nambiautora Nambi Autora

Una exitosa escritora de libros de terror, quien está a punto de sacar a la venta su próximo éxito, comienza a ser acechada, por lo que ella cree que son seguidores de sus historias disfrazados de los personajes de sus libros, pero descubrirá que un oscuro secreto se esconde detrás. ©Nambi


Horror Historias de fantasmas No para niños menores de 13.

#terror #persecucion #escritora #hostigamiento
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EL HOMBRE DE LA MÁSCARA DE CONEJO

En una helada noche de invierno, una joven de cabello en color trigo se encuentra recostada sobre el sillón del living frente al televisor encendido mientras sostiene una lata de cerveza entre manos y se queja de los ruidosos estruendos que resuenan a lo largo de la habitación.


—¿Cuándo va a dejar de llover?— pregunta en voz alta para seguidamente darle una rápida mirada al gran ventanal del living.


Regresa la mirada hacia el televisor, pero algo vuelve a irrumpirla, las luces comienzan a titilar.


—¿Otra vez?— se queja— Siempre pasa lo mismo en los días de tormenta.


Se levanta del sillón y se dirige hacia la lámpara ubicada en medio de la habitación.


—¿Podés dejar de hacer eso cada vez que hay una tormenta?— pregunta al objeto con molestia.


Larga un suspiro y forma una sonrisa, algo parece divertirle.


—Ahora hablo con objetos, excelente— comenta para si misma con ironía.


La luz regresa a la normalidad y la joven vuelve a recostarse sobre el sillón para llevar la mirada hacia el televisor.


"Hoy les traemos el terrorífico caso de asesinato hacia una joven de tan solo veinte años quien se encontró sin vida en su residencia la noche de tormenta pasada. La joven fue encontrada con un total de treinta y una puñaladas alrededor de su cuerpo, mientras que su rostro había sido completamente desfigurado. Testigos afirman que un hombre con una espeluznante máscara de conejo quien sostenía un arma blanca entre manos deambulaba en los alrededores de la residencia. Las cámaras de seguridad confirman los testimonios"


—¿Qué demente hace algo así?— la joven se centró en la noticia proveniente del televisor.


En la pantalla podía observarse a un hombre con una máscara de conejo caminando alrededor de la residencia, pero de pronto se detiene y levanta la mirada hacia una de las cámaras de seguridad para mirarla fijamente, levanta la mano que sostiene la cuchilla y luego levanta la mano restante para mover de un lado a otro la parte superior en un gesto de saludo.


Un escalofrío recorre el cuerpo de la joven al ver la grabación.


—La gente cada vez está más loca— comenta mientras alcanza el control remoto del aparato.


Cambia rápidamente de canal y es que había logrado hacerla sentir lo suficientemente incómoda como para omitir la noticia.


En el siguiente canal, la misma imagen del hombre con la máscara de conejo sigue intacta saludando a la cámara y con la misma incomodidad cambia al siguiente canal, pero la imagen se mantuvo en el siguiente canal y el siguiente al siguiente.


La joven con desesperación apaga el aparato y las luces nuevamente comienzan a titilar hasta que queda en completa oscuridad, mientras que los estruendos son cada vez más audibles y los relámpagos más constantes.


Su corazón comienza a latir con rapidez y de pronto una luz cegadora irrumpe en la habitación.


El televisor se había encendido de la nada y la imagen inquietante aún se encontraba allí. La mujer cae del sillón por la desesperación y camina hacia la parte trasera del aparato para seguidamente desconectar el cable del mismo, pero aun así, no lograba apagarlo.


—¡Calmate, Cila!— se autorregañó mientras sus manos temblaban— Debe haber una razón lógica por la que el televisor se encuentra prendida estando desconectado, ¡ya sé, voy a llamar a Eli!


Camina hasta el teléfono y marca el número de su vecina, pero la línea no tenía tono.


—Se supone que tiene que andar aunque no haya electricidad— dijo en voz alta.


Cila toma el cable conductor encargado de dar la línea y camina con pasos ralentizados en búsqueda del problema y cuando llega al final de el, observa un notable corte que la terminó de poner completamente nerviosa.


—Esto no está bien— vuelve a comentar en voz alta y de pronto se le dificulta tragar la saliva que estaba acumulándose en su boca.


Tengo que ir a hasta la casa de Eli, piensa para si misma, pero la tormenta no iba a permitirlo y un escalofriante presentimiento recorrió cada parte de su cuerpo.


—Tengo que salir de acá.


Y con solo un camisón como atuendo, se acerca hasta el ventanal que a su vez funcionaba como puerta y en cada relámpago, le recordaba lo terrorífico que podía resultar una estancia rodeada de bosquejo.


Nada podía verse alrededor, a excepción de los momentáneos flashes de luz provocados por los relámpagos.


— Tenés que ser valiente, Cila. Podés hacerlo— comenta una última vez antes de tomar la perilla.


Sin embargo, Cila cae de espaldas hacia el suelo, completamente aterrada cuando el rostro que había visto minutos atrás en el televisor, se encuentra de pie frente al patio de entrada mientras saludaba con una de sus manos.


—¡El hombre de la máscara de conejo!


Y Cila sabía que debía hacer algo rápidamente porque el hombre estaba acercándose hacia ella con pasos ralentizados. Por lo que se levantó de suelo y rebuscó entre los cajones de la cocina, algo con lo que pudiera defenderse.


—¡No puede ser, tiene que haber algo!— los nervios comenzaban a jugarle en contra.


Cila tomó la cuchilla más grande que encontró y fue en búsqueda de su teléfono para seguidamente refugiarse detrás del sillón.


Torpemente, intentó marcar el número de la policía, sabía que sería inútil intentar llamar a alguien, porque algo que le agradaba del lugar, era que no funcionaba la recepción, lo cual la alejaba de los problemas de su trabajo.


Pero al intentar llamar a los tres dígitos, nadie respondía del otro lado.


—¡No puede ser!


Y un sonido cercano constante la hizo estremecerse, se oía como pequeños golpecitos.


Cila se asoma con lentitud por encima del sillón y en otro destello de luz, el hombre de la cabeza de conejo se encontraba de pie frente a la puerta de entrada mientras daba unos golpecitos con una cuchilla que llevaba en una de sus manos.


—¡¿Por qué haces esto?!— pregunta Cila con desesperación y las lágrimas comienzan a formarse en sus ojos.


Un fuerte estruendo resuena a lo largo de la habitación y un grito se escapa de sus labios.

Vuelve a asomarse por encima del sillón, pero otro grito vuelve a escaparse de sus labios cuando observa la entrada de la puerta abierta de par en par.


Cila retoma la postura e intenta correr hacia el baño para refugiarse, pero antes de poder cerrar la puerta siente a alguien tomándola por el cabello para seguidamente ser arrastrada hacia atrás.


—¡Por favor, no me hagas nada!— ruega con desesperación y levanta la mirada hacia la persona frente a ella.


El hombre de la máscara de conejo se encontraba de pie con la cabeza ligeramente girada hacia un lado.


—No me hagas nada— ruega una vez, pero el hombre no hacía más que observarla.


Las lágrimas se deslizaban por el rostro de Cila mientras su cuerpo temblaba repetidamente.


El hombre levantó una de sus manos y señaló la puerta de entrada.


—¿Qué es lo que tengo hacer?— interroga Cila con la voz quebrajada.


Pero no obtuvo respuesta a cambio.


—¿Tengo que escapar?


Esta vez el hombre asintió repetidamente.


Y Cila nuevamente retoma la postura y sale corriendo a través de living, pero se detiene abruptamente en la entrada del mismo cuando siente una punzada y un líquido deslizándose por su espalda, podía sentir el grosor de la cuchilla incrustada en ella.


Un gemido de dolor sale de entre sus labios y da una rápida mirada hacia atrás, el hombre continuaba mirándola.


Cila regresa la mirada hacia el frente y finalmente cruza la puerta para seguidamente correr lo más rápido que podía hasta la siguiente casa, pero se encontraba en completa oscuridad y comenzaba a debilitarse.


Gira la mirada hacia atrás y corre con más rapidez al notar que el hombre iba tras ella en medio de la tormenta.


Y a mitad de camino, vuelve a detenerse al sentir el filo de otra cuchilla atravesando su espalda.


Cila cae de rodillas, mientras que el líquido rojo se desliza hasta caer al suelo.

El hombre consigue alcanzarla y toma ambas cuchillas para seguidamente extraerla de su espalda y la sangre comienza a fluir con más rapidez.


Toma a Cila del cabello y nuevamente la arrastra hacia el interior de la vivienda mientras un rastro de sangre quedaba tras ellos.


Y luego de veintinueve apuñaladas más, el hombre toma una roca del exterior, la cual estampa repetidamente en el rostro de la mujer hasta que su rostro queda completamente irreconocible y un gran charco de sangre se formaba a su alrededor.


...




7 de Diciembre de 2022 a las 16:38 1 Reporte Insertar Seguir historia
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Marco Campos Marco Campos
Muy bien avanza la trama.
February 10, 2023, 11:39
~

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