La carretera secundaria Seguir historia

Desde hace un año que trabajo en un hospital, en urgencias, soy enfermero, esta semana mi turno es de 10.00h a 6.00h de la mañana, es agotador, hay un gran volumen de visitas y me cuesta aguantar toda la noche sin dormir.

El camino más rápido para llegar a casa es por la autopista, veo una señal a lo lejos que indica que a 1 km están haciendo obras, por lo que me tendré que desviar por la carretera secundaria.

Suelo ponerme bastante nervioso, cuando no conozco el camino, además está poco iluminado, y eso no ayuda.

Así que decido ir a una velocidad bastante moderada, o quizás iba demasiado lento. Varios coches me avanzan, haciendo sonar el claxon, y gritando toda clase de insultos.

Estoy tan cansado, que no voy a responderles, hoy no tengo fuerzas, sólo quiero llegar a casa y tumbarme en la cama, no creo ni que cene.

Unas luces que provienen del coche de atrás, me están cegando.

Cada vez su coche está más cerca. Me está empezando a molestar, así que decido apartarme a un lado del arcén, en ese momento el coche me adelanta, y mi sorpresa es que no hay nadie al volante.

Me he quedado de piedra, con los ojos desencajados, no es posible, tienen que ser el cansancio y la poca iluminación, que no he podido apreciarlo.

Llego a casa con mal cuerpo, pero intento no darle más vueltas y me quedo dormido.

Al día siguiente, las obras continúan, parece ser que estarán toda la semana. Así que tengo que volver a ir por esa carretera. Tomo el desvío, esta vez, voy más confiado, pongo música

Para relajarme, y empiezo a tararear la canción que está sonando.

De repente, unas luces me deslumbran, igual que ayer, hago lo mismo, me aparto al arcén, el coche pasa, y al mirarlo, veo que nadie conduce. Esto no es una alucinación, es real.

No sé por qué motivo, pero siento miedo y al mismo tiempo curiosidad.

Para reafirmar lo que he visto en días anteriores, decido que mañana le fotografiaré mientras me avanza su coche.

Al día siguiente, tomo la carretera, ahí están sus luces amenazadoras, es el coche que esperaba, estoy seguro, me aparto al arcén, el coche se ha detenido, me acerco, y puedo ver perfectamente que no hay nadie al volante, preparo la cámara del móvil, y justo cuando voy a fotografiarlo, se apaga, y su coche arranca perdiéndose entre la niebla.

Estoy frustrado y enfurecido. Oigo una voz que me resulta familiar.

—Sr. López, no continúe con la historia, no avanzamos nada, cada semana me explica lo mismo. Ha pasado un año y continúa encerrado en su fantasía. No logra entender que no es real lo que explica, ya le he dicho que a veces la mente y ciertos estímulos pueden hacer que creamos ver cosas que no existen. — Me dice mi psiquiatra.

—Le juro que es verdad—le digo gritando.

Me levanto y empiezo a dar vueltas por la habitación, me acerco a la ventana para tomar el aire, me está empezando a faltar. Unas luces me deslumbran la cara.

Me dirijo al doctor, y lo agarro con mis dos manos de su bata, arrastrándolo hacia la ventana.

• Doctor, es real, está ahí el coche sin conductor.

El doctor se suelta y va corriendo hacia su mesa apretando un botón de color rojo.

—Emergencia, necesito refuerzos, el paciente 306, está empezando a tener un brote psicótico.