Rajemos sin vanguardia alguna,
Las inmorales historias de mochilas descosidas,
donde la sangre sometida logre detonar
la granada marginal de incontables relatos
ausentes de butacas y tarimas.
¡Cartelera disfrazada, en la avenida del que manda!
¿Cuenta regresiva?
Esta vez no como película de obscenos presupuestos,
Sino, como grito de estallidos sinceros,
En donde la cálida brisa de la explosión sepulte el humilde relato,
narraciones ausentes de la sustancial firma
de la oficina veinticinco del cuarto piso.
En realidad, ¿a quién chucha le importa?
¡Nos toca a ahora!
Cinco
Cuatro
Tres
Dos
Uno
Que nuestra caca decore la hipocresía del papel tapiz recién importado,
ornamentando la serenidad de sus veredas,
de aquellos relatos tapados por falsos colores,
entre charcos rojos de una hemorragia que grita al viento
y un corazón que busca seguir escribiendo.
Fuego al cuarto piso
Gracias por leer!
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