Aun no me recupero de esos pensamientos salvajes, de esa noche lluviosa, tocando un cuerpo que no es mio, en una noche que no soy yo, son aquellos destellos de poder que emana la belleza.
Sus pensamientos corruptos vienen hacia mi con una mirada al acecho,
tiene ganas de que conozca su mundo oscuro, de lo que es capaz cuando nadie le puede reconocer bajo las luces parpadeantes. Sé lo que se avecina, estoy preparada para las batallas y el sexo es un duelo de poder.
«Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo». Napoleón Bonaparte. Fue la primera y ultima vez que le vi, ahora ese sitio me traerá recuerdos de otra batalla ganada. Una batalla sin causa, sin enemigos, sin una razón especial, como toda buena batalla. Mi juventud hace de que las decepciones no sean profundas, porque hay edades en donde es permitido aliviar el dolor con pasión.
Sobre dolor y pasión, me pregunto si ha recuperado las ganas de amar, sí es que alguna vez las ha tenido, de los rumores tras un corazón sin dueño, porque yo aún sigo enferma y mi remedio es olvidar, olvidar a aquellos que se sentían compenetrados con una idea estrafalaria del amor. O quizá ya no tengamos cura.
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