Quién pensaría que mi primer y último amor lo conocí en la UCI del Hospital Universitario. Eran días de debilidad debido a mi estado crítico de salud que obligaron a internarme en la UTI y luego pasar a la UCI debido a un choque séptico.
Minutos antes de verme sometida como paciente de gravedad en la UCI, durante el trayecto a la unidad y yo en camilla mientras el personal médico luchaba por mi vida, vi a lo lejos una silueta.Una silueta alta, de hombros anchos y una sonrisa encantadora. Fue lo último que alcancé a divisar antes de caer en un sueño profundo.
Y en aquel sueño estaba él.
Sonriéndome.
Solo podía ver aquella sonrisa. Las demás facciones de su rostro estaban borrosas. No podía ver nada más.
-Solo veo tu sonrisa. ¿Por qué no puedo verte? -pregunté.
-Pronto podrás verme -sonrió- Pronto.
Y así fue: desperté, pero vi mi propio cuerpo inerte en la cama del hospital. No habían signos vitales. Era simplemente yo, sin vida en la camilla del hospital. Una gran cantidad de doctores y enfermeras rodeaban mi cuerpo hasta que el doctor confirmó mi causa de desceso: falla multiórganica.
Detrás de aquel doctor se encontraba la silueta que segundos antes vi en mi sueño. Y antes de morir.
Ya no lo veía borroso. El muchacho era alto, hombros anchos, además de su sonrisa encantadora, poseía unos ojos negros tan profundos que pensé que no era humano.
Y así fue.
-Te estaba esperando -sonrió con un estrechón de manos- soy la muerte.
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