecho.- le deseo la Señora Becker al quitarse el delantal -. Voy a plancharte la ropa antes de irme.

-¿Saldrás?- le pregunto Astria al bajar el tenedor.

-Los Williams realizaran una cena esta noche.- le conto con una sutil sonrisa en su rostro -. Y tu padre y yo tendremos que asistir.

-Vale.- dijo Astria no tan convencida -. Pero tengan cuidado.- le pidió.

-Lo tendremos.- le aseguro su madre antes de retirarse.

Tomo el plato junto a los cubiertos y se sentó en la sala para ver la televisión mientras comía. No tuvo que cambiar el canal debido a que cuando encendió el televisor estaban pasando un comunicado en las noticias que logro captar su atención.

Tres chicas físicamente similares se habían suicidado sin razón aparente y lo único que tenían en común era la hora en la habían fallecido. Los policías tenían la leve sospecha de que había alguien detrás de su muerte, una mente criminal al que la hora le resultaba importante. Pero eran solo conjeturas, por lo que no podían asegurarlo. Mientras tanto pedían la colaboración del pueblo y aconsejaban que las adolescentes de dieciséis años estuvieran en alerta.

Por un momento Astria pensó en su hermana, tenía un leve parecido a las chicas que salían en las fotos, solo que Aria jamás tendría una razón aparente para suicidarse y en el caso de que hubiese un asesino era imposible que justamente la eligiera a ella entre todas las chicas de dieciséis años que tuvieran una contextura delgada, el cabello rubio y los ojos claros.

Así que descarto automáticamente la idea y siguió comiendo. Cuando termino de almorzar eran las seis de la tarde y aun le quedaba tiempo de sobra. Pensó en pasar el tiempo leyendo, pero apenas vio que la pintura de sus uñas ya se estaba pelando, decidió cambiarse el color a negro para que combinaran con el atuendo que usaría en la noche.

Mientras se secaba las uñas con el volante de la pizzería que estaba en la esquina del mesón de la cocina, su padre llego, lucía tan cansado como de costumbre pero se esforzó en sonreír cuando la vio sentada en el piso.

-¿Tu en la sala?- le pregunto carismáticamente.

-He decidido migrar de mi cuarto debido a las condiciones en las que se encuentra.- le respondió Astria en el mismo tono.

-Puedes pasarle una queja a la propietaria.- dijo mientras se sentaba en el sofá que estaba frente a ella.

-Podría pero tiene un humor tan caótico, que resultara imposible razonar con ella.- repuso con una sonrisa.

-Eso no te lo puedo contradecir.- dijo al coincidir con las palabras de su hija.

-Mamá me comento que asistirán a una cena.

Sacó el tema de la cena.

-Sí.- le confirmo con cansancio -. Debo cerrar un trato con David Williams y mi jefe opina que esta cena es la mejor ocasión para hacerlo.

-Y tú qué opinas.- indago Astria.

-Que solo iré para beber un buen coñac.- le compartió su opinión.

-Bueno… al menos deberías disfrutarlo.- le aconsejo sin más que decir.

- Lo hare.- le aseguro su padre.

En ese momento la Señora Becker bajo las escaleras y se dirigió a la sala. Tenía pensado decirle a Astria que se peinara un poco para la fiesta, pero antes de que pudiera articular alguna palabra vio a su esposo sentado en el sofá y le sorprendió el hecho de que no lo oyó llegar.

-Hola cariño.- lo saludo alegremente al acercase a él -¿Quieres que te prepare la bañera o prefieres una ducha?

-Tomare una ducha.- le contesto al tomar su mano para acercarla a él -. Pero arréglate tu primero para no llegar tan tarde.

Astria soltó una pequeña risa al notar la insinuación detrás de las palabras de su padre, porque por costumbre su madre siempre era la última en salir.

-No te voy a decir nada, pero para tu información tengo todo listo.- le aseguro con indignación.

-Seguro que sí cariño.- le dijo el Señor Becker al ponerse de pie -. Pero vamos a apurarnos o llegaremos tarde.- repuso mientras se llevaba a la Señora Becker al piso de arriba.

Inconscientemente Astria los observo hasta que las escaleras hicieron que los perdiera de vista; le resultaba agradable ver como sus padres aún se querían y le agradaba mucho más saber que seguiría siendo así por un largo tiempo.

Desvió la mirada hacia el reloj y vio que aún era temprano para ella, Rebeca ni siquiera intentaría llegar a las diez, así que cambio de canal y se puso a ver “Comer, Rezar, Amar” en TBS hasta que dieron las nueve.

Sus padres ya se habían marchado a la cena y su hermana se había ido a dormir a casa de su amiga Helen, lo que quiere decir que se había quedado completamente sola y aburrida. Sin más remedio y con presión de la hora que le quedaba, subió a su habitación para alisarse el cabello con calma y colocar su fleco de una manera que le agradara.

También tenía pensado maquillarse de manera sutil, después de todo era una fiesta realizada por hadas y ellas solían arreglarse como si fueran a los premios MTV. O súper exageradas como si su vida dependiera de ello.

De igual manera tenía la leve sospecha de que si no se maquillaba ella Rebeca lo intentaría a su modo y eso no le convenía.

Se miró en el espejo cuando termino y después de comprobar que le gustaba el resultado, saco la braga verde que estaba guindada en su armario de manera cuidadosa, para colocársela.

Casualmente su madre había dado en el clavo; la braga, las botas y la chaqueta de cuero combinaban a la perfección, y la hacían parecer… de alguna manera, una chica cool. Además, para alguien que solo tenía pensado asistir por dos horas estaba bien

Bajo cuando oyó la corneta del carro de Kendall.- el hermano de Rebeca -. Y se montó rápidamente después de guardarse las llaves de su casa en la chaqueta.

-Puedo decir que me siento verdaderamente orgullosa de ti.- le dijo Rebeca con sinceridad al echar un vistazo hacia atrás desde el asiento del copiloto y ver qué su amiga no llevaba puesto ni jersys ni jeans.

-Dos horas.- le recordó Astria para que le bajara unos cuantos niveles a su emoción.

-Lo sé.- le aseguro sin mucha entusiasmó -. Pero tendrás que poner de tu parte para que esas dos horas valgan la pena.- repuso con decisión.

-Me sorprende que hayas aceptado venir.- comento Kendall mientras giraba a la izquierda en uno de los cruces.

-Ya sabes, es mejor esto que aguantarse las recriminaciones de tu hermana.- le contesto sin acercase ni poco a la razón real.

-Una sabia decisión.- concordó Kendall mientras le lanzaba una mirada de aprobación a través del retrovisor. La cual le devolvió falsamente.

Lo cierto era que Astria a pesar de todo estaba acostumbrada a mentirle a la gente y saber actuar cuando la ocasión lo ameritaba, porque de eso dependía que su secreto estuviera a salvo.

Observo por la ventana como poco a poco se adentraban en el oscuro bosque de Greenwood y tubo que reprimir el impulso de saltar del auto. Le resultaba bastante probable que hubieran quitado las luces de los faros al propósito y que casualmente un kilómetro después, cuando ya estabas lo suficientemente adentro se podían ver velas encendidas a los pies de los árboles que trazaban un sendero.

-Bueno… estamos adentrándonos en un lugar que es propenso a incendiarse.- comento Kendall con cierto tono de preocupación.

-A mí me parece que se esforzaron demasiado para que el camino luciera de esta manera.- repuso Rebeca.

-Deben regresar cada cierto tiempo para encenderlas o cambiarlas, de lo contrario nadie llegaría.- agrego Kendall.

Astria comprendía la admiración de sus amigos por ese simple efecto que provocaban las velas, después de todo ellos desconocían que los anfitriones eran hadas, al igual que cierta parte de los invitados, y que esa velas posiblemente tenían alguna clase de hechizo para que no se apagaran y no causaran un incendio forestal tan fácilmente. Pero ella tampoco planeaba aclarárselo.

Cuando llegaron al final del camino había una hermosa mansión de madera cubierta con pequeñas flores que parecían surgir de ella, y que de cierta forma combinaba con las personas que se encontraban en la entrada y lucían ropa extravagante.

-Buenos mal que vine vestida para la ocasión.- dijo rebeca con orgullo al bajar del carro.

Y no se equivocaba, el vestido tornasol acampanado entre azul rey y morado, junto con los tacones a juego, que combinaban armoniosamente con su maquillaje y la hermosa trenza que caía por la espalda. La hacían lucir como las personas de la entrada. Si no fuera porque Astria podía diferenciar a los humanos de las hadas, seguramente la hubiera confundido con una de ellos sin dudarlo.

Lo que resultaba lamentable para ella de cierta forma, porque se podían contar con los dedos a las personas que habían ido vestidas de forma sutil y estar al lado de Rebeca no la ayudaba en absoluto.

-Bien pasare por ustedes dentro de dos horas.- les informo Kendall al bajar el vidrio del carro.

-Pensé que te quedarías.- dijo rápidamente Astria en un tono suplicante.

-Ni hablar.- intervino Rebeca -. Si nos ven con alguien que usa jeans rotos y una franela vieja de ACDC, nos condenarían.- le explico Rebeca a Astria de manera que ella entendiera el punto.

-Tampoco me quiero quedar.- aseguro Kendall tranquilamente -. Tenía planes con los chicos en el Bar y no me gusta la gente pomposa.- dijo al giñarle un ojo a Astria.

Quien termino soltando un suspiro y desistiendo del tema.

-Vamos a entrar.- sugirió Rebeca al poner una postura sofisticada.

Astria asintió y ambas entraron.



Jack las observo desde la tercera ventana del segundo piso. Había decidido tomar su forma mortal para que Astria no sintiera su presencia y poder vigilarla de cerca.

-Es muy raro que me hayas citado dentro de mi casa.- dijo Carlín al entrar al Despacho.

Ella y Jack se habían visto un par de veces y aunque no eran amigos, para ambos era necesario seguir en contacto.

-Creo que necesito algo de ropa para poder encajar en tu fiesta.- le insinuó Jack al despegar la vista de la ventana.

-¿Trabajo?- pregunto Clarín.

-Trabajo.- le confirmo Jack.

Clarín asintió y chasqueo sus dedos para hacer aparecer un traje que se adaptara a Jack.

-Te esperare a fuera.- le indico -. Cámbiate y tratare de mezclarte con mis invitados.

-Espera.- la detuvo Jack -. No vine aquí con las manos vacías.- Saco un pequeño saquito de tela de su bolsillo y lo abrió sobre el escritorio.- Se de tu problema con Dorian.- comento al mirarla -. Y esta es la solución perfecta, si consideramos las formas en las que arreglan sus problemas.- se apartó para que Clarín viera la moneda y el frasquito que contenía un líquido gris y comprendiera de qué se trataba.

-La moneda maldita de Nerón.- dijo sin reprimir una sonrisa.

-Y la única cosa que rompe la maldición.- agrego Jack -. Una amiga la consiguió para mí.

-Esto vale más que una simple ayuda.- reconoció Clarín -. Por lo que puedes pedirme otra cosa cuando lo necesites.

-Lo tendré en cuenta.- dijo al aceptar su oferta.

Espero a que Clarín saliera del despecho y se cambió su uniforme por el traje negro y la camisa blanca que le había conseguido. No lucía como un hada, pero considerando que el traje posiblemente era de marca, no desentonaría del todo.

Salió después de disimular el color dorado de sus ojos con una leve ilusión y se encontró con Clarín para bajar a la fiesta la cual ya había adquirido su propio ambiente.

Tuvo que analizar todo el desván con la mirada hasta darse cuenta que Astria no estaba ahí, aunque tampoco se preocupó ya que seguramente se encontraba en otra parte de la mansión.



-Han asistido antes a otras fiestas de Clarín.- indagó uno de los chicos que se les habían acercado mientras bailaban.

Astria tuvo que morderse el interior de la mejilla para no ser sarcástica, pesada o mandarlos a freír espárragos. Y como su amiga que ya sabía cómo eran las cosas se adelantó a contestar.

-Sí, por su puesto.

-¿Y siempre vienen juntas?- pregunto el otro chico enarcando una ceja.

-Algún problema.- inquirió Astria sin poder evitarlo.

Por alguna razón no se sentía cómoda con ellos, ósea ya sabía que eran unos patanes de cuarta, pero había algo más detrás de ello. Algo que no podía explicar y que no le resultaba agradable.

-Solo preguntaba.- repuso dedicándole una sonrisa encantadora -. No sabía qué te iba a molestar.

-Al contrario.- replico Astria al sentir la mirada de desaprobación de Rebeca -. Lamento que no entiendas el sarcasmo… y respondiendo a tu pregunta, siempre venimos juntas porque somos buenas amigas.

-Las mejores.- le corrigió Rebeca al llegar a la barra.

Ambos chicos ordenaron dos vasos de whiskey y un par de cocteles para las chicas. Oportunidad que Astria aprovecho para susurrarle a su amiga la opinión que tenía con respecto a la situación.

-¿En serio quieres pasar la media hora que nos queda con estos idiotas?

-Son lindos y hay que ser sociables.- le respondió disimuladamente.

-¡Aquí tienen chicas!- dijo el chico al que Astria le había contestado, al mostrarle los cocteles.

-¡Oh! Gracias, pero serán para mí porque mi amiga…

Astria le quito una de las copas interrumpiendo a Rebeca y se la bebió rápidamente sin dejar ni un rastro del líquido azul que había estado en ella.

-No toma.- termino la frase de Rebeca -. Pero hoy me provocó.

-Entonces… ¿quieres que te pida otro?- pregunto el chico entre un tono de sorpresa e incomprensión.

-Por favor.- le pidió Astria.

Y no precisamente porque le hubiera gustado el coctel, estaba algo fuerte y tenía mucho más que simple vodka; pero si tenía que pasar media hora con ese par y tratarlos bien, necesitaba algo para resistir.

Aunque al final término perdiendo su efecto.

No toleraba la voz de ninguno de los dos y hacían preguntas tan absurdas que hasta un bebé les hubiera dado una buena respuesta. Se preguntaba que les había visto su amiga y como era capaz de hablar con ellos tranquilamente, pero como no podía preguntárselo, termino optando por hacer una magnifica huida con una mala mentira.

-Voy al baño.- dijo de repente, frenando la conversación.

Seguramente a Rebeca le hubiera gustado que utilizara la palabra “tocador”, solo que en ese momento de la noche era pedir demasiado.

Camino hacia el interior de la casa antes de que alguien articulara alguna palabra de nuevo y subió al segundo piso. Obviamente no necesitaba ir al baño. Solo quería encontrar una habitación en donde pudiera estar sola y respirar un poco.

Intento abrir cada puerta del pasillo derecho, hasta que la puerta del final cedió. Tanteo la pared buscando el interruptor pero solo hizo falta que entrara a la habitación para que las luces se encendieran.

-Cool…- admitió para sí misma mientras cerraba la puerta detrás de ella.

Era una habitación llena de retratos, pero ninguno tenía un parecido en común o parentesco. Seguro tenían algún significado para la dueña, porque estaban bien conservados y no tenían ni un solo rastro de polvo, como si los limpiaran todos los días. Aunque ciertamente no podía imaginarse a una Hada limpiando retratos solo por cariño.

Astria pasó la mirada por cada retrato hasta que uno de ellos hizo que se detuviera en seco. Era Cala. Le resultaba extraño observarla sonriente y arreglada… como si no supiera que un malvado demonio la fuera a matar. Pero era ella.

Dio un paso adelante y trazo con su dedo índice las iniciales C. L. que estaban grabadas en el marco dorado, preguntándose qué significaba la L y aunque no esperaba una respuesta, su visión se tornó blanca, nublando completamente todo a su alrededor.

No entendía lo que estaba sucediendo, era la primera vez que algo así le pasaba y no lo entendió hasta que Cala y otra mujer aparecieron ante sus ojos. Era una visión, y la estaba viviendo. Solo que en vez de estar en la habitación de los retratos se encontraban en un perfecto invernadero de cristal rodeado de rosas de todos los colores, que a simple vista formaban un perfecto arcoíris.

Se movió a su alrededor observando la escena y comprobó que ellas no la podían ver ni escuchar, por lo que se limitó a prestar atención.

-¿Crees que esta unión entre las doce razas sirva para algo?- le pregunto la mujer a Cala mientras se servía champagne en una preciosa copa de cristal con bordes dorados.

Cala desvió la mirada y negó con la cabeza.

-Si siguen con ese absurdo pensamiento de que el mundo de las sombras sea blanco o negro, sin ver el gris, todo se vendrá abajo.- le respondió con sinceridad.

-Tal cual la ciudad de las nubes.- agrego la mujer.

-Exacto.- concordó Cala.

-Solo esperemos que tu visión sobre la resurrección de Baal no se cumpla.- comento con preocupación.

-Para eso tendría que morir en sus manos y aún sigo viva, eso, sin mencionar que él está encerrado en las profundidades del infierno.- repuso Cala en cierto tono burlón.

-Casi lo olvidaba.- dijo mientras reprimía una sonrisa -. En cualquier caso, tú tienes a Arbiel para protegerte.

Cala soltó una risa tímida y la miro con reproche.

-No menciones su nombre tan a la ligera o alguien podría escucharte.- le advirtió.

-Lo siento.- se disculpó con sinceridad -. A veces olvido que las paredes tienen oídos.

-En este mundo hasta el aire tiene oídos.- dijo al levantarse.

-No puedo contradecirte.- admitió la mujer al encogerse de hombros -. Aunque tarde o temprano la verdad acerca de ustedes saldrá a la luz.

En ese momento alguien toco la puerta y ambas se pusieron en alerta, para luego mirase entre ellas.

-Sabíamos que el descansó no duraría mucho.- dijo Cala en forma de consuelo.

La mujer soltó un suspiro y se levantó para tomar la espada que había guindado en el respaldar de la silla.

Lo que le permitió a Astria notar que Ambas llevaban puesto el mismo uniforme negro con un escudo peculiar grabado en la parte de la espalda, y como lo portaban con orgullo y seguridad, haciendo parecer que formaba parte de ellas.

Sentía curiosidad por saber a dónde se dirigían pero en cuanto intento seguirlas su visión se volvió a tornar blanca y regreso a la habitación de los retratos; con una pequeña sensación de nauseas.

De hecho no se sentía nada bien y apenas dio un paso para estabilizarse todo le dio vueltas, y supo que se desmallaría.



Mientras Jack disimulaba conversar con dos Hadas, sintió una presencia poderosa, una presencia que solo podía pertenecerle a una persona en este mundo y que casualmente ya había muerto; y eso lo puso en alerta. Busco rápidamente a Astria en toda la fiesta, pero solo logro encontrar a su amiga conversando con dos chicos en el jardín, sin ella. Era raro. Solo la había observado por un par de días pero estaba seguro que no era la clase de chica que podía desenvolverse en una fiesta sola y debido a la situación no podía quedarse de brazos cruzados, por lo que termino liberando su verdadera forma y cerró los ojos para localizarla.

Sin embargo fue un fallo total.

A pesar de que la magia de Astria no se manifestaba tanto, esta vez ni siquiera pudo notar ni una pizca de ella; como si hubiera desaparecido completamente.

Sabía que ella seguía en la mansión, de eso estaba seguro, porque solo tenía una forma de irse y su amiga aún seguía aquí, pero si no pudo hallarla significaba que algo estaba bloqueando su magia, y justo ahora solo una cosa podía lograrlo. Lo que lo obligo a subir al segundo piso, aun si sentirse seguro y entro en la habitación de dónde provenía aquella presencia.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando noto que Astria se desvanecía, pero afortunadamente logro correr hasta ella para sujetarla entre sus brazos.

Parecía un poco confusa y no dejaba de mirarlo fijamente, como si fuera algún tipo de animal exótico, pero cuando su pulso se normalizó y se sintió a salvo, subió su mano derecha para acariciarle la mejilla a Jack y dedicarle una leve sonrisa de agradecimiento.

-Me encanta el dorado de tus ojos.- susurro con algo de dificultad antes de perder el conocimiento.

Jack la miro por unos segundos y trato de comprender lo que estaba pasando, la presencia de Cala había desaparecido en el momento en el que él había entrado a la habitación. ¿Pero cómo fue que Astria la invocó? Y ¿Por qué?

Esa era la clase de preguntas que no podía responderse en el momento y aunque quisiera meditarlo un poco, Clarín y Alaric no le habían dado tiempo debido a que aparecieron ese preciso instante atraídos por la misma causa.

Por un momento Jack pensó que tal vez no atarían los cabos sueltos tan rápido, pero antes de que se diera cuenta ambos ya miraban a Astria con verdadera curiosidad.

-¿Ella…?- se atrevió a preguntar Clarín.

-No lo sé.- le contesto Jack con sinceridad, porque en realidad no sabía lo que había ocurrido.

-Así que Cala se ha estado manifestando por ella.- dijo Alaric mientras se acercaba a Jack para mirar a Astria de cerca.

A simple vista no parecía tener el suficiente poder para invocar un espíritu tan poderoso, pero sin duda alguna había algo extraño en ella.

-Eso no es del todo seguro.- repuso Jack -. Y hasta que lo averigüe tendrán que mantener su existencia en secreto.- agrego al referirse a Astria.

-Mi trabajo depende de ella.- replico Alaric.

-Pero me debes algo.- le recordó Jack -. Y solo te pido que guardes silencio.

Lo pensó por unos segundos pero en realidad no tenía opción, un juramento entre ángeles no se rompía tan fácilmente.

-Bien.- accedió Alaric sin más remedio.

Jack desvió su mirada hacia a Clarín para saber si contaba con ella y se lo confirmo con un leve asentimiento.

-Sabes que cuentas con mi silencio total.- le prometió Clarín, al tener muy presente en su mente que no quería arriesgar a la chica que se puso comunicar con Cala -. Pero será mejor que la saques de aquí.- le sugirió a Jack sin ocultar su preocupación.

Su mayor miedo justo ahora era que alguien más hubiera sentido la presencia de Cala, alguien como Baal, quien seguramente estaba cada vez más cerca de revivir.

-Tienes alguna salida secreta o algo así.- inquirió Jack.

-Algo así.- contesto Clarín al hacerles una seña para que la siguieran.

Los guio hasta su despacho y después de comprobar que estaban completamente solos, cerró la puerta con llave. Dejo su chaqueta sobre el escritorio y saco la barita de su bota izquierda.

-Ayúdame a mover la mesita.- le pidió a Alaric, quien con un sencillo movimiento de su hoz hizo que la mesita se elevara hasta el fondo de la habitación.

Dándole a Clarín la oportunidad de mover el tapete que se encontraba debajo de ella y que casualmente ocultaba un portal de hadas.

-Colócate en el medio.- le ordeno a Jack.

-Antes de que continúen.- hablo Alaric para detenerlo -. Te recomiendo que le impidas a la bruja adolecente repetir lo de hoy, porque no podré hacer nada por ti una próxima vez.

-No volverá a suceder.- le aseguro Jack con seguridad mientras se acercaba al centro del portal.

No solo para evitar que el jefe de Alaric la capturara, sino para alejarla del peligro que implicaba ser la única bruja que había logrado contactar a Cala en quince años.

-Bien…- dijo Clarín para centrarlos de nuevo en el tema -. Necesito que no vuelvas a interrumpir.- le indico a Alaric para luego pasar su mirada a Jack -. Tienes que fijar en tu mente el lugar a donde quieres ir con ella mientras activo el portal o terminaran en el limbo y te aseguro que no quieres eso.- le advirtió.

Jack asintió y mientras Clarín alzaba sus manos para comenzar a recitar el hechizo; se imaginó claramente la habitación de Astria.

-Volentes ad fores aperi eis iter per te.- esa sola frase hizo que las runas del portal se activaran -. Cura ut in processus.- y que las puertas doradas dibujadas en el piso se abrieran hacia abajo -. blue firmare vires accipit aesculus tuum.

En el momento en que se sumergieron en el limbo del tiempo Jack tubo que sujetar a Astria con todas sus fuerzas para no perderla en el proceso.

Esta no era la primera vez que él viajaba a través de un portal de hadas, pero según sus propias experiencias una persona nunca podría estar preparada para sumergirse en un espacio en donde se podía observar las diferentes dimensiones en diferentes tiempos, sin dejar de imaginarse el lugar a donde se quiere ir para no perderse en el proceso.

Cuando finalmente la habitación de Astria fue apareciendo poco a poco ante él, logro relajarse mientras la sensación de transportación abandonaba su cuerpo y volvía en sí.

Se permitió a observar levemente a Astria y noto que seguía tranquilamente dormida como si todo en su mundo estaba perfectamente bien; lo cual no era el caso.

Soltó un suspiro de resignación y la dejo sobre su cama para luego dar un paso atrás y pensar si le permitiría conservar los recuerdos de esta noche o no. Aunque al final opto por que los conservara.

Principalmente porque necesitaba oír de su boca como es que había logrado realizar una invocación, cuando supuestamente no sabía absolutamente nada sobre magia o lo que se relacionara a ella.

Claro que sin embargo tuvo que jugar con los recuerdos de sus padres y los de su amiga, para no activar las dudas de los demás tan temprano, y tampoco arrebatarle a Astria su perfecta reputación de la humana perfecta. Después de todo eran dudas que seguramente ella no podría responder y por el momento él tampoco.

6 de Febrero de 2018 a las 15:51 1 Reporte Insertar Seguir historia
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Katt Rabal Katt Rabal
Me ha gustado mucho
February 07, 2018, 22:44
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