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"Jungkook a ojos de los demás era un completo angelito. Y a sus casi 20's, estaba harto de eso". - escenas +18 -friends to lovers -4,000+ palabras. - pjm top & jjk bottom ▶Nota: Esta publicación es un respaldo de mi historia publicada en wttpad bajo el usuario de jikoomuseum debido a que mi cuenta principal con la que compartía este usuario (jimstop) fue eliminado de la plataforma. Esta historia es la número nueve en mi antología titulada: A-1: C-S, J&K VERS.


Fanfiction Bandas/Cantantes Sólo para mayores de 18. © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

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Corrupción

—¿Puedes creer que mi madre insiste en que traiga a mi novia?— dijo Jungkook. Había algo entre asombro y burla en su voz. Jimin pudo fácilmente imaginarlo tirado en su cama, mirando hacia el techo con el celular en mano, al igual que él.

—¿Tienes novia? No me lo dijiste...— contestó, aunque sabía la respuesta.

—No Hyung, no tengo novia, ¿te estás burlando de mí?— dijo el otro chico.

—Para nada. Sigue con tu queja.

Para Jimin era divertido escuchar al angelito de todo la universidad despotricar contra sus padres, y es que para todos era difícil imaginar a Jeon Jungkook maldiciendo y quejarse de todo en general, pero así era él y sólo aquellos que realmente fueran cercanos lo sabrían, porque detrás de ese inigualable brillo en los ojos, había una rebeldía en espera de explotar, salir y quemar a todo el mundo alrededor.

—Mi madre quiere que me ponga sus estúpidos abrigos tejidos que ni siquiera me quedan bien y mi padre quiere que tome otra clase avanzada de inglés para el próximo semestre. Mi abuela me preguntó si era cierto que iría la otra semana para participar en el coro de su iglesia, que mi madre le había dicho, ¿puedes creerlo?

—¿La otra semana? Pero... teníamos planes...

—¡Lo sé! ¡Se lo dije, mi madre sabía!

—Realmente te quiere lejos de mí Kook-ah. Tal vez no fue buena idea decirles.

—No lo entiendo, antes no eran así. No es justo.

Jimin se mordió el labio, pensativo.

—Bueno, es normal supongo. Ellos me conocieron siendo el chico bueno, ahora... ni siquiera me responden el saludo, ¿te lo dije no?

Ahora fue turno de Jungkook de morderse el labio, Jimin casi podía escucharlo.

—¿No? Bueno... no me acuerdo Hyung.

—Fue la vez que me los encontré justo en la caja del supermercado, los saludé y ellos me ignoraron. Llevaba los piercing puestos y maquillaje, junto con el gorro que me regalaste, casi salen corriendo, lo bueno que no vieron mi cabello.

La risa de Jungkook fue irónica.

—¿Es que piensan que seremos los mismos niños de cuando teníamos cinco? ¡Voy a cumplir veinte y ellos siguen pidiéndome que deje la puerta abierta cuando Taehyung viene a jugar videojuegos o a estudiar! ¿¡Qué si quiero que me parta el culo o me meta la lengua!?— gritó.

—Pensé que esas cosas las harías sólo conmigo...— dijo Jimin con voz baja, tranquila y pausada.

Ambos rieron a través del teléfono, pero Jimin escuchó ese gritito de sorpresa que Jungkook hacía cada vez que le insinuaba algo sexual, se le hacía divertido y tierno.

—Aún no se como decirles que me gustaría chupar un... a un par de... ¿cómo... lo hiciste tú... Hyung?

—Realmente nunca lo he hecho, pero creo que lo saben de todas maneras. Chicos y chicas han venido a preguntar por mí a casa, y bueno, yo nunca traigo a nadie, lo sabes.

La decepción en la voz de Jimin era clara. No entendía cómo era que el chico que prácticamente vivía en su cabeza todo el tiempo no se daba cuenta de las indirectas que le daba.

—Excepto yo...— dijo Jungkook, sopesando su propia respuesta.

—Sí, excepto tú— Jimin se sentó en la cama, mirando hacia la ventana que deba justo enfrente a la casa de Jungkook, específicamente hacia la habitación del otro chico.

—¿Qué piensan tus padres de eso?

—¿De qué? ¿De que vives casi todo el tiempo en mi habitación cuando no están tus padres?

Jimin vio al chico abrir su ventana, estaba sin camisa, el sol iluminando su torso y toda su musculatura recién trabajada, volviéndola dorada y brillante por el sol. Lo vio sonreír dulcemente y revolver su cabello como lo hacía cuando estaba apenado, le encantaba.

—Sí Hyung, cuéntame...— el chico se sentó en el alfeizar, una pierna colgando por fuera mientras veía a la calle. Hablaba en tono lindo, se hacía el lindo.

«Fue una buena idea haberle mentido sobre no estar en casa», pensó Jimin, luego suspiró antes de hablar.

—Namjoon siempre me pregunta si ya eres mi novio cada vez que viene de visita. Cuando te vas después de ver películas o te ayudo con tu tarea mi madre sube y pasea por la habitación, olisquea, literalmente... y mi padre... bueno, llega después que mamá y empieza a decirme que si soy consiente de que el sexo anti-natural es un pecado, y que aunque Jesucristo ama al pecador, es nuestro deber huir de las tentaciones.

—Vaya...

—¿Eso es todo lo que dirás?

Jimin veía la manera en la que Jungkook sonreía, era una sonrisa nueva, casi enloquecedora para su corazón: coquetería pura.

—¿Ellos piensan que nos acostamos?— dijo Jungkook en un volumen apenas entendible.

—¿Tus padres creen que soy la mala influencia?

Touché— dijo Jungkook—. Sigo creyendo que es injusto lo que están haciendo, ¿crees que si me voy a vivir a otro lado me dejen en paz?

—Yo lo intenté, pero prácticamente me dijeron que si no es por mi boda, entonces no me puedo ir a ningún lado... cómo si no fuera mayor de edad...— ahora era turno de Jimin de bufar, recordar aquello lo ponía de malas—. Ellos siguen pretendiendo que somos la familia perfecta, como si mi madre no supiera que mi padre la engaña y que Namjoon es sólo mi medio hermano.

—¿Cómo fue que él se salió de casa?

—Mi hermano el genio ganó una beca en Seúl, por eso se fue. Aún así mis padres le controlan las tarjetas, por eso yo no uso las mías, es más, todo el dinero lo estoy ahorrando a otra cuenta, de ahí es de donde saco dinero. Estoy buscando un departamento y una beca de traslado para Seúl, tengo buen promedio, me la tienen que dar.

—¿Te irías? ¿Sin mí?

Jimin, desde su habitación y oculto entre sus cortinas, observaba a Jungkook, quien ahora estaba de pie, casi había brincado desde donde estaba y miraba por todos lados mientras se limpiaba el rostro, podía ver cómo incluso le costaba respirar. Aquello era nuevo, y aunque enterneció a su corazón, su diablillo interior le pedía jugar un poco aunque sabía que nunca podría ser cruel con Jungkookie, su pequeño angelito.

—No lo sé Kook. He estado toda mi vida a tu lado, quizá un cambio de aires no me haga mal. Después de todo, sé que Tae te cuidará bien, es un buen chico, demasiado, así que no esperes que te rompa.

Jungkook se tomó su tiempo en responder, parecía aturdido.

—Tengo que colgar. La conferencia es en media hora y tengo que quedarme en la fiesta de la facultad para el discurso. Mis padres tendrán culto en casa, quieren que esté aquí, en literalmente, quince minutos después de que diga mi discurso, saldré corriendo de ahí.

Jungkook colgó y se metió a su habitación, se vistió con su camisa blanca de manga larga, se peinó pulcramente sin ningún cabello de fuera, lentes trasparentes y colonia, incluso tenía puesta una corbata. Se veía precioso e inigualable. Jimin lo vio salir de su casa y suspiró. Estaba tan enamorado.

Un poco más tarde, Jungkook corría prácticamente por toda la universidad, era una ventaja que fuera atlético y tuviera buena condición. Llegó al edificio apenas con unos minutos extras para recuperar el aliento y arreglar su ropa. Su carpeta con el discurso parecía pesar cien kilos aunque fuera una hoja que se sabía de memoria.

—¿Listo?— preguntó una de las profesoras. Jungkook asintió—. Bien, te presentaré y podrás tomar lugar en el atril.

—Claro.

Jungkook dio unas respiraciones rápidas antes de salir a escena. Dio su discurso sobre el honor, la responsabilidad y entre líneas, referencias a la castidad y abstinencia para los chicos de nuevo ingreso a la universidad. Su mente no estaba con él, sino pensaba en el campamento al que probablemente no iría y al que se moría por ir.

Cuando la maestra que lo presentó apareció a su lado y escuchó los aplausos, dio una reverencia rápida y se marchó, saludó a algunos alumnos y maestros que le sonreían por alguna razón para después salir de esa sala y correr de nuevo.

Tan pronto como salió, las luces de un auto encendido lo cegaron, siguió corriendo, sabía la arquitectura de la escuela y todos sus atajos con excelencia, por lo que se metió a un callejón que estaba justo entre los edificios de dos facultades y miró la hora, tenía diez minutos para llegar a casa, pero la escuela estaba a casi media hora.

—Mierda...— soltó al aire.

Era tan frustrante para él vivir de ese modo, siempre corriendo, siempre sonriendo, siempre siendo perfecto, y aunque sabía que por esas cualidades muchas personas lo tenían en alta estima, él también quería poder descansar, parar e incluso llorar, que era lo que hacía en ese momento mientras salía del callejón. Sabía que de todas maneras sus padres le llamarían la atención por llegar tarde a escuchar la palabra del Creador, lo sabía tan bien como la razón por la que sus padres no lo habían dejado ir al campamento, porque iría Jimin.

Al menos, si llegaba tarde, llegaría desahogado.

—¿Te llevo, guapo?— Jungkook rio porque conocía la voz—. Hey, ¿estás bien?— Jimin lo detuvo y lo abrazó tan rápido como vio el destello de las lágrimas.

Jungkook negó mientras estaba en los brazos de Jimin.

—Estoy cansado, no quiero volver a esa casa nunca más— el chico lloraba en el hombro de su mejor amigo. Jimin lo sujetaba con fuerza de la cintura mientras lo guiaba a su auto.

—¿Quieres que te lleve o te llevo a otro lado? Puedes quedarte conmigo, o mejor con Taehyung, con él no tendrías problemas, ¿verdad?

—¡Voy a cumplir veinte años y ni siquiera puedo quedarme a dormir con mis amigos! ¡Estoy harto! ¡Los odio! ¡No soy un jodido bebé!

El chico realmente estaba teniendo un quiebre en ese momento, Jimin jamás lo había visto así, pero conocía el sentimiento, él había pasado por eso no hacía mucho tiempo y el único que había estado con él había sido Jungkook, fue entonces cuando habían planeado el campamento: unos días lejos de sus padres en los que pudieran relajarse un poco, sin escuchar las pretensiones de los mayores, las constantes críticas e incluso comparaciones con los hijos de sus amigos feligreses.

Jimin abrazó a Jungkook porque era lo único que podía hacer, aunque se muriera de ganas por besarlo, no era la manera ni el momento. Se quedaron en el estacionamiento de la universidad un rato, prácticamente acurrucados en el sillón de atrás hasta que el menor estuvo más tranquilo.

—Hyung, me gusta tu cabello.

—¿Sí? Mis padres me dejaron de hablar por tres días, pero parece que ya se les pasó.

—El rosa te queda bien, te ves tierno— y aquello hizo a Jimin sonrojar.

—Los alumnos con promedios arriba de nueve exentarán los exámenes finales, la página de alumnos de la universidad se actualizó ayer, mañana deben estar listas las ligas de conexión para aquellos que presenten exámenes, linda tarde muchachos— se despidió la profesora al día siguiente, dando por finalizada la reunión por Meet.

Jimin entró a la página y claramente vio el "exento" con letras rojas a un lado de su nombre. Tenía dos semanas libres antes de salir formalmente de vacaciones. Estaba festejando frente a su escritorio cuando recibió una llamada de Jungkook.

—¡Exenté!— dijo tan pronto Jimin contestó, no se escuchaba tan animado. Aquello lo preocupó.

—¿Estás bien? ¿Qué te dijeron? Se sincero conmigo...—una palabra casi se desliza de sus labios.

Y el chico empezó a sollozar.

—Mi padre me regañó porque llorar no es de hombres, por llegar media hora tarde y con el traje arrugado. Mi madre me hizo rezar tres horas seguidas a su lado, hincado. Me mandaron a dormir sin haber cenado, intenté hablarles sobre mi discurso esta mañana y que a todos les había gustado y no me dijeron nada, siento que con nada los tengo contentos, no es justo, estoy tan cansado de vivir aquí. En las noches... puedo... escucharlos discutir.

Jimin se sentía mal por él, pero no había mucho que hacer, así que sin pensarlo, llevó a cabo lo poco que podía, los riesgos no importaban mucho cuando sabía a lo que se atenía, y mucho menos cuando se trataba de Jungkook.

—Iré para allá, Kook no me gusta que estés así y mucho menos solo.

—¡No! Mi mamá va a venir pronto y creo que tendrán una cena con amigos... Hyung...

—No me importa. A ellos no les importa destruir nuestros planes, no deberíamos tener consideración por los suyos, iré rápido.

Jimin colgó, dejando con la palabra a Jungkook. Tomó su celular, una pequeña maleta y salió de su casa. Sus padres se estaban arreglando, ahora sabía para qué.

Él también estaba harto de vivir como si fuera un muñeco al que pudieran vestir, manipular y controlar en cada aspecto de su vida, cuando empezó a negarse, sus padres le prohibieron todo. No hizo caso a nada. Sabía que lo más extremo que podían hacer sus padres sería enviarlo a otra ciudad, pero eso sería más que nada un regalo, sabía que con Jungkook sería lo mismo. Sus padres tenían la misma manera de pensar, el mismo círculo social, los mismos métodos. Eran iguales, así que sin mucho pensarlo, entró a la casa Jeon sin tocar y fue directo a la habitación de Jungkook en silencio.

—¡Hyung, estás loco! ¡No quiero más problemas!— dijo Jungkook en cuanto lo vió en su cuarto, tenía los ojos rojos, incluso estaba pálido.

—Ven aquí, se que quieres que te abrace...— dijo Jimin, abriendo sus brazos y dejando caer la maleta.

Jungkook corrió hasta él. Jimin lo envolvió. Fueron a la cama. Jungkook estaba escondido en el pecho de Jimin mientras el mayor acariciaba su cabello.

—Mis padres llegarán en cualquier momento...— susurró Jungkook.

—Los míos también— dijo Jimin.

—¿Es una mierda, no crees?

—¿Qué cosa?— dijo Jimin. La puerta de abajo sonó.

—Que nos regañen por cualquier cosa aunque no sea mala— Jimin no respondió, pero sintió tensarse a su amigo cuando escuchó que alguien subía las escaleras, el chico se apretaba más al cuerpo de Jimin.

—¡Mujer, ven aquí! ¡Los invitados están llegando!— era la inconfundible voz del señor Jeon y la mujer, como buena esposa, acató la orden de su marido.

—Kook, estás temblando...

—Es el frío.

—Jungkook, el día está soleado...

El chico no respondió, pero puso su cabeza sobre el pecho de Jimin, de tal manera que podía escuchar los latidos acompasados del mayor, estaban en silencio, con tal de que no fueran descubiertos.

—No es justo que me prohíban verte cuando no hacemos nada malo.

—Tal vez tenemos que empezar a hacerlo para que ahora sí tengan verdaderas razones...— dijo Jimin, de manera impulsiva.

—Hyung...— dijo en voz bajita Jungkook, tímido.

—¿Sí?

—Quiero hacerlo— soltó de repente.

—¿Hacer qué?— dijo Jimin, confundido.

—Quiero... hacerlo contigo...— dijo Jungkook, ligeramente sonrojado, sin mirarlo, aun acostado casi sobre él—. No sé porque mis padres me ponen tantas trabas cuando se trata de ti, pero estoy harto, si me van a castigar de verdad, entonces quiero que valga la pena.

Aquello llenó de orgullo el pecho de Jimin, su pequeño niño estaba empezando a tomar valor.

—¿Me usarás como tu juguete sexual?— dijo el mayor, sólo para fastidiar.

—Uh, no, me gustaría que tú me usaras a mí...

El chico ahora miraba a Jimin, pero seguía sobre él. Le sonreía igual que cuando estaban hablando por teléfono y Jimin lo espiaba por el balcón, coqueto, sin máscaras.

—Kook, aunque me muera de ganas por hacer tu maravilloso cuerpo mío...— Jungkook había tomado la audacia para sentarse en el regazo de Jimin—. Quiero que sea porque realmente lo quieras, no por hacer enojar a tus padres.

—¿Quién dijo que no lo quiero?

Jimin no sabía como responder a eso.

—Te he dicho que me gustan las pollas, y a ti te encanta joderme con tus bromas, esta vez quiero que me jodas de verdad...— el chico se sacó la camisa de un sólo tirón.

—No quiero que esto cambie las cosas entre nosotros, Jungkookie.

—No las cambiará, lo hará mucho mejor...— y entonces lo besó mientras metía las manos bajo la camiseta de Jimin y acariciaba su torso.

El mayor no se iba a negar, era lo que deseaba desde hace mucho tiempo, por lo que tranquilamente le siguió el juego a su amigo pelinegro, lo besaba lento, lo exploraba con cuidado, moviendo la cabeza lentamente, al igual que sus manos que bajaban hasta el botón de su pantalón.

—Tú realmente quieres esto, ehm...— dijo Jimin, cuando se separaron y el menor le sacó la camiseta negra que llevaba puesta.

—Claro que sí, ¿tú no?— dijo Jungkook, jugueteando y sonriendo—. Tendrás que tener cuidado, no lo he hecho con nadie.

Jimin sonrió ante eso.

—Jungkookie, no puedes jugar al virgen, sé que te has metido los dedos, siempre te olvidas de cerrar las cortinas.

Jungkook se sonrojó, pero sonrió mientras Jimin metía sus manos dentro del short corto de pijama que llevaba puesto.

—Entonces házmelo bien, no me importa si ellos escuchan, seguirán fingiendo de todas maneras.

—Lo que pidas, angelito.

Jungkook se puso de pie para quitarse la ropa restante, Jimin hizo lo mismo.

El hecho de ver al otro completamente desnudo, les instauró la pequeñísima pero potente llama del deseo en los vientres.

—Ven Kookie, siéntate como estabas, quiero probar algo contigo.

El nombrado no lo pensó dos veces.

—Oh Dios...— susurró el menor.

—Sí, ese soy yo...— dijo Jimin, mientras le susurraba en el oído—. Ya que te gusta jugar con tu entrada, voy a dilatarte, ¿bien? No hay lubricante, así que usaré saliva, puede doler más.

—No importa, me gusta así...— dijo Jungkook. Jimin sonrió.

—Bien, entonces, abre la boca...— Jimin puso su dedo pulgar en los labios delgados de Jungkook, este, sin descaro alguno lo chupó cerrando los ojos. Aquel movimiento hipnotizó a Jimin, su entrega era total a esa pequeña acción, lo calentó al punto de empezar a endurecer su miembro mientras añadía más dedos a la boca de Jungkook hasta tener tres.

—Tú... Hyung... se siente enorme debajo de mí...

—Vaya, no está tan apretado como pensé, ¿jugaste contigo esta mañana?

Jungkook asintió lentamente. Respiraba con dificultad.

—Pon el otro hyung, no... no es su-suficiente.

—Eres tan codicioso, ¿no es así?— Jimin besó un pezón de Jungkook. El peli-rosa miró cómo el menor abrió la boca tras sentir el contacto en su pecho y la invasión en su culo, se arqueaba para tener más contacto en ambas partes.

—Más hyung, por favor, ¡quiero más!

Jimin empezó a mover sus dedos lentamente de adentro hacia afuera mientras seguía besando el pezón de Jungkook. Le gustaba ver sus expresiones faciales, hacía que su miembro se endureciera y chocara con la del menor, que de apoco también había despertado hasta chocar con su vientre. Jeon empezó a moverse, por lo que Jimin movió sus dedos para expandirlo.

—¿Más? ¿Estás listo?

—Sí, por favor, te quiero dentro, estoy tan cansado de los dedos— admitió Jungkook.

Sin sacar los dedos, Jimin empezó a introducir su miembro para después sacar lentamente sus falanges del cuerpo del chico.

—Oh sí, se siente tan bien hyung, tan bien, me encanta, amo esto, amo tu polla...— decía Jungkook sobre los labios de Jimin, para después besarlo con rapidez y dureza.

El pelinegro se movía sobre Jimin, de adelante hacia atrás creando un ritmo lento mientras que los besos eran rápidos y erráticos. Jeon se sujetaba de los hombros de Park mientras movía sus caderas con una fuerza que no sabía que poseía, Jimin sonreía sobre sus labios cada vez que lo escuchaba gemir o lo veía rodar los ojos. Jungkook estaba tan inmerso en su burbuja de placer que se sujetaba el pelo así mismo y apretaba sus pezones, él estaba haciendo todo el trabajo, era caliente a ojos de Jimin: la trasformación del pequeño angelito de la universidad a ese pequeño diablillo que lo montaba con excelencia.

—Me tomas tan bien, como todo un profesional, sigue así cielo, tú puedes.

—Jimin, Jimin, Jimin...— decía en voz baja—. Quiero más, por favor, Minie... muévete para mí...

—¿Quieres que ellos escuchen, verdad?

—Oh sí, quiero que... tu... ¡se siente tan bien!— el chico seguía brincando sobre el regazo de Jimin y se movía para diferentes direcciones con tal de sentir más placer.

—Ponte de pie, tengo una idea.

—Pero...ya casi, ya casi, ¡Jiminie!— dió una estocada rápida y profunda al interior de Jungkook que le hizo temblar las piernas de manera literal.

—Arriba bebé— le dijo mientras apretaba uno de sus glúteos con fuerza para después morder un pectoral.

Jungkook se puso de pie aun con las piernas temblorosas y los ojos cerrados, estaba ido por el casi orgasmo, él sólo quería seguir montando aquella asombrosa polla. Jimin no tardó en ponerse de pie detrás del otro chico, sin embargo, hizo algo que sorprendió de sobremanera al pelinegro.

—Hyung...— dijo con sorpresa.

Jimin lo tomó por el pelo y lo apretó ligeramente, empujando hacia abajo, para que se pusiera de rodillas frente a él. El miembro del peli-rosa estaba perfectamente erguido y un poco goteante, haciendo que se le hiciera agua la boca. Jimin meneo sus caderas un poco, lo suficiente para que su miembro se meciera de igual manera.

—Adelante, puedes chupar sólo un poco, quiero estar dentro de ti, Ángel.

Jungkook nunca había hecho una felación, por lo que simplemente se deleito sintiendo el miembro palpitante y caliente en su boca, tenía los ojos cerrados para disfrutar de esa sensación nueva, se sorprendió a sí mismo cuando gimió de manera clara por el agarre de Jimin sobre su cabello de nuevo, esta vez con la fuerza suficiente para alejarlo de su polla.

—Tan necesitado de mi, Kookie... Te lo haré como tanto quieres, ¿sí?— dijo mientras acercaba su cadera y miembro hasta Jungkook, seguía agachado, con la cabeza hacia atrás y la boca abierta mientras el miembro rosáceo chocaba contra sus mejillas y dientes—. Sobre la orilla de la cama, mantén tu bonito trasero en la orilla.

El menor lo hizo, apoyando su estómago sobre la cama, y sus rodillas sobre el suelo.

—Hyung, por favor, dámelo...— gimoteaba Jungkook.

Jimin se acercó. Jeon, a pesar de saber de sobra que era más alto que el peli-rosa, nunca se había sentido tan pequeño en su vida, sentía el miembro de Jimin jugar en la separación de sus glúteos y aquello le daba escalofríos. La posición hacía que apretara su polla, así que la fricción que tenía con sus sábanas era tanto dolorosa como placentera.

—Tienes que hablar para mí...

—Lo haré hyung, ¡ah, sí, joder! — dijo Jungkook al sentir la primera estocada.

—¿Te gusta?

—Se siente mucho mejor, ¡sí, sí, sí!

Jimin tenía las rodillas apoyadas en la orilla de la cama, estaba sobre Jungkook, introducía su miembro rápido y duro dentro del otro chico, trataba de ser cuidadoso para no lastimarlo pero parecía que al otro no le importaba mucho, a Jimin le calentaba más escuchar a Jungkook maldecir y gemir que el mismo acto sexual.

—Vamos bebé, un poco más, lo estas haciendo muy bien, abre más esas piernas...

—No puedo, es muy fuerte, ¡ah! ¡Por favor!

Jungkook seguía repitiendo el nombre de Jimin fuerte y claro, casi gritando, el menor trataba de juntar las rodillas debido a la sensación orgásmica que lo invadía, no podía controlar su propio cuerpo, así que Jimin lo hizo. De un solo movimiento subió a Jungkook a la cama y separó sus piernas con sus pies metiéndolos debajo de sus tobillos mientras Jeon estiraba sus glúteos firmes para sentir con más profundidad el miembro.

—Me recibes tan bien, te encanta, ¿no es así? Que ellos escuchen como gimes y gritas mi nombre, mi pequeño angelito...— dijo Jimin mientras daba duras estocadas. Jungkook gemía cada vez más alto, como si cantara una nota sostenida.

—¡Sí, sí! ¡Minie! ¡Mgh!

En ese punto ninguno de los dos podía resistir mucho más. Jimin era una mezcla de suspiros pesados y respiraciones agitadas mientras Jungkook lanzaba gemidos ruidosos que hacían que el mayor no pudiera parar en su trabajo. Ambos se corrieron de una manera explosiva. Jimin salió del interior de Jungkook desparramando su esperma mientras se apoyaba en él para luego caer a un lado del menor, quien volteó a verlo con una sonrisa y los ojos casi cerrados, parecía drogado. Estaban felices, pero los toques furiosos en la puerta decían otra cosa.

Los jóvenes en la habitación se besaron una vez más por varios segundos, Jimin le hizo un chupetón a Jungkook en el cuello, justo en sobre su lunar y el pelinegro en su clavícula.

—¡Jeon Jungkook abre la puerta!— era su madre.

—Te limpiaré espera...

—No, no me importa que me vea así— dijo aun entre los brazos del otro chico—. Vístete y sal por la puerta de adelante, me importa un carajo lo que pase.

—Me tienes, no lo olvides— Jimin le dio un beso rápido en la nariz—. Puedes entrar por mi ventana si te quitan el teléfono.

Jungkook asintió, Jimin lo tapó bien y se puso los pantalones antes de salir, cuando abrió la puerta, la madre de Jungkook estaba ahí, al igual que la de él.

—Hola madre, te veo en casa— dijo como si nada, poniéndose la camisa frente a las señoras.

Cuando estas entraron, claramente vieron a Jungkook dormido entre las sábanas, la habitación olía a sudor y a otra cosa.

El joven pelinegro tenía una sonrisa enorme en el rostro.

En el piso de abajo, Jimin hizo una reverencia a los adultos mientras estos lo veían completamente pálidos, estaban inmóviles.

Cuando las mujeres volvieron a la mesa, todos siguieron hablando como al principio, como si todos los ruidos y gemidos nunca hubieran ocurrido.

Pero así eran ellos, personas corruptas que odiaban la idea de corrupción.

En cuanto Jimin estuvo de nuevo en su habitación, le mandó un mensaje a Jungkook:

— Tienes que escuchar esta canción, ponla en el minuto 3:20. Dulces sueños, angelito.

[ Meddle About - Chase Atlantic ]


🔚

31 de Diciembre de 2023 a las 17:11 0 Reporte Insertar Seguir historia
16
Fin

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