Esperas tiempos mejores desde que recuerdas, esos momentos nunca llegaron, ahora ahogada entre llantos juras a esa deidad oculta en algún rincón que no volverás a sentir, lo juras por tu vida pero, tu vida a quién le importa, ni siquiera a ti te importa acabas de jurar por ella. Envuelves a tu corazón en una dura coraza de metal, olvidas la llave de la cerradura en algún lugar; sería fácil perderla pero, después en que te convertirías, dejarías de ser humana, solo serás una sombra abatida por cualquier rayo de luz.
Siempre desde entonces escapó, impidió ese acercamiento natural entre hombres y mujeres, no quería sentir, no podía, se volvería débil y este mundo no es para débiles. Corrió cuanto sus pies le permitieron, allí estaba ella en lo más profundo de un bosque, sola, no lloró, solo gritó cuanto quiso, no sabía lo que hacía, tampoco se detuvo a pensar, durmió, al despertar era otra, sin alma vagó por los alrededores, ahora su corazón era de piedra; duro y fragmentado.
La esperanza se había ido a otra parte, para ella solo quedaba la muerte, para el amor no quedaba lugar alguno en ningún rincón de su ser, por primera vez pudo sostener sus palabras, no sentiría nunca más.
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