Cuento corto
5
2.4mil VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

El Lago

Cuando me despierto siento dolor y ese olor a salvia…cuando abro los ojos me doy cuenta de que ya no estoy en mi cuarto. El suelo está cubierto de esponjas verdes, aquel musgo, de ahí viene el olor. Me levanto y no hay nada a mi alrededor más que colinas y cocinas cubiertas de musgo.

Sigo vestida con la capa azul, miro a mi alrededor buscando algún punto de referencia, lo que sea que me indique hacia dónde ir, qué hacer. La realidad frente a mí se deshace en partículas diminutas que se dispersan, se juntan y vuelven a dispersar creando diferentes formas y colores. Cuando se estabiliza tengo frente a mí el más hermoso venado que he visto nunca, tiene unos cuernos enormes con muchísimos candiles, puedo ver el musgo hay que por todas partes que crece en sus cuernos también. No puedo identificar bien su color, pero parece tener tonos fucsia, morado y turquesa.

De pie, frente a frente, materializa entre nosotros un juego de cartas de Tarot, todas volteadas de frente a ella (el venado) flotan entre nosotras y me indica que elija tres.

Las elijo en orden, de izquierda a derecha. La primera es un dos de bastos, la imagen es un chamán de espaldas viendo el horizonte sosteniendo dos varas, es la lucha interna de mi psique, mi contradicción. La segunda la saco del medio, diez, otra vez bastos. En esta un solo chamán abraza con gran esfuerzo 10 varas. Voy a necesitar pedirle ayuda a alguien, pero a quién? La última carta es La Estrella, es un buen augurio de que finalmente podré ser yo misma una vez que pase esta prueba.

Las cartas desaparecen y el venado se da media vuelta y se va. Yo camino detrás pero no puedo seguirle el paso y lo pierdo, aun así sigo caminando en la misma dirección, pero no hay nada distinguible en el paisaje, nada que me dé una pista de donde estoy o hacia a donde debo ir.

Parece que me estoy acercando a algo, oigo ruidos y voces, además huele a humo, que es dulce también, por precaución trato de no hacer ruido al moverme pero es muy difícil con el musgo pegajoso del suelo. Por suerte algunos han crecido muy altos y me puedo esconder detrás de ellos y asomarme antes de seguir adelante.

Desde mi escondite veo unos cincuenta chamanes reunidos alrededor de un lago, por fin han dejado sus túnicas y pipas y la mayoría se están bañando. Siento el musgo en mi cara, me devuelve mi aliento dulce y caliente, lo prefiero al olor del humo de la fogata, es insoportable. Cómo no puedo ver bien trato de acercarme más.

Salgo de mi escondite y camino hacia ellos, uno me ve, desde el centro del lago y alerta a los demás con un silbido. Todos callan. Uno de ellos se levanta y camina hacia la fogata, yo lo sigo, conforme nos vamos acercando puedo distinguir que están haciendo un asado. Ahora que estoy más cerca veo que es un asado humano, tienen a una persona, atada como un costillar al lado del fuego, está listo, está dorado y gotea grasa y agua. Por eso el olor tan dulce.

El chamán que me trajo hasta aquí toma un cuchillo con la mano derecha y con la izquierda acomoda el cuerpo para cortar un pedazo del muslo, cuando lo mueve veo su cara, sin pelo ni piel, pero reconozco a Vater. El chaman me pasa la carne.

Como toda la carne, cuando termino me quito la capa y me meto al lago. Los chamanes continúan con el escándalo que tenían antes y me invitan a fumar de sus pipas. Lo único que marca el paso del tiempo es el cuerpo de Vater que lentamente se va quedando en los huesos. Desde el lago veo de lejos al venado observándonos entre los musgos crecidos. Me llama.

16 de Mayo de 2022 a las 17:31 0 Reporte Insertar Seguir historia
1
Fin

Conoce al autor

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~