Cuento corto
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Capítulo único


Una mañana, en los campos de flores silvestres en un gran valle, brotó una entre las cientos de florecillas que solían embellecer la amplia tierra. Era la hija de una estrella que quiso saber lo que era perder su luz, quiso probar la oscuridad así es que se arrojó y quedó enterrada, envuelta por la negrura. La estrella, como estrella, murió. Al cabo de un tiempo en ese mismo lugar se asomó tímidamente una florecilla. Ella era brillante, sus pétalos irradiaban luz propia. Y es que cuando la estrella cayó ella era apenas una semilla y adquirió la luz de la nativa del cielo.

La florecilla era feliz, estaba rodeada de sus semejantes risueñas. Todas reían por las caricias del viento.

Se fue la primavera para dar paso al verano y a este le continuó el otoño. Todas las flores se despedían una a una del valle. Para siempre. Fue cuando a la florecilla las preguntas llegaron a asaltarle el corazón a medida que la afonía del valle se reiteraba cada día más. ¿Por qué sus hermanas se fueron? Ninguna más volvería. El viento ya no era tan amable con sus pétalos. ¿Por qué seguía viva? Deseaba ir con sus hermanas.

Como era de esperarse llegó el invierno y el frío le hizo cerrar sus pétalos y mirar al suelo, hacia donde nunca había mirado. Se encogió en sí y pudo ver la oscuridad por la que la estrella perdió el cielo cuando se le ocurrió mirar hacia sí misma. Se adentró y se adentró en la lobreguez tan parecida al viento que la helaba hasta que halló al abismo. ¡Desde su nacimiento ha estado ahí! ¿Cómo la estrella se pudo atrevido a amar a semejante vacío? Lo amó tanto que decidió perderlo todo, perderse a ella; tanto que eligió morir para llegar a él.

— ¡Madre! — Reprochó. — Madre, ¿por qué me heredaste este terrible agujero? Lo odio, — Lloró — lo odio con todo lo que soy — Sus propias palabras resonaron en ella, una y otra vez el eco de «todo lo que soy» reverberó ahí dentro. La estrella le heredó su luz para que pueda encontrar en sus recuerdos al cielo, pero ella estaba debajo de la tierra, dentro de un agujero, y fue ese agujero el que le dio nutrientes, y el que le da sustento, y la abrigó hasta que ella fuera capaz de salir por sí misma y mirar a las estrellas. Siempre le ha amado y siempre su profundo amor la tendrá anclada a la tierra para que ella mire todos los días hacia la inmensidad del hogar de su antepasado.

Las estaciones no son perennes, y el invierno se marchó invitando a la primavera a tomar su turno una vez más. Con ella nuevas flores brotaron, bostezando felices y risueñas, para reír juntas una vez más. Ahora la de pétalos brillantes puede amar sin condiciones, y ríe nuevamente con sus hermanas.

26 de Junio de 2022 a las 23:32 0 Reporte Insertar Seguir historia
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