Te quiero, fue lo último que escuché de sus labios.
Andrés se marchó, para no volver jamás. Junto a él he vivido la historia de amor, más maravillosa de mi vida. El amor surgió, hace tres años, en las fiestas de la ciudad.
Sonaba un tango de fondo, su mirada desafiante, se dirigía hacia mí con descaro, se me acercó, y me pidió bailar. Sin pensar que era un desconocido, acepté.
Y bailamos, como si no hubiese un mañana. En ese momento, estaba flotando, lo único que deseaba, es que esta noche no acabase jamás.
La canción finalizó, y separamos nuestros cuerpos. No hablamos, sólo nos miramos, inmóviles, el tiempo se ha detenido por un momento.
El ruido de un claxon, hizo que volviese a la realidad, mi amiga Rosario me estaba llamando a gritos para que nos marchásemos. Me fui corriendo, pero él me siguió y me agarró del brazo suavemente. Me dijo que esta noche no podía acabar así, Yo también deseaba quedarme a su lado .Y eso hice, y ese fue el comienzo de nuestra relación.
A los 6 meses decidimos irnos a vivir juntos, éramos muy felices, era muy detallista y cariñoso. Pero con el paso del tiempo, él empezó a cambiar.
Ya no estaba tan atento, a veces se ausentaba varios días, por motivos de trabajo, pero cada vez era más frecuente, al igual que sus cambios de humor.
Yo lo amaba infinitamente, y por eso no quería dar importancia a este cambio de actitud, estaba ciega de amor.
Era mi cumpleaños, las 20.00h de la tarde, Andrés no había vuelto a casa, estaba enfurecida, así que le llamé por teléfono y solté toda mi irá. Me colgó, e intenté contactar con él, pero la línea estaba ocupada.
A las 22.00h de la noche, la puerta de casa se abrió. Andrés estaba borracho, ni siquiera me miró, se fue a la habitación, se tumbó en la cama, y en menos de un minuto estaba roncando.
No pude dormir en toda la noche, ¿tan poco le importaba? Tenía el corazón roto en mil pedazos.
Aunque me costaba admitirlo, lo nuestro se había acabado, no hacía falta palabras, era evidente.
A la mañana siguiente, se disculpó por lo sucedido el día anterior, me prometió que no volvería a suceder, y que lo compensaría.
Durante una semana, parecía que habíamos hecho un retroceso en el tiempo, estábamos como cuando empezamos a salir.
Pero duró poco, y la convivencia se empezó a hacer insoportable.
Eran las 9.00h de la mañana, del 6 de agosto, yo estaba en la cocina desayunando, Andrés entró con una maleta, que por su dimensión, no era para irse un fin de semana.
Me besó los labios, y abrió la puerta. Le dije que bailase conmigo, aquel tango que escuchamos cuando nos conocimos .Andrés soltó la maleta y nos pusimos a bailar, todos los recuerdos afloraron en mi mente, y no pude evitar que las lágrimas resbalasen por mi rostro, no sé si por alegría o por añoranza.
En uno de los giros, me quedé de espalda a él, mi mirada se quedó fijada en el cuchillo que estaba encima de la mesa, lo cogí, me di la vuelta, y se lo clavé en el pecho. Pero seguimos bailando, y con cada movimiento, el cuchillo entraba y salía de su cuerpo.
Cuando acabó la canción, Andrés no se mantenía en pié, el suelo estaba ensangrentado
Él se quedó mirándome fijamente, con esa mirada seductora que siempre tuvo,
me abrazó, se acercó al oído y me dijo: Te quiero.
Gracias por leer!
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