roodry12 Rodrigo Almada

La vida de Valentino cambiará cuando se mude a otra ciudad dejando atras su miserable pasado y a la única chica que ha "amado" para transformarse en una nueva persona y asi quizá encontrar un nuevo amor. Todo irá viento en popa en su nueva vida hasta que se tope con Martín, su nuevo vecino, quien despues se convertirá en su mejor amigo ¿Y algo más?



Romance No para niños menores de 13. © Todos los derechos reservados

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Las Colinas.

Todo iba a cambiar de ahora en adelante para Valentino, el joven de dieciséis años se mudaría por primera vez a una ciudad pequeña donde su madre encontró un generoso trabajo bien remunerado para mantenerlos a él y a su hermanito menor Tommy. No le importaba mucho abandonar aquella pequeña casa decorada con manchas de humedad en casi todas las rosadas paredes donde tenía los peores recuerdos de una niñez asolada, ni tampoco sus “amigos” que lo utilizaban solamente para sus propios beneficios y mucho menos la escuela donde todos eran de mente tan cerrada que no despertaban el mínimo interés en saber más sobre ellos o sus aburridas y normales vidas. Solo una cosa lo inquietaba, su vecina Brenda una chica muy hermosa de cabellos dorados y ojos color miel con la que siempre había compartido su vida y por la cual sentía algo más que una fuerte amistad. Esa tarde antes que el sol se pusiera para revelar una cálida noche veraniega Valentino la fue a buscar, se saludaron con un simpático beso en la mejilla.

—Hay algo muy importante que debo decirte—dijo el joven un poco entristecido.

—Te escucho Valen, sabes que podes contar conmigo para lo que sea—contestó Brenda mirándolo con esos bellos ojos color miel.

—Pero vayamos a un lugar más tranquilo, lejos de toda esta miseria.

La chica ya presentía que algo malo le iba a decir y con la mirada brillosa entonó:

—Bueno, vamos a las colinas donde no hay nadie, solo estaremos nosotros dos.

Valentino asintió y sin más que decir ambos se dirigieron caminando lentamente hasta las colinas, Era la primera vez que el hacia el trayecto sin decir nada ya que la mayoría de las veces lo hacían hablando de los calvarios que eran sus vidas o simplemente burlándose de los vecinos. Cruzaron varias calles dejando atrás la penosa ciudad y acercándose a la parte más hermosa de aquel deplorable lugar, “Las colinas” como ellos las llamaban, no eran montañas gigantescas sino unos bajos montículos de tierra que al transcurrir los años el pasto y las flores comenzaron a crecer sobre ellas convirtiéndolas en un lindo punto para sentarse a charlar y hacer picnic. Se subieron a su favorita, la más alta que había y que tenía la vista más panorámica de la ciudad, se sentaron y unos segundos después Valentino habló dirigiendo la vista a la urbe.

—¿Cómo un lugar tan pequeño puede ocasionar tanta miseria?—dijo irónica y retóricamente.

—Lo mismo me pregunto todos los días, como si no fuésemos parte de este lugar, pero por suerte nos tenemos nosotros dos—expresó Brenda.

Valentino esta vez enfocó su vista al cielo, donde las primeras estrellas comenzaban a asomarse en un cielo azul anaranjado y se reflejaban en sus ojos celestes.

—Pero qué más da ¿Dónde voy a conseguir una vista igual a esta?—acotó.

—¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme Valen?—cuestionó la chica agarrando la mano de su mejor amigo.

Valentino la miró con los ojos mojados y se lo dijo.

—me voy a mudar.

Brenda bajo la vista y se echó a llorar, Valentino agarró con delicadeza su cara y limpió las lagrimas que le caían por la mejilla.

—mi madre consiguió trabajo en otra ciudad donde le pagarán muy bien así que nos mudaremos pasado mañana.

—¡me dejaras sola! no quiero que me dejes sola, te necesito.

—y yo te necesito aún más, pero no hay nada que pueda hacer, te juro que no me importa una mierda abandonar este lugar de porquería solo me importas tú y si fuese posible te llevaría conmigo—le contestó entre sollozos. Pero te prometo que siempre que pueda me haré tiempo para ti y visitaré—agregó mirándola a los ojos.

—te quiero mucho, muchísimo Valentino, no me imagino la vida sin vos, se supone que somos inseparables.

—siempre seremos inseparables Bren que eso no te quepa la menor duda, mañana quiero pasar todo el día contigo y nada más.

Brenda no dijo nada, se levantó sin mirarlo y bajó sola por la colina, Valentino no quiso seguirla pues conocía muy bien a su amiga cuando quería estar sola, tenía que dejarla para que asimile el dolor que vendría tras su partida. Se quedó allí recostado en el pasto mirando con sus ojos celestes y brillosos el cielo nocturno.

•••

—¡Tino! ¡Tino! ¡ya salió el sol Tino! ¡levántate!—decía Tommy tirando de las sabanas turquesas con intención de despertar a su durmiente hermano.

—Oh, Tommy ¿Por qué me despertaste?—cuestionó Valentino intentando abrir con dificultad sus ojos ya que el sol entrante por la ventana le iluminaba toda la cara.

—Mami me dijo que te despierte porque necesita de tu ayuda para empacar.

—¡Bueno! ve y dile que en un rato iré—bostezó tapándose la boca.

Tommy salió del cuarto y Valentino se levantó, estiró los brazos haciéndolos tronar como todas la mañanas, se puso una remera blanca bastante estrecha que hacía notar sus abdominales de esbeltez y se dirigió a la cocina para beber algo. Mónica, su madre le alcanzó un vaso con chocolatada fría ya que era una mañana calurosa para ingerir algo caliente, agarró el vaso y se sentó en una silla para degustarlo.

—Hijo, primero quiero que guardes todas tus cosas en estas cajas que me dio el almacenero de la otra cuadra y después necesito que me ayudes con los utensilios de la casa.

—Si mamá—contestó después de beber un sorbo de chocolatada.

Al terminar su desayuno tomó algunas cajas y acudió otra vez a su habitación a guardar sus cosas lo más rápido posible para así tener más tiempo de estar con Brenda luego. Sacó toda la ropa del despintado placar marrón caoba y la acomodó en las cajas separándolas por prendas, por unos instantes se quedó pensando el porque la mayoría de su indumentaria era de color azul marino, siempre le había atraído esa tonalidad, quizá le transmitía tranquilidad como el inmenso y oscuro mar durante la noche cuando se encuentra sereno. Luego continuó guardando las sabanas, los juguetes de su infancia, los únicos que lo hacían escapar de la dura realidad que vivió en su niñez además de Brenda y por último los recuerdos ¿Qué clase de recuerdos podría meter en una caja si la mayoría eran conturbadores? los malos no ¡por supuesto que no! ¡tú te vas al infierno! Vociferó en su pensamiento cuando agarró una foto donde salía con su fallecido padre, no tenía ninguna remembranza buena de ese ser diabólico que llegaba todas las noches borracho y golpeaba a Mónica hasta dejarla tendida en el piso, el también recibía una golpiza si se atrevía a entrometerse así que se encerraba en el placar de su cuarto tapándose los oídos en un intento de escapar de esa cruel situación, para Valentino lo único bueno que dejó esa persona fue a Tommy que gracias a Dios no llegó a conocer tras caer en un coma alcohólico y morir una semana después cuando a su hermanito todavía le quedaban un par de meses para salir y conocer este mundo podrido. Desde ese momento tuvo un poquito más de paz en su vida, se la pasó cuidando de Tommy siempre que su madre salía a trabajar para traer unos pesos a la casa y asistiendo a la secundaria al mismo tiempo, a pesar de casi no tener tiempo para el estudio era uno los chicos más inteligentes y dedicados de su curso, siempre buscaba la forma de hacer todo y gracias a eso sus compañeros se burlaban de el pero nunca le importó porque tenía a su mayor confidente y mejor amiga Brenda. Arrugó con fuerza la foto en su puño y la arrojó a la basura. Arrojó todo a la basura, pues si quería comenzar una nueva vida debía despegarse del ayer, solamente dejó intacta una pulserita que le regaló Brenda en un día del amigo y se la puso. Despegó todos los posters de My Chemical Romance (su banda favorita) de las paredes rosadas con manchas de humedad y listo, terminó con sus pertenecías, solo quedaba ayudar a su madre con el resto de la casa.

Guardaron todo al ritmo de los mejores temas de My Chemical Romance para hacer menos tediosa la tarea, Tommy hacia gestos como si tocase una guitarra imaginaria cuando sonaba Helena, lo que hizo dibujar una sonrisa en su rostro y en el de su madre. Almorzaron pizza por unos minutos mirando el noticiero y por una hora más siguieron acomodando hasta por fin acabar.

Ya eran las tres de la tarde, Valentino se bañó deprisa para sacarse el sudor de encima, se vistió con una bermuda azul marino y una remera verde militar, tomó unos billetes que tenía guardados y salió disparando a la casa de Brenda. Tocó la puerta metálica que contrastaba a la perfección con el beige de las paredes y unos segundos después la puerta se abrió.

—Dice Brenda que no va a salir porque se siente muy mal—dijo la madre de la chica frunciendo el entrecejo haciendo que se marquen aún más las arrugas de su cara demacrada por fumar durante muchos años.

—Pero ¿puedo entrar aunque sea para decirle algo muy rápido?—pidió Valentino.

—No te lo recomiendo hijo, vos sabes cómo se pone cuando está mal, no quiere ni hablar conmigo ¡imagínate!

—Está bien, cuando pueda por favor dígale que me encuentre en las colinas.

La mujer asintió y Valentino dio media vuelta alejándose de la casa de su mejor amiga, no podía creer porque actuaba así sabiendo que no se verían durante mucho tiempo. Se encaminó solo hacia las colinas con la esperanza de que en algún momento antes que termine el día aparezca Brenda con sus rizos dorados para abrazarla muy fuerte.

2 de Febrero de 2018 a las 13:00 0 Reporte Insertar Seguir historia
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